[Nota: No pensé que saldría tan largo ._.]
Tres años
después.
Terminé la
preparatoria por orden de mamá. Pero cuando llegó el momento de la universidad,
no sabía qué hacer con mi vida. Le pregunté si le molestaba el no ingresar a la
universidad el primer año, pero me aconsejó que buscara algo en qué ocuparme.
Era bueno en las matemáticas, pero simplemente no quería estudiar algo
relacionado con ello. Durante toda mi etapa escolar, fui a clases de ballet y
era realmente bueno, por esto, mi hermana, me dio la idea profesionalizarme en
ésta área. A pesar de que al principio me costó tomarle el ritmo, me esforcé
bastante hasta conseguirlo (a pesar de que mamá me recomendaba que no me sobre
exigiera, es inevitable para mí). Ya voy en mi segundo año y por primera vez,
desde hace tres años, siento algo de
felicidad.
El detective que
trabajaba en mi caso, me contactó hace tres años. Después de salir del hospital,
me informó sobre la muerte de Takeshi Haruka. Un líder de mafia que fue hallado
en el lugar donde fui secuestrado. Deduje por la descripción que era “Bossu” de
quien me hablaban, sentí un gran alivio, pero luego mis preocupaciones
comenzaron. ¿Cómo murió? ¿Fue asesinado? ¿Quién lo mató? ¿Takaki…?
Dudaron de mí
relato, ya que encontraron pruebas de que eran cuatro hombres los que me
secuestraron y no tres como yo lo había mencionado. Me excusé con que estuve
siempre con vendas en los ojos y no pude estimar la cantidad correcta de
secuestradores. A los otros dos captores, los hallaron huyendo en un barco
hacia Corea y que hoy, están presos. Pero no sabían nada del cuarto hombre. Si
estaba vivo o muerto, nadie lo sabía y era lo que más me importaba.
Cada noche,
hacía un pequeño rezo por él. Temía por su destino. Pensaba siempre en lo peor.
Bossu era un personaje con poder y era indudable que tuviera a más aliados que
vengaran su muerte, asesinando a la familia de Takaki... o al mismo Takaki.
—o—
Aún sigo
viviendo con mamá. Mi relación con mi padre se redujo a simple dinero, ya no
hablamos ni nos dirigimos la palabra. Somos simples extraños…
Es
frustrante, que un hecho que no estaba en tus manos, haya cambiado tanto mi
vida. A mi hermana la veo de vez en cuando, ya que está ocupada con sus propios
asuntos. Mi madre tan solo trabaja y trabaja y yo… pues yo, divago entre la
academia de ballet y una casa vacía. No digo que con mi familia hayamos sido
muy unidos en el pasado, pero ahora sí que no tengo nada.
Mañana con mi
escuela de danza, iremos de viaje a Osaka. Para ver a la academia de baile. Nos
quedaremos un tiempo para hacer ensayos en conjunto y programar una
presentación en grande. La verdad, me emociona hacer eventos, pero al mismo
tiempo, me pongo nervioso… es una sensación que agradezco tener después de no
haber sentido nada por mucho tiempo. Estuve con psicólogo durante un año,
claramente, no asistí a la misma escuela… temía de muchas cosas y no quería ver
caras conocidas, ni tener que aguantar preguntas estúpidas. Preferí ir a un
lugar donde nadie supiera nada de mí. Al principio tenía fobia de mis
compañeros, pero con el tiempo y gracias a la ayuda del psicólogo, logré
superar aquel detalle.
Cuando
ingresé a la academia, veía a muchas personas con rostros decididos e
inquebrantables, sentías como si no pudieras decirles ni “hola” porque te
ignorarían. Estaban tan concentrados en dar su mejor audición, que era fácil
olvidarse del rededor. Cuando ya sabíamos que estábamos dentro, comencé a
conocer sus rostros de verdad. Muchos fueron amables, otros engreídos, pero así
es el rubro. Aquel día, intenté concentrarme en solo ser aceptado en la
academia, porque si no, no sé muy bien qué hubiera sido de mí.
Mi cuerpo
quedó resentido después del secuestro, a pesar de que hice rehabilitación
post-operación. Uno de mis riñones quedó severamente dañado y desde entonces no
volvió a funcionar del todo bien. Todos mis huesos fisurados, los
reconstruyeron y ya me acostumbre por completo. De hecho, era una de las
razones por las que pensé que no quedaría en la academia.
Por las
noches, me costaba muchísimo dormir. Mi madre me llegó a preguntar quién era
aquel “Takaki” que tanto repetía en mis sueños, simplemente mordía mi lengua,
para no decir nada sobre él. A veces, me sentía tonto, por no poder superar a
Yuya. Ya habían pasado tres años, sin contactarnos… era obvio que estaría
muerto o muy lejos. Hoy, luego de hacer mi bolso, tomé la decisión de dejarle
en el olvido, era idiota que siguiera pensando en alguien que no necesita
volver a saber de mí, si lo hace, se metería en más problemas.
—o—
Temprano, al
siguiente día; tomé el bus en compañía del curso entero. Para cuando llegamos a
Osaka era medio día. Ingresamos a la academia de Osaka, siendo bastante espaciosa
junto a un buen ambiente de estudiantes y profesores. Conocí a las personas con
las que trabajaríamos el resto de la semana, nos ofrecieron su hospitalidad e
incluso darnos un tour alrededor de Osaka, todos aceptamos la proposición, así
que quedamos después del ensayo.
Haríamos una
danza contando la historia del niño que soñó con sus padres ya muertos, volvían
a un jardín y se convertían en mariposas. Es un relato típico japonés, pero
queremos elevarlo y llevarlo al ballet contemporáneo.
Nos llamaron
a ensayo, me puse mi ropa y vendas de baile. Comenzamos con una introducción a
la clase, nos comentaron que hoy uniríamos lo que ya habíamos ensayado desde
antes en Tokyo pero ahora, con más personas, así que, tuviéramos más cuidado
con los espacios que utilizábamos y ese tipo de cosas. Fueron 4 horas de baile
intenso, estábamos sudados y cansados, pero aun con ánimos de dar un paseo por
Osaka.
Después de
ducharme y vestirme, se me acercó una chica de la academia de Osaka, tenía una
sonrisa sincera y unos ojos intensos color miel, me felicitó por mi forma de
bailar y también preguntó por mi nombre. Quedé descolocado, ya que no soy el
tipo de chico que atrae mujeres, sino que todo lo contrario; las repelo.
—C-Chinen.
Chinen Yuri— Respondí algo lento.
La chica expresó una pequeña risilla y me miró a los
ojos.
—¿Qué? ¿Qué
te parece gracioso?
—Te llamas
igual que yo. Un gusto, soy Omura Yuri—Hizo una leve reverencia y se la
respondí. —No sé si te diste cuenta, pero tenemos un solo que debemos bailar
juntos…
—¿Ah? ¿En
serio? No lo había notado…—La verdad es que sabía que debía bailar con una
chica, pero no me fijé quién era.
—Sí. Es por
eso que te hablo, no me gusta bailar con extraños, así que me acerco a ellos
para hacerles la vida imposible—Bromeó. Bromeó pero yo no lo noté.
—¿Eh?
—Bobo, solo
estoy bromeando. ¿Seamos amigos? —Me sonrió. Su sonrisa era como masticar. Era
una acción tan sencilla pero cumplía exactamente la función que debía; Agradar.
Ella no
esperó una respuesta de mí, sólo lo dio por hecho. Esa fue la conversación más
extraña que haya tenido con una chica desde que nací, pero no me incomodó… sino
que todo lo contrario.
Tomé algo de
dinero y mi celular. Nos reunimos afuera de la academia con todos los que
tuvieron ánimos de salir, otros se quedaron descansando. Éramos alrededor de 15
personas.
Nos llevaron
por el centro de Osaka del norte, estaba lleno de comercio, locales de comida y
bares, no era muy distinto a Tokyo, solo que algunas de sus calles, les cruzaba
un río, que hacía aún más atractiva la ciudad.
Entramos a un
restaurant de sushi, comimos y bebimos algo suave. Personalmente no quería
embriagarme en mi primer día en Osaka. Yuri… No, mejor dicho Omura-san, se
sentó a mi lado y comentaba cosas graciosas, que era inevitable para mí, no
reír.
La observaba
muy perspicaz, no quería que nadie se diera cuenta, pero simplemente me llamaba
la atención la chica (Quizás fue solo porque se acercó con tal personalidad).
Realmente,
desde el secuestro, he cambiado. Me he vuelto alguien más tímido y hasta un
poco sumiso. No me gusta realmente, pero tampoco me siento con plena confianza
de actuar como lo solía hacer antes. Observo más todo lo que me rodea y siempre
estoy alerta, es hasta un poco estresante.
La velada en
grupo, terminó bien. Decidimos que iríamos mañana al cementerio de Okunoin, ya
que es uno de los más antiguos. Por lo mismo, el ensayo se hará bien temprano y
luego tendremos la tarde libre en el cementerio y sus al rededores.
—o—
—¡TAKAKI!
—Yuri…
—¿Qué haces aquí?
—Sólo quería saber cómo estabas…
—Estoy bien ¿Y tú?
—Como me ves…
—¿Takaki…? ¿¡Takaki!? ¡TAKAKI!
—o—
—¡Yuri,
despierta! —Me gritó un compañero de cuarto.
—Takaki—Abrí mis ojos, asustado. Estaba
totalmente sudado y aferrado a las sábanas.
—Es solo un
sueño, tranquilo…—Me ofreció una toalla para secar mi sudor y asentí.
Me incorporé en la cama lentamente y me
quedé mirando la nada mientras pensaba en aquel sueño tan extraño. —¿Por qué aun te apareces en mis sueños? Déjame en paz.
El día por la mañana pasó rápido y cuando
llegamos al cementerio, nos ofrecieron unos folletos para no perdernos dentro
de él. Era prácticamente un bosque con tumbas muy antiguas y otras más nuevas,
había de todo tipo. De pronto, el grupo comienza a caminar y los sigo desde
atrás, pero de un momento a otro, veo a un chico alto, de cabellos largos y
castaños, un aire familiar dentro de él. Se arrodilló frente a una tumba y encendió
una vela, juntando sus manos para rezar. Esa espalda se me hacía muy familiar…
—¡Chinen! ¡No te quedas ahí parado! —Me
gritó Omura.
Me giré hacia ella y le hice una seña con la
mano, de que la había oído. Comencé a caminar, sintiendo una mirada sobre mí. Cuando
volví a voltear a ver si el hombre seguía allí, ya no estaba, fue ahí cuando
tuve un presentimiento.
—Omura-san, lo siento, no me siento muy
bien, así que volveré a la academia
—¿No quieres que te acompañe?
—No, tranquila. Ve y diviértete.
Ella asintió insegura y se volteó para
seguir a la masa. Al asegurarme de que ella estuviera bastante lejos, corrí
hacia la tumba en la que estaba aquel hombre.
“En memoria del señor
y la señora Takaki”.
Me quedé un
minuto asimilando lo que estaba leyendo. Era imposible que fueran los mismos
Takaki… ¿Me estaba sugestionando? Mordí mi labio inferior hasta que comenzó a
sangrar. Empuñé mis manos y comencé a mirar a todas partes, buscando aquella
espalda tan familiar que había visto antes. Visualicé y concluí que si me había
visto, es probable es que se haya ido del cementerio lo más rápido. Corrí a la
salida y divisé a un hombre parecido que se estaba subiendo a un auto, por el
lado del conductor, cuando el auto comenzó a andar me paré frente a la calle y
le obligué a detenerse.
Me miró a los
ojos y yo lo miré a él.
Comencé a
llorar.
Me abrió la
puerta por el lado del copiloto, desviando su mirada.
Me subí en
silencio y cerré la puerta. Me puse cinturón como si estuviera dispuesto a ir
con él donde fuese. Partió el auto y nos fuimos en silencio por un largo
trayecto, hasta que no lo aguanté más.
—¿Los mataron
por mi culpa…?
—No fue tu
culpa…
—¿Cómo que no
lo fue…?
—No lo fue…
No fue culpa de ninguno de los dos.
—¿Me odias…?
—No…Chinen,
no te culpes. No te odio, cuando te dejé ir… sabía que esto podría pasar, pero
lo hice de todas formas.
—¿Por qué?
Takaki guardó
silencio y detuvo el auto frente a un callejón, estacionándolo. Tomó un largo
suspiro y se quitó el cinturón.
—Ven,
sígueme.
Se bajó del
auto, dirigiéndome al subterráneo de un edificio. Entramos a una habitación y
deduje que era su apartamento, en donde estaba viviendo actualmente. Cerró con
llave, se sentía perseguido.
—Ahora sí…—Dijo
más relajado. —Toma asiento. ¿Te ofrezco algo para beber?
—Respóndeme,
Takaki. ¿Por qué me dejaste huir? Es decir… yo te estoy muy agradecido, porque
he vuelto a ver a mi familia, he intentado retomar mi vida… Pero, no entiendo.
¡Sabías el riesgo que estabas corriendo! ¡Sabías lo peligroso! —Me acerqué a
él, tenía una mezcla de sentimientos, entre rabia y tristeza.
—Yo… en
realidad no lo sabía—. Bajó su cabeza. —Yo… cuando te dejé huir, ya tenía
planeado de antes matar a Bossu, a sabiendas que podrían encarcelarme. Si lo
mataba a él, cortaría con toda amenaza hacia mi familia y eso era lo importante
para mí. Pero erré. Aunque lo maté luego de que te dejé huir, ignoraba u olvidé
el hecho que tenía un hermano… Por consiguiente, vengó su muerte, terminando
con la vida… de mis padres…
—Lo siento…—De
mis ojos cayeron un par de lágrimas. La voz de Takaki se oía tan desgarrada,
que era fácil entender sus sentimientos.
—No lo
sientas… no es tu culpa, tampoco la mía por haberte liberado… yo no podía
seguir viendo como ese hombre te hacía añicos… yo, estaba en una posición muy
complicada e hice lo que mi moral indicaba. Si tuviese que hacerlo una vez más,
estoy seguro que repito mis acciones… Es así como pienso. Tú estás bien y eso
paga la vida de mis padres, a pesar de que no merecían morir…
—Todo esto
es… tan absurdo ¿No? Tus padres mueren, mis padres se separan, mis riñones
fallan constantemente, vives escapando…fui violado, fuiste amenazado, tantas
cosas y nada de esto, es nuestra culpa ¿Y debemos buscar la forma de hacer que
las cosas malas, hayan valido la pena? Yo no sé si pudiese pensar como tú…
—Si no lo
hago, me volvería loco. Necesito pensar así. Necesito pensar que la vida de mis
padres fue sacrificada por tu vida y tu bienestar. Necesito pensar que sus
muertes no fueron en vano… lo necesito o esta vida no tendría ni un mísero
sentido.
—Lo imagino…
pero no puedo. Me es imposible… todo esto es una injusticia…
—¿Y qué
quieres que haga? La persona que más odié en mi vida, ya está muerto y yo mismo
lo maté. Su hermano está en la cárcel y yo… yo solo sobrevivo, mientras huyo de
la policía.
Me quedé
observándolo en silencio y me acerqué despacio, hice algo que no era parte de
mí, pero me nació como un sentimiento muy fuerte. Estiré mis brazos y lo
envolví junto a mi cuerpo. Lo abracé fuertemente y él, me respondió el abrazo
sin chistar. Era algo que ambos necesitábamos hace muchísimo tiempo. Comenzamos
a llorar y sólo llorar… no decíamos absolutamente nada.
Después de un
buen rato abrazados y consolados uno por el otro. Bebimos un café hecho por él,
conversando un poco más:
—Me mudé a
Okinawa, luego Ikebukuro y ahora Osaka, para que no me encuentren tan
fácilmente. Mi hermana sigue su vida normal en Tokyo, no quiero ni siquiera
molestarla, temo meterla en problemas y por mi sobrino, haría lo que fuera por
su bien, aunque eso implique, no poder verlo.
—Verdad… al
final, nunca lo pude conocer.
—¿Eh? Esto es
terrible… —Tomó su teléfono y rápidamente buscó una imagen— Por favor.
—Uh~ —En la
imagen se veía a Takaki con un niño de aproximadamente tres años. Ambos se
veían realmente felices… sobre todo Yuya, era increíble ver esa sonrisa. —Te
ves feliz…
—Lo estaba
¿Acaso a ti, no te pondría feliz un niño que es tu sobrino para rematar?
—No creo que
tanto…—Me reí leve. —¡Mírate! ¡Te ves más infantil que tu propio sobrino!
—JAJAJA—Se
rió musicalmente. —Qué cosas dices~
—Takaki…—Ver
su sonrisa, era ver esperanza. Su sonrisa era hermosa y no lo podía negar. —¿Irás
pronto a Tokyo?
—Eso espero.
—Entonces,
búscame.
—Oh no… sería
peligroso.
—Bueno,
piénsalo. Te dejaré mi número por si cambias de opinión—Le sonreí.
—¿Has venido
solo por hoy?
—No, estaré
hasta el domingo.
—Ven mañana,
a la hora que puedas, estoy casi siempre acá…
—Está bien…
Nos
despedimos con una leve reverencia y una sonrisa. Cuando sentí el aire del
exterior, pude sentir que una parte de mí por fin se completó. Hoy dormí mucho
mejor.
—o—
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