[Nota:
Hay epílogo]
Aquella noche
fue larga. Porque estaba consciente, pero muy débil. Fui ultrajado una vez más,
ya no sabía que pensar o qué sentir. Era todo una mierda y solo pedía que de un
momento a otro, me dieran un golpe certero, para morir pronto.
No supe cómo
me dormí, veía bastante nublado y mi cuerpo ardía de dolor por dentro y por
fuera, pero lo hice o simplemente fue inconsciencia.
Capítulo III: “Huir y separar”.
Al siguiente
día, una potente luz se colaba por la ventana. A pesar de ser pequeña,
iluminaba gran parte de la habitación. Vi una sombra que pasaba sus manos por
sus ojos y sonrió amargo.
—Pensé que no
despertarías…
—¿Qué
sucedió…?—Dije desconcertado. No sabía dónde estaba o qué había pasado.
—No te
esfuerces tanto, todo a su tiempo. Déjame tratar tus heridas primero. —Habló
amable, tanto, que oía su culpa en sus palabras.
Puso parches
y curitas. Limpió, purificó heridas y moratones. Uno de mis ojos tiene un
pequeño derrame, mencionó. Ahora entendía porque a pesar de no tener la venda,
veía tan nublado. Colocó gotitas oftálmicas.
—A-Ah~—Gemí
suavemente, sentir ese ardor, era de cierta forma, reconfortante.
—Chinen…
perdóname—Su voz se quebró y presionó con fuerzas sus labios.
Busqué su
mano o algo de él. Me tomó los dedos con cuidado y besó mí contra palma. Un
escalofrío recorrió mí cuerpo.
—¿Por qué
quieres que te perdone?
—No pude
evitarlo… yo
—¿Para qué te
torturas? Déjalo. Ya es costumbre. Lo que haga o no haga ese hombre con mi
cuerpo, ya no me importa… de hecho, preferiría estar muerto…
—No digas
eso, haré lo imposible por sacarte de esto—Susurró.
—No hables al
aire. Ni siquiera sabes si podrás cumplirlo. ¿Por qué sería yo más importante
que tu familia? De verdad, déjalo—. Ahora era yo a quien se le quebraba la voz.
—Lo siento, Takaki…
Se suponía
que hoy era el día en el que me liberaban, pero no tenía suficientes esperanzas
por lo que había oído. Esperé en la habitación junto a Yuya, que viniera
alguien a decirme que debía hacer. Pero nadie llegó durante todo el día.
Así, pasó el
tiempo.
—
O —
Según Takaki,
ya estamos en invierno. Oigo la lluvia caer y el olor a humedad desde la mínima
ventana que poseo en la habitación. Es una de las pocas razones por las que
puedo sonreír. Ya he perdido la esperanza de salir de aquí. Jamás pensé que
estas cosas me sucederían a mí y es extraño vivirlas y no poder hacer nada. No
poder avisarle a nadie donde estoy o ese tipo de cosas. Es frustrante conocer
todos los puntos débiles de mis captores, pero verme incapacitado de poder
hacer algo.
Yuya sigue
cuidando de mis heridas, de hacerme dormir cada vez que puede. Sigue llorando
cada vez que me violan y sigue protegiendo a su familia. No lo culpo, pero
tampoco protejo. Solo le agradezco. Creo que sin él, todo sería más duro.
—Chii… traje
algo de té ¿Quieres?
—Está bien—Respondí
suavemente y cogí la taza. Por las noches, el frío era cada vez más
insoportable.
—¿Cómo está?
Le eché unas rodajas de limón que traje.
—Agradable…—Musité.
Estaba mucho
más delgado de como llegué, veía mis huesos y me puse débil. Incluso me costaba
caminar. A pesar de que Takaki intentaba hacerme comer, la depresión me ganaba.
Estaba lleno de heridas, moratones, cicatrices y fisuras de huesos. Jamás me
había visto tan demacrado.
—Mañana iré a
ver a mi sobrino—Mencionó Yuya.
Solo me limité
a sonreír.
—¿Quieres que
te traiga una foto de él? Aun no lo conoces…
—Está bien…
No sería malo ver algo más que esta habitación, me volveré loco…
—A-ah…—Sonrió—
Debería traerte más cosas, pero sabes que bossu me registra de vez en cuando.
—Sí, aún recuerdo el puñetazo que dio por
haberme prestado tu frazada…—Reí.
—Quedé con el
ojo hinchado aquella vez…
—Era
divertido verte así—Le miré y sonreí leve.
—¿Debería
dejarme golpear otra vez, dices tú?
—Eso pienso. —Bromeé.
—Está bien.
Cayó la tarde
y escuchamos venir a los demás. Traían cervezas y algunas drogas. Yuya me hizo
quedar en el suelo para que ni siquiera se acordaran de mí. Siempre lo hacíamos
así.
—¡EH! Takaki,
trajimos algo de diversión, ven a beber con nosotros.
—Ya voy,
dadme un segundo. —Me miró y susurró—. Quédate aquí y si vienen a la habitación
escóndete donde siempre, si te ven, es probable que te hagan algo, es mejor que
no te vean ¿Oíste?
—Ya lo sé…—Desvié
mi mirada y suspiré profundo. Cerré mis ojos y solo esperé a quedarme dormido.
El pelicafé me
observó unos segundos y luego cerró la
puerta tras de sí.
Mientras
dormitaba, oía choques de vasos, gritos, brindis y más brindis. Pasaban las
horas y todos se oían alegres. Por un momento confundí la realidad con mis
sueños, estaba en mi casa, junto a mis padres y mi hermana. Todos sonreíamos y estábamos
cenando. Habían cientos de alimentos ricos y gyozas, las que más me gustaban,
podía sentir mi boca salivar por ellas. Cuando iba a tomar una y llevarla a mi
boca, mi padre se levantó de la mesa y comenzó a gritarla a mamá.
—¡¿Y QUÉ
QUIERES QUE HAGA?! ¡Él ya está muerto!
—¡NO DIGAS
ESO!
—¡CÁLLATE!
—¡CÁLLATE!
Ví como mi
padre golpeaba a mi madre, y yo me iba alejando de la situación. No podía hacer
nada. Comencé a gritar y a llorar a la vez. De pronto todo se volvió oscuro
pero yo seguía llorando.
—Chinen…
Chinen… ¡Chinen! —Alguien me despertó.
—¿¡Quién!? —Abrí
mis ojos desorbitantemente, asustado y paralizado. —Mi Madre… ¡Mi madre!
—Chinen, tranquilízate, solo fue una pesadilla…guarda silencio. —Takaki me tomó me en brazos y me llevó hasta la cocina.
—Chinen, tranquilízate, solo fue una pesadilla…guarda silencio. —Takaki me tomó me en brazos y me llevó hasta la cocina.
—Takaki, mi
madre… quiero verla…—Comencé a llorar.
—Shhh… shh…Tranquilo,
Chii.
Me sentó
sobre un mueble y me dio un vaso de agua, bebí solo un poco. Quería saber si mi
madre estaba bien.
—Yuyan, mi
madre… mi madre…
—¿Qué fue lo
que soñaste? —Susurraba, al parecer todos ya estaban durmiendo o inconscientes
con tanto alcohol.
—Mi padre,
estaba golpeando a mi madre y yo no pude hacer nada, de alguna forma, yo no
estaba ahí, pero podía ver todo…
—Oye… solo
fue un mal sueño ¿Sí? Se juntó el desprecio que le estás teniendo a tu padre,
junto a la preocupación…
—¡NO! Yo… yo…
quiero verlos…—Le miré a los ojos, de verdad, es lo que más deseaba.
Me miró, como
si comprendiera mis sentimientos de desesperación. Mordió su labio y me tomó de
la muñeca. Me pasó un par de zapatos, algo de dinero y se cercioró de que todos
estuvieran en estado de coma por la cerveza y las drogas.
—Corre, corre
lo más rápido posible y ve a casa. ¿Oíste?
—¿Qué? Pero…
Takaki.
—¡HAZ LO QUE
TE DIGO! —Me gritó y vi sus ojos. Hablaba muy serio, jamás lo había visto así.
—¿Pero y tú…?
—Estaré bien,
no te preocupes…
Simplemente
asentí, secando mis últimas lágrimas. Tenía sentimientos encontrados, mi corazón
muy fuerte.
—Hey. Antes
de que te vayas…—Me tomó de los hombros y se acercó a mí. Me dio un corto beso
en mis labios y susurró sobre estos, unas cuantas palabras de protección.
—Gracias,
Yuyan…—No tuve tiempo de pensar en dónde me había dado el beso, simplemente lo
recibí porque me él me hacía sentir fortalecido. Giré mi cuerpo y me fui sin
mirar atrás, si lo hacía, podría arrepentirme, por el bien de Takaki.
Mis piernas
sobrellevaban toda la adrenalina de mi cuerpo. No sé cuánto estuve caminando a
paso rápido, aunque quisiera correr, mi cuerpo no respondía. Estaba demasiado
débil y delgado. Tampoco sabía bien donde estaba. Encontré el tren bala y me
enteré de que estaba a dos horas de casa. Hacía muchísimo frío, pero nada de
eso me importaba, solo deseaba estar en casa, ver a mi madre, a mi hermana,
incluso a mi padre y abrazarlos.
Esperé por el
tren y subí a él.
No dormí en
el viaje, simplemente deseaba llegar pronto. Pero me puse a pensar, en lo que
había hecho, iba a afectar de alguna manera en la vida de Yuya y comencé a
preocuparme por él. ¿Matarían a su familia? ¿Lo matarían a él? ¿Qué harían con
él? ¿Por qué no huyó junto a mí?... ¿Por qué me dejó huir? ¿Por qué arriesgó a
su familia por mí?
—¡IMBÉCIL! —Me
puse a llorar. No había nadie en mi vagón, para mi suerte.
Siempre dije que no me afectaría lo que él hiciera o
dejara de hacer, pero en la práctica es imposible. Lo lamentable de todo esto…
es que no pienso volver a ese lugar para salvarlo a él… No lo haré; no lo haré…
Cuando bajé
del tren, reconocí enseguida el camino a casa. Es como si aquel día que me
secuestraron, el tiempo se detuvo y recién hoy, después de tanto tiempo, hubiese
comenzado a andar nuevamente. Caminé sujetándome de las paredes hasta que
llegué a la puerta de mi casa.
Toqué el
timbre y cuando abrieron la puerta, me desplomé del cansancio. Oía los gritos
de mi padre y luego de mi madre. Por fin estaba en casa, sonreí antes de desmayarme
de fatiga.
—
O —
—
Desperté en
un espacio completamente blanco. Vi mi cuerpo, tapado por una sábana blanca y
otra manta de colores. “Mamá” Pensé.
Mis brazos estaban conectados a agujas unidas a bolsas. Un pitido intermitente constante
junto a mí. Lleno de parches y vendas. No eran los parches de Takaki, pero
imaginaba los de él.
—¡Takaki! —Chillé
y desperté a mi madre, que estaba a mi lado.
—Hijo… ¡Hijo!
¡Has despertado! —Me abrazó, como una madre abraza a su hijo que dio por
perdido. —¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
La miré a los
ojos y rápidamente se me aguaron. Por fin veía a mi madre, algo que pensé jamás
sucedería. Lloró más que yo y se cuestionaba porqué esto me había sucedido.
La verdad, no
lo sabía. Pero estaba feliz de estar de vuelta. Estuvimos tomados de la mano,
mientras ella me conversaba y hacía preguntas. Lamentablemente no pude
responder a todo, me agotaba con rapidez y en mi cabeza solo rondaba el nombre
de Takaki. Daría cualquier cosa por saber de él, pero ya era demasiado tarde…
Vino el
médico y me hizo preguntas sobre las violaciones y qué es lo que me habían hecho.
También vino el detective y un policía que trabajaban en mi caso. Tuve miedo de
contarles todo, ya que, afectaría a Yuya. Pero de todas formas, no me iban a
dejar tranquilo, hasta saberlo.
Les conté
todo, pero omití a Takaki en todo el relato. Hice como si jamás hubiese
existido. No quería que nadie supiera de él, temía que le hicieran daño o que
lo apresaran a pesar de haberme cuidado. La ley es la ley. Y no lo perdonarían
como yo lo estaba haciendo.
—Detective…
Si los encuentra, ¿Podría avisarme?
—Pero procura
recuperarte, fuiste muy dañado todo este tiempo. No quiero que la noticia te
afecte negativamente en tu recuperación ¿Está bien?
Asentí y bajé
la mirada.
—
O —
—
Mi madre, me
compró mucha fruta y me alimentó como nunca. Pero aun así, no estaba
acostumbrado a esas proporciones de comida. Llevaba mis días en el hospital,
daba un par de vueltas por mi habitación y miraba por la ventana, mientras
respiraba aire fresco. Por las noches no podía dormir, a mi mente, se venía la
imagen de “Bossu” y Takaki y convivía con un miedo y necesidad constante, que
intenté ocultar a mamá. Pensaba a cada momento en Takaki, me di cuenta que era
el único que me ayudaba a dormir por las noches. Imaginaba cuando acariciaba mi
cabello o cuando dormía junto a mí. Tenía un mal presentimiento e incluso
rezaba, para que este no se hiciera realidad.
Me aplicaron
cirugía en mis huesos rotos. Permanecí un mes en el hospital y mi padre no fue
ningún día a verme.
—Mamá… ¿Tú y
papá han peleado? —Recordé el sueño que había tenido durante mi secuestro.
—Mh…—Su
silencio fue la respuesta y la miré.
—¿Qué
sucedió? — Se acercó a mí y me sentó en la cama.
—Con tu padre…
nos vamos a divorciar.
—¿Eh…?—La
miré perplejo.
—No quiero
hablar del tema, pero todo esto es por como él tomó lo de tu secuestro. Tuvimos
reacciones distintas y realmente me molestó la de él…
—¿No le
importé…?
—No es eso
exactamente, hijo. Sí le preocupaste, pero hubieron cosas que realmente me
molestaron y no puedo seguir viviendo con una persona así—Ella suspiró. —Lamento
contarte ahora, pero no quería que afectara en tu recuperación. Lo siento, hijo—Sollozó.
—¿Pero tú
estás bien? —La abracé por el costado, realmente preocupado.
—Sí, sí lo
estoy. Debo estarlo—Sonrió amargo—. Por cierto, debes decidir con quién quieres
quedarte, aun debes terminar la escuela. Tu hermana está pensando en irse a
vivir sola.
—Quisiera
hablar con mi padre, antes de decidirlo. ¿Es posible?
—Lo que
desees, hijo mío—. Me besó en la frente y terminamos de empacar nuestras cosas,
para dejar el hospital.
Llegamos a
casa, pero papá no estaba. Seguro estaba en el trabajo. Mamá me dijo que ella
estaba viviendo en un departamento cerca del centro y tenía una habitación
disponible para mí para cuando lo decidiera. Asentí.
Era extraño
llegar a una casa, que ya no parecía tu casa. Es como si después del secuestro,
mi hogar también hubiese sido ultrajado. No me dejaron nada que atesorar… ni
siquiera el sentimiento de familia. Entristecí nuevamente, era una gran lástima
que ni siquiera después la tormenta las cosas pudieran estar bien. Mamá se fue
antes y me dejó esperando a solas, ya que no quería verle la cara a mi padre,
aunque se fue con la excusa de que quería descansar.
Esperé a mi
padre. Di una vuelta por la casa, tocando sus paredes y viendo todos esos
recuerdos que habíamos hecho como familia. Quizás no eran muchos… pero me
hacían amargamente feliz en ese momento. Llegué a mi habitación y era tan
extraño, ver que nadie movió ni una sola cosa de su lugar. Como si ahí, viviera
mi fantasma.
Busqué un
bolso y comencé a empacar mis cosas. Ya tenía la decisión tomada, pero
simplemente quería saber una cosa de mi padre. Así que, por eso lo esperaba. Tomé
lo importante, dejé mis libros de clase y esas cosas que no me importaban.
Realmente ni siquiera pensaba en terminar la preparatoria.
Oí la puerta
y bajé las escaleras lentamente con mi equipaje.
—Padre…—Musité,
buscando sus ojos.
—¡Oh! Chinen…—Se
me quedó mirando. —¿Estás mejor? —Mi padre siempre fue insensible y muy torpe
para los temas delicados. Pero lo conocía, por eso no me molestaba.
—Sí, gracias
a Mamá, que me fue cuidar día y noche—Aunque yo tampoco era muy delicado con
mis palabras.
—Oh, lo
siento… ¿Ya lo sabes, cierto?
—¿Lo del
divorcio? Sí, me lo ha dicho llorando… Pero estoy aquí por una sola razón.
—Dime…
—¿Por qué…?
—¿Por qué,
qué?
—¿Por qué
pasó esto?
—Creo que
deberías preguntárselo a tu madre, no soy la persona más indicada para
explicarlo, ya que de alguna forma, fui yo quien le hizo daño.
—¿Por qué no
fuiste ningún día a verme? ¿Por qué contrataste un detective cuando te dijeron
que no lo hicieras? ¿Por qué no pudiste pasar más dinero a los secuestradores? ¡¿TAN
IMPORTANTE SON TUS NEGOCIOS?! —Apreté mis puños.
—¡¿Y qué
podía hacer?! Cada vez que entregaba una cantidad, me pedían el doble. Estaba
quedando en la banca rota y estaba seguro que jamás te iban a devolver…
—Mamá jamás
perdió la esperanza… veo que tú sí…
—Te di por
muerto en un momento… ¿Sabes lo que son 6 meses sin saber nada de ti? Ellos me
decían que estabas vivo, pero me enviaban la misma foto siempre… Di por hecho que
estabas muerto y no seguí entregando más dinero…Realmente, lamento no haber
sido más fuerte…
—Ni siquiera
sé qué decir… Mi vida, mi orgullo, mi autoestima, mi familia se fue a la mierda
por ese maldito secuestro y no entiendo la razón, de porqué sigo vivo… Hubiese
sido mejor, estar muerto ¿No? —Lo miré ácidamente.
—Tal vez…—Me
dijo él.
Tomé mi
equipaje completamente enojado, podía comprender a mamá a la perfección, aun
así, no estaba molesto con mi padre en sí, si no, por todo lo sucedido. Di un
portazo a la puerta y comencé a llorar mientras arrastraba una maleta y un
bolso. Llegué al paradero y comencé a patearlo hasta destrozar parte de él. Lloraba
con rabia, dolía más que una violación, que un golpe en el estómago o un hueso
roto. Dolía más, porque no había forma de curarlo.
Cuando me
calmé, tomé el bus camino a mi nuevo hogar.
—o—
No hay comentarios:
Publicar un comentario