Dedicado: A Rocío.
Prólogo
Cuando
desperté, sentí unas cosquillas por mis dedos, caminaban lentamente. Abrí mis
ojos con molestia, al darme cuenta que una araña ya me había picado por entre
mis nudillos. En acto de venganza, la aplasté sin ninguna emoción. Siempre
recordaré ese hecho como el gran error de mi vida. [*]
Lavé mis
manos y posteriormente me puse el uniforme de la escuela. Bajé las escaleras y
como era de costumbre, mi madre no estaba y mi padre ya se había ido a
trabajar. Una sirvienta se reverenció frente a mí y me ofreció el desayuno. No
respondí, simplemente me senté a la mesa.
Un gran bol
de arroz con salmón y sopa de miso me fue puesto, encendí la televisión y vi el
canal de noticias. A pesar de tener 17 años, solía tener rutinas bastante
adultas, pero estaba orgulloso de ello. Dejé pequeños restos de comida y es que
ya se me hacía tarde y no quería llegar atrasado, era algo que detestaba y no
estaba dentro de mi forma de ser.
Tomé mi
bolso, chaqueta y llaves. Simplemente salí de esa casa sin avisar y caminé.
Hacía un mes
que siempre veía el mismo carro en la intersección de mi casa-escuela, dos
hombres dentro de él siempre tomando
nota de algún sujeto que probablemente pueda ser yo. Mi familia es una de las
más adineradas de Japón, día a día sabemos que somos el blanco perfecto de
robos millonarios, estafas u otros. Sabemos que nos tienen estudiados con
pinzas, pero eso no me impide seguir con mi vida normal.
Al entrar al
salón de clases, saqué mi cuaderno y lápiz. Como todos los días puse suma
atención y es que no era nada fácil ser el primer lugar y mantenerlo por toda
tu estancia en la escuela. Sabía que mucha gente me admiraba, otros me odiaban,
pero en realidad… Ninguna persona me importaba. Sí, tenía un grupo de personas
con las cuales me juntaba a diario, creo que la mayoría le llama “Amigos” pero
creo que es una palabra demasiado íntima, para malgastarla con sujetos a los
cuales no pienso volver a ver en la universidad.
Al terminar
la escuela, rasqué mis nudillos, hasta el punto de hacerme una herida en la
mano. Recordé lo sucedido esta mañana y un extraño presentimiento vino a mí.
Fue como si el piso se moviera y mi mundo cambiara por ciertos grados su
inclinación, su destino.
Entré con
desconfianza a una tienda de videojuegos, pensé que estar en un local de
entretención, ese mal augurio desaparecería, pero no fue así.
Por accidente
pasé a chocar con la espalda de alguien y boté lo que sostenía en sus manos; Un
videojuego. No me disculpé, tampoco recogí lo caído, simplemente lo miré y mi
corazón se aceleró. Sus ojos me vieron con tal intensidad que hizo de mis
miedos aún más grandes. Era como si me estuviera advirtiendo de algo. Con
lentitud se agachó sin dejar de ver mi rostro, y tomó la cajita que boté. Era
como si estuviera intentando reconocerme, pero de su grave voz, no salió más
que un “Lo siento”.
“¿Lo siento?”
“¿¡Lo siento!?” ¿Por qué él lo sentía? Fui yo quien tropezó, fui yo el torpe.
Por alguna razón, supe que esa mirada y esas palabras iban más allá. La
inseguridad se apoderó de mí, inexplicablemente.
Salí del local a pasó rápido. Quería llegar a
casa pronto. Pero el destino no lo quiso así. El carro que todos los días
estaba estacionado fuera de la intersección escuela-casa, ahora estaba frente a
mí. Dos sujetos encapuchados corrían hacia a mí, todo sucedió muy rápido. De
pronto sentí un olor tan fuerte en mi nariz, que no logré mantener mis ojos
abiertos. Ya no sabía si aún estaba consciente de mí mismo. Me sentí arrastrado
y subido a la fuerza a los asientos traseros del automóvil y ya no supe nada
más.
[*] Según los
Japoneses, matar arañas de madrugada es de mal augurio.
—o—
*O* waaaaa esta super genial me encantan!! espero la continuación con ansias
ResponderEliminarNo manches, vo' a llorar enserio, me emocioné, cómo no había visto esto antes? TOT
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