Hace seis meses, yo estaba de novio con el chico que hoy tengo frente mío. Sus cabellos rizados, arreglados para la ocasión. Su piel aromatizada, la cual aunque esté a un metro de distancia, aun puedo distinguir. Es irónico verlo sonreír por una pregunta que salió de la pecera, la cual está llena de papelitos que debemos contestar cada vez que perdemos.
— ¿Cuándo fue tu último beso, Kei? —. Escuchó preguntar a Yabu, con una sonrisa característica en su rostro.
En mi mente, respondo “7 de Junio, beso de despedida”. Lo recuerdo bien, porque aun tengo el sabor de sus labios en los míos, amargo como el café.
— No recuerdo—. Mintió.
¿Por qué mintió? Sí, sé que ha mentido, lo conozco tan bien. Tal vez me oculta algo, quizás besó a otro y no lo quiere decir mientras estoy yo presente o de verdad… no lo recuerda. Esa idea me viene fatal, no quiero ni pensar lo poco importante que fui en su vida, porque el único consuelo que me quedó de nuestra relación, fue ese.
— Debes beber entonces — Líder puso frente a los ojos de Kei el corto de ron, el cuál Inoo bebió sin chistar.
Me pareció extraño, conociéndolo, hubiese reclamado, que era injusto. Pero no. No hizo absolutamente nada más que beberlo y seguir con el juego.
Bajo mi rostro y aprieto los puños, de alguna manera esto de beber cortos me está haciendo muy mal, tanto mental como físicamente. Mi estómago duele lo suficiente como para ser incapaz de dormir esta noche y si no es mi panza, son los pensamientos dolorosos e impotentes que llenan mi mente.
Me veo tan absorbido en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando pierdo por no contestar.
— ¡Daiki! — Me chilla Hikaru.
Alzo mi rostro y lo miro, algo asustado pero él me espera con una sonrisa y la pecera llena de papelitos. Saco uno lentamente y se lo entrego a Hikaru. Él lo recibe con ánimo y me mira:
— ¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste? —. Me pregunta con denotativa curiosidad.
Siento como los colores se me suben al rostro, no es que lo recordara muy bien, pero la pregunta me hizo sentir nervioso, ya que… sí lo había hecho después de que terminé con Kei.
— No recuerdo… — Respondo, utilizando la misma táctica.
— ¡Oh! ¡Vamos, Daiki! Así el juego no es divertido, piénsalo y nos dices… ¿Vale? —. Sonrió.
Sonrojado, comencé a pensar. No es como si pudiera mentir, no se me daba fácil después de todo. Los primeros días desde que terminamos no lo había hecho, porque estaba tan dolido y absorbido en mis pensamientos que no fui capaz de pensar en otra cosa, tal como placer sexual. Pero luego, mi cuerpo lo extrañó, y nadie más que él podía darme lo que yo quería, no porque fuese exigente, si no porque mi cuerpo estaba enamorado del suyo, así de simple.
— Paso— Respondí apenado, aunque no lo hubiese dicho, ya que con tan solo pensarlo me hacía sentir mal. Quedó en claro que no lo dije porque alguna vez lo había hecho. Tomé el vasito con ron y lo bebí en tres sorbos, sintiendo sus efectos con mayor notoriedad al parecer.
El juego prosigue tres turnos más y ya mi estómago no da para más. Si vuelvo a tomar un corto más, juro que explotaré. Me sobó la panza y Yabu me mira preocupado.
— ¿Quieres descansar, Daiki? —. Me consulta como una madre, la que siempre ha sido en BEST.
Lo miro y hago un leve gesto de que es por mi estómago y el me entiende, mira la hora.
— Chicos, ya es tarde ¿Vamos a dormir?
En realidad lo era, y se veía en sus rostros que nadie quería pasar de largo. Takaki estaba pasado de copas, pero en la etapa en la cual sus sentidos se adormecen, así que fue fácil tirarlo al sillón y taparlo con una manta.
Los demás aun tenían ánimos para seguir un poco más, pero utilizaron esa energía en lavarse los dientes y ponerse algo cómodo para dormir.
Por mi lado, fui a la habitación que me designaron, se suponía que iba a dormir con Takaki, pero los planes cambiaron, así que la cama quedó solo para mí y creo que es mejor. Con mi dolor de estómago no hubiese dejado dormir a nadie. Subí las escaleras algo mareado, sujetándome de la baranda, manteniendo mi dignidad. O eso supuse.
Hikaru estaba en el baño del primer piso, mientras Yabu ordenó la basura y vasos sucios que dejamos sin cuidado encima de la mesa de la sala de estar. Kei estaba en su habitación cambiándose de ropa.
Cuando llegué por fin arriba, busqué mi mochila y saqué el pijama y un retorcijón me tomó las tripas. Las atrapé con mis manos y caí a la cama, quejándome entre jadeos.
— Tsk… —. Cada vez apretaba más mi estómago, hasta hacer más fuerte el dolor que ejercía mi mano que el mismo dolor de intestino.
Me di ánimos y comencé a pararme de la cama, arrugué el pijama y solté un largo suspiro. Cerré la puerta para poder cambiarme con más tranquilidad.
Al estar ya listo ordené mis cosas y tomé mi cepillo. Entré al baño y casi no salgo. Los chicos tuvieron que usar el baño de abajo y se alistaron antes de que yo pudiera hacerlo. Escucho un golpeteo en la puerta.
— ¿Estás bien? — Era Hikaru.
— ¡S-sí! — Respondo mientras abro la puerta del baño. — Es solo mi estómago, pero no te preocupes —. Me lo tocó, indicándole donde es que me duele.
Asintió y me ofreció cualquier ayuda. Solo lo mandé a dormir, ya no quería preocuparlo más por algo tan vago.
Me despedí a la ligera de todos y caí como zombie en la cama. Solté un largo suspiro y lentamente me metí dentro de las mantas, la cuales me cobijaron mientras yo me hacía ovillo, enterrando mis uñas en mis tripas. En verdad que comer solo porquerías y beber cuando no estoy acostumbrado es malo para mi organismo.
Pasó casi una hora desde que estoy intentando quedarme dormido, pero nada pasa. Envidio a los demás, por sobre todo a Takaki, que se pudo entregar a Morfeo tan fácil. Al parecer a mi no me quiere.
Me muevo unos centímetros y mi estómago despierta, sacándome un grueso quejido.
— A-ahh… —. Cualquiera pensaría que me estoy dando placer con mi mano, pero no es para nada así. Solo es un horrible dolor. Así prosigo los próximos quince minutos, quejándome. — Me d-duele… —. Susurro para mí, para que nadie pensara nada malo, pero, quizás se entendería mal de todas formas.
Otros quince minutos y no lo soporto más, necesito ayuda y cuando ya me iba a levantar alguien toca muy despacio mi puerta.
— ¿Daiki? —. Escucho el susurro de su voz, eso solo intensifica mi dolor y compromete ahora mi corazón. — Voy a entrar.
Dijo seguro, girando la manilla y metiendo su pie dentro de mi habitación, todo en silencio. Lo logro divisar entre la oscuridad y la delicadeza que tiene en cerrar la puerta. Al parecer algo trae entre sus manos, porque vuelve a recogerlo de encima de mis pies. Al parecer lo dejó encima de la cama al entrar. Rodeó la catre e intento mirarlo, pero ninguno de ambos dolores me lo permite.
— ¿Estás bien? — Me pregunta, poniéndose en cuclillas frente a mi cama y encendiendo la luz del velador que hay a mi lado. Solo atino a esconderme más entre las sábanas, sin mostrar mi rostro. Soy como un vampiro.
— H-hm… —. Fue toda mi conversación, pero es que en realidad… duele hablar con él.
Nuestra última conversación fue aquel 7 de junio, luego de eso, todo se volvió mecánico o simplemente hablábamos por el grupo, por el trabajo, por compromiso. Esta fue la primera vez después de tanto tiempo, que me dirigió la palabra, por algo tal vez “Sincero” y yo no sabía como tomarlo.
— Dai-chan… —. Que me llamase así fue realmente sorprendente, últimamente yo era “Arioka-san” o “Daiki” para él, pero hace mucho que mi apodo lo dejó de usar. — ¿Te duele el estómago, verdad? — Su mano fue encima de mi calvario, las cuales me hicieron saltar. Su calidez me quitaron un poco el dolor, pero comencé a temblar.
Mantuve silencio. Un cosquilleo asfixiante me tomó la garganta, el cual no me dejó hablar. Me sentía impotente y a la vez necesitado. No me di cuenta, en qué momento fue el que nos alejamos tanto que ese simple toque me hizo perder los cabales.
Pero no. Sí nos habíamos rozado pieles, incluso tomado de las manos por alguna que otra presentación, pero el contexto era distinto. Él se estaba preocupando por mí.
— Tengo un remedio—. Quitó su manó y agitó la caja que había traído.
Aproveché el momento y tiré lentamente de las sábanas, para dejar entrever mi rostro interesado por el medicamento. Pero en ningún momento lo miré a los ojos.
Él notó que de alguna manera había aceptado su jarabe y lo abrió. Con un gotario comenzó a echar líquido a una cuchara, acercándolo a mi boca.
— Abre —. Me ordenó.
Con cuidado abrí mi boca y me tragué el ínfimo líquido rojizo. Era tan poco que realmente dudé si es que surtiría efecto o si realmente era un jarabe para el dolor de estómago. Le pregunté.
— ¿De dónde lo sacaste?
— De nada —. Me dijo ácido, mientras guardaba el frasco en la caja. Claramente había olvidado darle las gracias — Mi hermana sufre de dolores y se lo robé…
— Gracias a Aki-chan… —. Me sentí molesto, por su tono, pero en verdad, le estaba agradecido.
— Si no es por mí, te mueres…
— Si no es por el remedio de tu hermana…— Aclaré.
— Si yo no lo traigo tú hubieses sido incapaz.
— Estaba por pararme…
Fue una pelea tonta. Ambos terminamos soltando unas risas algo incómodas.
— Oye aún me duele…— Protesté.
— El efecto no es inmediato… Debes ser paciente, Dai-chan.
Mantuvimos un minuto de silencio. Ambos teníamos una sonrisa en nuestros labios, pero al escucharnos, las quitamos enseguida. Comenzamos a recordar lo que éramos hace seis meses atrás, lo felices que éramos al estar juntos y que tal vez, solo debería perdonarlo y todo volvería a ser como antes. Pero no es tan fácil.
Por un segundo tomé valor y cuando estuve seguro de que no me estaba mirando, alcé la vista a la suya. La luz le llegaba por el costado derecho y hacia ver sus facciones de manera muy sensual. Pero pronto desvié la mirada y volví a esconderme bajo las sábanas, girando mi cuerpo por completo hasta darle la espalda.
— Gracias, espero que pase pronto. Puedes volver a tu cama… —. Le di el pase.
Pero él no se movió, tampoco dijo algo. Solo y en silencio apagó la luz y abrió las sábanas. Mi alma se quiso escapar de mi cuerpo y mi corazón comenzó a latir tan fuerte que juré por algunos segundos que lo estaba oyendo. Fue horrible esa sensación de desesperanza.
Primero su trasero, luego su pierna y pronto la otra y así se acomodó con delicadeza a mi lado, su calor corporal se acentuaba y apenas sentí su mano en mi costado, salté.
Seguro se dio cuenta de mi nerviosismo, más ahora que estoy temblando bajo su mano. Tensé mi cuerpo por completo y apuñé mi mano contra la cabecera.
— ¿Q-Qué haces? —. Interrogué en un hilo de voz y él me abrazó con más fuerzas.
— Te cuido… —. Me susurró igual de bajo.
Balbuceé un par de palabras, nada entendibles. Me hice un ovillo, pero no quité su mano de allí. De un momento a otro y no me di cuenta cuando pasó, el dolor de estómago había desaparecido, pero estaba tan nervioso y alerta que ni siquiera lo percibí.
Intentaba respirar y mantenerme calmo, de ser indiferente ante él. Pero esas manos nunca las pude ignorar, jamás les hice el quite y es que ahora las necesitaba más que nunca. Pero no podía dejarme llevar por él y sus estúpidos encantos.
— No es necesario que lo hagas de esta manera… —. Dije como si estuviese realmente molesto.
— Dai-chan, por favor… lo necesitó—. Me confesó, pero por alguna razón eso me irritó.
— ¿Y crees que yo no? —. Le grité. Mi molestia se debía a eso.
Sentí su sorpresa, porque mantuvo silencio un par de segundos. Antes de que pudiera decir algo, quité su mano de mi cuerpo y me arrinconé lo que más pude, poniendo un cojín entre ambos. Marcando distancia.
Me sentí apenado de que de mi boca las palabras solo corrieran, como si no tuvieran de quién ocultarse. A veces llegaba a ser muy transparente y lo odiaba.
Lo escuché suspirar y quitar el cojín. Trató de voltearme suavemente pero me mantuve firme, ocultando mi rostro como excusa.
— Déjame… —. Le susurré, casi con la voz quebrada.
— No otra vez, Dai-chan…
Abrí mis ojos y mordí mi labio, ahora evitando decir cualquier cosa por impulso. Mis mejillas tomaron color y agradecí que no las pudiera ver.
— Ya fue suficiente… —. Habló él — Y estoy arrepentido de no haber ido por ti aquel día… de prohibirte que hicieras esto… Estoy cansado de no poder hablarte, de querer tocarte y que solo me apartes. Que me eches a un lado y te vayas con cualquier otro. Me dejaste de lado, también como amigo y eso me duele…
Medité mi respuesta.
— Si no te hubiese apartado por completo, seguramente hubiese caído nuevamente en el mismo juego, en la misma trampa, Inoo-chan…—. Murmuré con suavidad.
— ¿Qué trampa Dai-chan? Yo solo te amé y aun lo hago… Si quisiste terminar conmigo fue porque nuestros celos no dieron para más…
— Te metías con cualquiera, siempre te ibas con otros, me dejabas de lado…
— Nunca te fui infiel, Daiki… y además, lo hacía porque tú también te ibas con otros…
— ¡Hey! Yo lo hacía porque tú lo hacías… — Dije completamente apenado.
Ambos guardamos silencio. Era como si no hubiésemos dado cuenta de algo tonto, pero aun así ninguno de los dos era capaz de seguir hablando.
— Daiki… —. Musitó.
— ¿Uhm…?
— ¿Te has masturbado desde que terminamos…?
Su pregunta me pilló por sorpresa y abrí mis ojos como plato, me oculté entre las sábanas de puro impulso y mordí la cabecera.
— ¡Eso no te incumbe! —. Le chillé entre las telas.
— Oye… —. Me dijo algo serio e intentó voltear mi cuerpo. El dolor de estómago ya se me había pasado, ahora solo podía concentrarme en él.
Me negué al principio, pero de a poco cedí a sus manos y terminé girando mi cuerpo para verlo. Estoy seguro que de mis ojos denotaban súplica de que no me hiciera ese tipo de preguntas.
— ¿Lo hacías? —. Sus ojos se clavaron en los míos y yo, rojo como tomate.
Tragué saliva y asentí, cerrando mis ojos de inmediato, mientras la vergüenza me invadía hasta el último pelo de mi cabellera. Estaba esperando su risa, su mofa, su burla, pero nunca llegaron. Solo sentí como unos brazos, me rodearon más fuerte, como cuando una persona pide disculpas.
Abrí mis párpados ante el desconcierto y allí estaban los suyos frente a los míos, desnudándome con solo verlo. Mi cuerpo se amoldó al suyo entre sus brazos, como siempre lo hicimos y lentamente comencé a abrazarlo desde el cuello. Ambos nos acercamos, envueltos en una atmósfera nostálgica y placentera, mientras mi corazón latía tan fuerte que se comunicaba con el de él. Estábamos cerca, uno al otro. Kei hizo un movimiento extraño, pero quedó sobre mí y así, ya no pude aguantar más y me lancé a sus labios.
Ninguna masturbación podría igualar lo que era un simple beso con él. Podría llegar al clímax con tan solo su lengua entrelazaba a la mía, porque lo que me entrega él a cada que hacíamos el amor, era único y mi mano nunca pudo igualarlo.
Sabes que amo todo lo que escribes, verdad?
ResponderEliminarhsjdjdjxjxixoqhhd Me matarás de amor con el Inoodai que haces *////*
Aunque hubiesen terminado, aun estan enamorados, se nota *^* e Inoo va a cuidarlo como buena persona que es (?) Al menos asi se reconcilian hshshshdhd
Se que soy una pesada y que siempre te lo pido pero... Puedo subir tu oneshot al "Inoodai fanfiction"? amo todo lo que escribes y es inevitable preguntártelo *^*
PD: Sigue el serial cuando puedas e.e
Adsasds ♥ No, no lo sabía uwu
EliminarJajaja! ¡Eso es demasiado! asdasd Que eres linda Mabe-chan ;w;♥ Un amor uwu Sí, es que es lindo cuando las personas se reconcilian...
Asdsad No eres pesada ;w; ! Y claro, siempre puedes subir mis fanfics Inoodai's, ya que, son para el mundo (?) ♥ ASdasd
PD: Jajaja, lo sé eweU♥