julio 30, 2015

"No control" I [Okajima-Inoodai-Takachii]

Capítulo 1: “Impulsos”.

  Las entradas para el concierto de “NEMURENAI” se habían vendido por completas. Keito, veía cientos de fans en las puertas del Budokan; Estaba repleto. Grandes filas para poder ingresar. Era realmente molesto.

   —Es imperante la fama que han conseguido…— Musitó, sorbiendo un poco de su café expreso. Se hallaba frente al Budokan, en un minimarket, observando a todas esas personas emocionadas por ingresar. Se quedó unos minutos más y es que; le carcomía el orgullo.
   De pronto, un hombre alto ingresó al local, no pasando desapercibido y con una voz segura e inclusive, algo provocativa, preguntó:
  
   —¿Tienes la cajetilla grande de Malboro?
   —¿N-Na-Nakajima-san? — La voz de la cajera, se oía emocionada, como si fuera a llorar. A su alrededor, muchos murmullos comenzaron a resonar y luego grititos, dentro de aquella tienda. Keito volteó su cabeza y vio al baterista de Nemurenai, éste, volteó la cabeza hacia Okamoto, pero por las grandes gafas que traía el famoso, no supo si realmente habían hecho contacto visual.

   De un momento a otro, todos rodearon al joven. Algunas, pidiéndole autógrafos y otras, sacándose fotos sin ningún permiso. Otras desmayaron y el chico tan solo disfrutaba de ese momento. Keito se mantuvo externo al asunto, observando desde lejos la conmoción.

   —Tranquilas chicas, hay Yuto para todas— Dijo, en un intento en vano de calmarlas.
   De pronto Keito observó, como por la puerta, entraron dos guardaespaldas, con radios transmisores y lentes de sol, prácticamente lanzando a las fans hacia un costado, dándole espacio al baterista para que hiciera su compra con tranquilidad.
   Keito y Yuto sonrieron de medio lado. Ambos, retomando su camino. El baterista de Nemurenai hacia su concierto y Okamoto, hacia su sala de ensayo.

   Caminó por una calle principal, hasta llegar a un callejón, en el cual dobló e ingresó por una puerta de metal. Nadie pensaría que allí había una sala de ensayos. Entró, viendo a todos los miembros de su grupo conversando.

   —¡OH! ¡Keito! —Saludó Yabu, levantando una baqueta de su batería y una amable sonrisa.
   —Perdón el retraso, me quedé viendo el caos de Nemurenai— Comentó, mientras sacaba su guitarra de la funda.

   Nemurenai había debutado, casi al mismo tiempo que la banda de ellos, pero su diferencia fue abismante, cuando vieron como alcanzaban la fama con su primer tour asiático y ellos aún permanecían en el anonimato de una sala de ensayos, bares y programas de televisión locales.

   Ryutaro Morimoto, era el menor del grupo y el que más envidia tenía de Nemurenai. Su carácter era muy inmaduro y difícil de llevar. Sus comentarios siempre eran jodidamente amargos, quejas y críticas. Aun con su adolescencia, los chicos del grupo, le aceptaban y necesitaban. Pero a pesar de su forma de ser, le era muy fiel a la banda, que llevaba el nombre de Kaizen.

   —Nos falta algo realmente bueno para poder triunfar como ellos— Comentó Inoo, el tecladista del grupo.
   —Solo nos falta ensayar más—Dictaminó el menor de todos, poniéndose la banda del bajo entre los hombros y comenzando a tocar.

   Yabu simplemente sonrió ante ese comentario e hizo sonar sus baquetas tres veces antes de comenzar a tocar la canción que hace poco habían creado.
  —¿Qué pasa, Takaki? —Consultó Kota, al terminar la canción y notar preocupación en el rostro del castaño.
   —Es solo que estaba pensando…— Dijo, viendo en la televisión, la noticias del concierto de Nemurenai, en donde aparecía un Yamada Ryosuke muy profesional en el escenario, cantando con total desinhibición. —¿No creen que la fama que no hemos alcanzado, más que nada va por mi timidez? Ya saben… miren a ese chico.

  Apuntó el televisor, mostrando una escena de donde el cantante estaba coqueteando con el guitarrista, haciendo que el público chillara.

   —Eso no es talento, es “fanservice” — Molesto, comentó Morimoto. — Además, no eres el único que no puede ver a los ojos al público o una cámara. No es una limitante, Takaki-san.

   El cantante de Kaizen se quedó pensando, mirando las últimas escenas del noticiario. De alguna forma, sentía el peso recaer en sus hombros, al ser la cara visible el grupo y tener una personalidad tan introvertida. Algo realmente bueno tendría que ocurrírsele para poder hacer que su grupo, alcanzara la fama que tanto añoraban.
   De pronto, sintió una mano en su hombro; era Inoo con una sonrisa más grande que su cabeza.

   —Deja de pensar. ¡Vamos a tomar! — Lo jaló del hombro, hasta sacarlo del trance en el que había caído.

   Los 5 integrantes de la banda fueron por un par de copas al bar de su amigo Koki, pero extrañamente, esta vez, estaba más lleno de lo común. Entraron y vieron a muchas personas, pero aun no entendían el porqué de tanta bulla. Caminaron hasta la barra central y vieron a Juri Tanaka, el hermano del dueño.

   —¡JURI! — Saludó Inoo.
   —Oh, Kaizen está aquí— Contestó amable, pero casi gritando.
   —¿Por qué tanta gente?
  
   El menor apuntó a una mesa, que parecía la culpable de toda la agitación. Estaban sentados y dando algunos autógrafos.

   —¿Nemurenai?

   Para su mala suerte, se encontraban con ellos y es que ser amigo de la persona con el mejor bar de Tokio, significaba ver celebridades una y otra vez.
   Buscaron una mesa algo apartada del tumulto y pidieron cervezas. Conversaron sobre sus nuevas actuaciones e itinerarios, ya que, a pesar de ser un grupo no tan famoso, sí tenían bastante trabajo por hacer, como cualquier japonés.
   Al paso de la noche, la gente comenzó a irse,  pero Nemurenai aún seguía ahí, bebiendo de lo más divertido. De reojo, los chicos de Kaizen veían sus movimientos. Podían notar la estruendosa voz de Chinen Yuri; el guitarrista. Parecía querer llamar la atención, pero tenía una sonrisa muy aterradora y es que parecía cruel. Al igual que el bajista; Hikaru Yaotome, tiraba comentarios bastante ácidos respecto a sus fans, o se reía de cosas, que la mayoría de las personas encontraría un poco ofensivo. Yuto se veía bastante mujeriego, y es que, coqueteaba con todas las chicas que se le cruzaban y Yamada era un chico bastante extraño, Poseía hermosos rasgos, pero más bien, era como un niño travieso.

   —Bien. Iré al baño— Takaki se levantó de la mesa, sintiendo que el piso se le movía levemente.
   Caminó por el pasillo con gran esfuerzo para no pasar vergüenzas y entró a la fría habitación, llena de cerámicas turquesas, un gran espejo, cuatro lavamanos, dos mesones y otro pasillo por detrás, en donde se encontraban los retretes y la pared que unía estos dos pasillos, se ubicaban los urinarios.
   Takaki era un chico bastante tímido y estaba acostumbrado a orinar en un retrete a puerta cerrada. Por lo que, con decisión, fue a uno de ellos. Cuando tiró de la cadena, sintió los pasos de una persona, que sin problemas se oía, que estaba utilizando el urinario.

   —Algún día seré capaz…—Murmuró para sí, algo idiota y abrió la puerta.

   Cuando salió, su sorpresa fue mayor. Vio al guitarrista de Nemurenai, lavando sus manos con total tranquilidad.

   —¡O-OH! — Se le salió de los labios, a un sorprendido Takaki.
   —¿Uhm? — Chinen lo miró a través del espejo.

   No le pareció nada de mal. Aunque el cantante tuviera un carácter tímido, su forma de vestir y su belleza corporal, le eran favorables. Yuri le habló.

   —¿Qué sucede?
   —No. No es nada… — Se acercó a una lavamanos, un tanto nervioso — Es solo que no todos los días, te topas con una celebridad en el baño de un bar. — Contestó, sin mirar sus ojos.
   —¿Y es la gran cosa?
   —¿Eh? — No se esperaba realmente esa respuesta. — Bueno, es solo que tal vez tú no lo entiendas, ya que eres famoso.
   —¿Qué se siente no ser nadie? — A pesar de que Yuri también tenía unos tragos demás, esos comentarios podía decirlo con o sin alcohol en el cuerpo.

   Takaki, una vez más, se sorprendió por el tipo de respuesta. A diferencia, que ahora se sintió ofendido y con el ego dañado. Su humildad y timidez le limitaban a reconocerse a sí mismo como un buen cantante, pero no se calló.  

   —Pensé que las personas como tú eran más amables…
   —¿Amables? —Rió el menor. — ¿Tú… no eres un fan de Nemurenai, verdad?
   —¿Cómo lo sabes?
   —Generalmente, cuando digo algo, no me contestan y solo se ponen a llorar. —Sonrió ladino, mirando al mayor, dispuesto a seguir conversando. —¿Quién eres?
   —Creo que sé por qué es— Sonrió ladino— Oh, Me llamo Takaki Yuya, soy cantante de una banda.
   —¿De cuál?
   —Kaizen.
   —No la conozco — Dijo con indiferencia.
 
   Esa forma de decir las cosas, hacía hervir la sangre del mayor. Era como hablar con un niño malcriado.

   —Nos conocerás pronto.
   —Ehhh~ Qué atrevido —Decía mientras secaba sus manos con papel absorbente.
   —Cuando hagamos un concierto en el budokan, deberás ir— Desafió. Aun no sabía ni siquiera si es que eso se haría realidad alguna vez.

   Chinen rió. 

   —¿Realmente crees que iré?

   Takaki se encogió de hombros, pero logró ver sus ojos por primera vez. Detalló su rostro en milisegundos. Sus pupilas eran negras y desafiantes, combinaban a la perfección con una sonrisa para nada verdadera. Tenía un tono de voz algo molesto y eso se acentuaba con la forma que tenía de decir las cosas. Pero a pesar de ello, era un chico realmente guapo y por algo era así de famoso.

   —¿Crees que ser famoso es algo bueno? ¿Crees que se consigue siendo cómo eres? — Atacó Chinen.
   —¿Eh? —Los ojos de Takaki estaban perplejos, no entendía por qué alguien como él, lo atacaba sin conocerlo.
   —La fama está llena de trampas, entre más cerca, podrás ver mejor sus redes y más peligroso se torna. La ambición no es mala, pero debes aprender a tener una buena personalidad, si no, no sabrás como sobrellevarla.

   Sin darse cuenta, aquel chico, que pensó en un momento le atacaba, simplemente le estaba aconsejando. Tal vez, a su modo. No dijo nada.

   —Bien, espero lo hayas entendido—. Dio media vuelta y se alejó.

   Yuya le siguió por detrás, pero cuando quiso llegar a su mesa, se dio cuenta que ya no estaban. Buscó con sus ojos al resto del grupo hasta que hizo contacto visual con Juri, el hermano menor del dueño, quien le mostró que su gente estaba fuera, pero no con muy buena cara. Corrió hacía la salida y vio como alguien golpeaba a Ryutaro.

   —¡No vuelvas a dirigirte así a mí, maldito malcriado! —Era el cantante de Nemurenai; Yamada.
   “¿Qué mierda sucedió ahora?” Se preguntó Takaki, con total inquietud acercándose al tumulto. Estaba Yabu e Inoo intentando retener al menor del grupo, para que no explotara en un berrinche y comenzara a tirar patadas y maldiciones al mundo.
   —¡Te crees mucho y solo eres un maldito homosexual! —Le decía Morimoto, lleno de rabia, intentando zafarse de los agarres.
   —¡MALDITO BASTARDO! — Ryosuke alzó su puño, con la intención de golpearlo y fue cuando Yuto se entrometió, tomó con fuerzas al brazo del cantante y lo detuvo.
   —Calma. Dejádmelo a mí, Ryosuke— Nakajima sonrió ladino y tronó los huesos de sus dedos. Contaba la leyenda urbana que el baterista de la banda, era uno de los más fuertes. —¡No te metas con Nemurenai! — El fuerte muchacho, iba con todas las intenciones de abofetear al menor, hasta que alguien se interpuso entre ambos, deteniendo en seco el puñetazo.
   —No te metas con menores de edad…—Habló serio, como nunca antes; Keito.

   Los ojos de Nakajima se abrieron como platos, nunca nadie en el pasado, habíase atrevido a detenerlo o enfrenarlo, era algo para recordar. La mano de Keito comenzó a apretar con fuerza la mano del pelinegro, hasta que comenzaron a sonar sus huesos; Le estaba haciendo daño.
   —Nos retiramos, pedimos disculpas por las cosas dichas por nuestro integrante— Habló rápido Yabu, quien se llevó a Ryutaro, mientras le tapaba la boca.

   Takaki e Inoo le siguieron detrás, sabían que Keito era incapaz de golpear o seguir una pelea, solo iba al gimnasio para formar músculos y poder defenderse; era un pacifista e igualitario.
   Los ojos de Keito y Yuto se enviaban ondas eléctricas de odio, el baterista mordía su labio por el dolor, sabía que no podría seguir así por mucho tiempo, ya que sus manos, eran su fuente de trabajo. Okamoto era incapaz de dejarle inválido, por lo que rápidamente le soltó.

   —A la próxima, no seré misericordioso— Amenazó sin fundamento, ya que le era imposible para él, hacerle daño a alguien. Se giró, sin antes darle una mirada exterminadora al alto y se fue, hacía donde se suponía estaba su banda.

   El cuerpo de Keito estaba temblando, sobre todo sus manos. La calculadora y fría mirada de Yuto sobre él, le causó más de un estrago. No le gustaba que las personas le odiaran y menos meterse en peleas, pero no podía quedarse viendo como dañaban a un integrante de su banda, menos aquel hombre, que de alguna forma, muy dentro de él, rencor le tenía.

   —¡Debes aprender a controlarte! —Le regañó Kota, el mayor de lo integrantes. —No puedes seguir comportándote como un niño ¡Ya tienes 19 años!
   —¡Se estaban burlando de nosotros! ¡Jamás permitiré eso de nadie! —Dijo el menor en su defensa.
   —¡No puedes lanzar palabras al aire! ¿Qué sabes tú lo que podría haberte hecho? ¿Qué pasa si no hubiese estado Keito? Además… Sabes lo mal que se pone—Dijo, lanzándole una mirada furtiva al guitarrista, quien se hallaba en una especie de estado de shock, sobre una silla.
   —¡No tienen para qué defenderme! ¡No es su deber!
   —¡Ryutaro, BASTA! —Chilló Inoo, enfadado. —Si quieres problemas ve y métete en ellos, pero no nos comprometas a nosotros. Queremos ser famosos tanto como ellos, pero no es la idea ganarnos su odio y lazarnos palabras hirientes entre nosotros. Ya es suficiente, Keito está mal y Kota no es tu padre que te ande regañando. Basta ya—. Y con el mismo enojo, se fue de la sala de ensayo.

   Takaki veía la escena temeroso y en silencio, no se atrevía a decir ni una sola palabra, detestaba ver a su gente riñendo.
   —Ya es hora de ir a casa—Dijo Yabu, para tranquilizarlos a todos. —Nos vemos mañana a la misma hora y espero mejores ánimos—. Tomó sus cosas y también se fue del lugar.
   Ryutaro, soltando bufidos, repitió la acción. Solo quedaron Takaki y Keito.

   —¿Quieres que te vaya a dejar a casa? —Se ofreció amable el mayor.
   —A-Ah… yo, yo solo necesito algo de tiempo—Dijo torpe, parándose de la silla.
   —Vamos, Okamoto, no es necesario que te sobre esfuerces. Siempre te haces el cool y luego pasa esto, aunque… preferiría ser como tú y no un cobarde que jamás dice nada.
   —Hey… ¡Esto es penoso! Imagínate ese tal Yuto me viera ahora, se reiría de mí, no podría defenderlos.
   —Pero no te ve y no te verá, yo me encargaré de cubrirte— Sonrió amplio el castaño.
   —G-Gracias, Takaki—Okamoto rió leve, pero sincero. Ambos se fueron caminando lentamente hacía sus casas.

—o—

   Inoo pateó unas cuantas piedras al caminar, no quería llegar enojado a casa, pero detestaba la actitud aniñada del menor, se detuvo en una parada de buses y aún con el ceño fruncido detuvo el autobús nocturno. Se subió a él y se sentó bufando, mirando hacia la ventana.

   —Estúpidos niños… ¿Qué acaso no pueden madurar? —Murmuró para sí, mientras alguien se sentaba a su lado.
   —Disculpa…
 
   Kei lo ignoró por completo y siguió criticando en su interior a la gente inmadura.
   —Disculpa…
   —¿Qué? —Contestó cortante y mirando muy de reojo.
   —¿Tú eres Inoo Kei? ¿De Kaizen? ¿Podrías darme un autógrafo? Soy tu fan—La persona que estaba a su lado mostró una sonrisa, pero Inoo la ignoró por completo, mirando hacia la ventana.
   —Lo siento, hoy no estoy de humor.

   El músico se iba a levantar de su puesto para irse de ahí, cuando se encontró el rostro de un joven castaño, moreno, con rasgos felinos y una sonrisa tan grande como la suya, no pudo hacer más que admirarlo, era su definición de “belleza” hecha persona y lo extraño; Belleza puesta en un hombre. Se quedaron viendo bastante tiempo, Inoo sorprendido y el chico sonrojado, sin saber qué hacer.

   —Lo s-siento, no quise molestar…—Desvió la mirada.
   —N-No, no, yo…—Kei se perdió en los ojos del chico, los cuales miraban cada vez más avergonzados. —Yo no estoy molesto…—Dijo paradójicamente.
   —Pero hace un momento me has dicho que no estabas…
   —No importa lo que dije hace un momento— Sonrió, callándole.
  
   El muchacho se largó a reír suavemente frente al músico. Y con un poco de más confianza, se le quedó mirando.

   —¿Te importaría darme un autógrafo? —Le consultó, algo más atrevido y ofreciéndole un plumón.
   —Claro, ¿Pero, qué me das a cambio? —Dijo Inoo, con dobles intenciones, sosteniendo el plumón.
   —¿Qué tipo de cosas querría alguien talentoso como tú, de un muggle como yo?
   —¡JAJAJA! Eres gracioso chico ¿Dónde firmo? —Interrogó, quitándole la tapa al lápiz con los dientes.
   —Ah, no tengo nada…—Decía buscando algo, hasta que se le ocurrió una idea—. Aquí— Dijo, bajando su polera por el costado izquierdo de su hombro.

   Inoo se sonrojó instantáneamente e intentó no darle importancia. La piel del chico le llamaba la atención y aun no entendía si era el alcohol que aun alojaba en su cuerpo o si era otra cosa, pero la verdad, es que estaba ardiendo por aquel chico.
 
   —¿Cuál es tu nombre? —Se acercó con cuidado a su piel y se sostuvo desde el cuello con una de sus manos.
   —Arioka, Daiki Arioka—Le susurró provocativamente en el oído al mayor, haciéndole temblar con tan solo imaginar esos susurros en otras situaciones. Se mordió el labio e intentó no dar a ver su rostro. —Pero puedes decirme Dai-chan—Volvió a murmurar.
   —A-ah… Está bien, entonces… “Con cariño… para Dai-chan, de Inoo Kei. Kaizen.” —Temblando, terminó por escribir el autógrafo, y es que tenía una pelea constante con su mente, por no succionar aquella piel. No era correcto. No en aquel bus.
   —Inoo-san…—Nombró con voz dulce y tentadora. Kei cedió.

   Sin pensarlo mordió la piel del chico y la succionó hasta dejarle una marca, ni siquiera sabía si el menor tenía pareja o algo y en verdad, no le interesaba. Solo se dejó llevar por lo que el castaño provocó.

   —A-Ah… —Gimió, suavemente y en la intimidad de su metro cuadrado, para no llamar la atención de quien pudiera ir en ese bus.
   Inoo se alejó aterrado por lo que había hecho, pensando en que Daiki lo viera como un loco. Pero no, su respuesta estaba en las sonrosadas mejillas del otro.

   —B-Bueno, creo que mis autógrafos son algo especiales…— Balbució, no sabía qué hacer.
   — ¿Acaso a todos les haces lo mismo?—. Arioka, cubrió su hombro y le miró curioso.
  —Eres el primero…—Kei tragó saliva, quería salir de ahí, se sentía demasiado estúpido.
  —Entonces… permíteme ser el único—. Daiki sonrió astuto, mirando los ojos del pianista, los cuales se sorprendieron.
   — ¿Qué…?

   El castaño bufó suavemente y se acercó a Inoo, uniendo sus labios en un beso intenso, cargado de deseo, por ambas partes. Movieron sus labios, sintiendo la suavidad y carnosidad del otro. Era sin dudas, el mejor beso de sus vidas. El más inesperado y delicioso. Kei luchaba por no tomarlo y cogerlo ahí mismo y Daiki hacía todo lo posible porque Inoo hiciera eso. La mano del menor, se posó en el miembro del mayor y este en respuesta, para evitar gritar, le mordió el labio inferior, hasta hacerle daño. Lo empujó y salieron de esos asientos, bajándose rápidamente del bus, cegados por el deseo. Caminaron unas cuantas cuadras, hasta llegar a un callejón, en donde hallaron un motel, ingresaron con el mismo deseo que tenían en el bus.

—o—

   Takaki se aseguró de dejar al guitarrista sano y salvo en casa, para luego vagar por unas cuántas calles antes de llegar a la suya. Aún las palabras del chico del baño, rondaban por su cabeza. “¿Crees que ser famoso es algo bueno? ¿Crees que se consigue siendo cómo eres?”.

   —¿A qué se refería con eso de ser cómo soy? ¿Soy demasiado tímido? ¿Demasiado torpe? ¿Acaso me conoce de antes…?— El cantante frunció el ceño, algo molesto y curioso por entender. —“La fama está llena de trampas, entre más cerca, podrás ver mejor sus redes y más peligroso se torna. La ambición no es mala, pero debes aprender a tener una buena personalidad, si no, no sabrás como sobrellevarla” —. Yuya aún inmortalizaba tan claro sus palabras, que cuando llegó a casa, las anotó en un papel, antes de olvidarlas por completo.  Quería descifrar por qué el guitarrista de Nemurenai, se había molestado en aconsejarlo.

   Ante la imposibilidad de descansar o dormir por todas las preguntas que amenazaron su mente, encendió su laptop. Lo contiguo fue buscar en internet “Nemurenai”, luego rebuscó dentro de sus integrantes el nombre de su guitarrista “Chinen Yuri”. Leyó toda su biografía de internet, además de datos curiosos, como que odiaba las berenjenas y gustaba de la vainilla, leyó entrevistas, vio programas de televisión en donde hubiese aparecido e incluso vio algunos de sus conciertos.
 
   Mientras más averiguaba sobre el menor, más sentía que encubría algo. Como si tuviera una doble personalidad o algo similar. Todo eso le ponía cautivo, de a poco transformando sus dudas en una preocupación.
—o—

   A penas cerraron la puerta con llave, sus respiraciones se hallaban agitadas. Sus labios se ensamblaban con deseo. Inoo besaba cada parte que podía del cuerpo del menor, mientras pretendía quitarle la ropa. Daiki, por su lado, copiaba los movimientos. Le quitó la chaqueta y su playera, todo lo que le molestara, ambos torsos quedaron al descubierto, se envolvían con desesperación. Las manos del menor rasgaban la espalda del pianista, hasta desangrarlo. Sin importarle demasiado, Kei alzó al muchacho, haciendo que le abrazara las caderas con sus piernas, sitiándolo contra la pared.
   El deseo invadió esa habitación. Eran dos extraños, codiciando ingresar tan recóndito y tan fulminante en la vida del otro, como fuera posible. No sabían si eso podría ser llamado “sexo”, porque era algo que iba más allá de lo que ya habían experimentado. Pero tampoco sabían si llamarlo “amor” porque no importó si era un hombre o una mujer, ni su nombre o la edad, solo el querer poseerse el uno al otro.
   El mayor comenzó a apegar cada vez más su miembro con el del chico, aprisionándolo contra la pared.

   —¡AH! ¡Inoo-c-chan! —Gimió Daiki, sin contener nada, tratándolo cercanamente—. Lo tenían suspendido desde su trasero y las traviesas manos de Inoo no se iban a quedar quietas, menos en un instante así. Lo dio varios agarrones, haciendo sonrojar de sobre manera al joven.

   —Dai-chan…—Musitó con ardor, frente a sus labios y nuevamente le besó, mientras lo cargaba a la cama. Se hundieron sobre el colchón y sin perder tiempo Inoo aflojó el cinturón y bajó toda la ropa del menor, dejándole totalmente desnudo.

   Daiki, zanjó el beso puramente porque deseaba conocer por completo a su ídolo, quería que le cogiera como jamás nadie antes lo había hecho. Al estar ambos sin ropas, se sonrieron. Arioka abrazó las caderas de Inoo y este, acomodó su miembro en el orificio ínfimo del menor. No lo preparó, no le aviso, simplemente ingresó con satanismo, rasgándole algo más que su piel.

   —¡AAAH! —El castaño encorvó su espalda ante el dolor. Su respiración estaba temblorosa y ahora, sudaba frío. Inoo, desconociendo toda dolencia continuaba las estocadas, quizás no tan rápidas, porque le costaba ingresar una y otra vez, pero al minuto que le fue más hacedero, todo aquel dolor, para ambos; Se volvió un éxtasis.

   —¡Maldita sea, Daiki! —Vociferó, ante las nuevas sensaciones que experimentó. Había un elixir de sabor en todo el ambiente. De pronto, Arioka hizo un esfuerzo por intercambiar posiciones y el músico le hizo caso sin protestar. Ahora, era su fan quien se alzaba de manera magistral una y otra vez sobre él. Caía en seco, haciéndole gritar más de alguna insolencia deseosa. Inoo sostenía su cintura, marcando el tempo cada vez más rápido, mirando la expresión de goce que mantenía el chico.
   Se mantuvieron un poco más en esa posición, hasta que Daiki le pidió algo que en absoluto hubiese hecho. Se levantaron de aquella cama y se llevó al chico a la pared. Inoo, concibiendo enseguida, lo volteó y azotó contra aquella pared, besando y mordiendo lo que más pudo de su dorso, pero sin aguardar más, volvió a ingresar su falo en el ano del chico, penetrándolo una vez más con lujuria. Ambos gimoteaban al unísono.
  
   —I-Inoo… ¡AH! —. La voz del más bajo se hacía presente en cada estocada, era grave y a veces aguda, cosa que volvía maniático al mayor por oírlo más seguido. Quitó su miembro del interior y lo volvió a girar. Ahora tenía sus labios frente a él. Ingresó nuevamente, alzando una de las piernas del chico para mayor comodidad. Kei, estaba a punto de correrse y para evitar gemir tan enérgico, mordió el otro hombro del chico, sacándole algo de sangre. Mientras lo penetraba continuamente, llegó al clímax en su interior.

   —¡AHH! ¡AH! —. Inoo seguía azotándolo contra aquella pared a pesar de haber expulsado su semen y Daiki seguía sumergido en el placer pre seminal, abrazándolo por el cuello y deseando un poco más del mayor.

   El pianista sin preguntar si así lo quería Arioka o no, sacó su pene de donde estaba, se agachó y comenzó a hacerle la mejor felación de su vida. Podía sentir las venas abultadas y el miembro rígido del castaño. Con dedicación, succionó aquel falo. Las piernas del menor cedieron y cayó al suelo, pero esto no impidió que Inoo continuará con su labor. Lo masturbó con su propia boca, incesantemente.

   —¡POR DIOS, INOO! ¡AAH! ¡S-SIGUE! —. Cegado, clamando placer, sin importar cuantas personas anduvieran cerca de su habitación, nada la importó. Solo quería correrse en la boca de su ídolo. Quería llenarlo de sí y que jamás se olvidara de él, era su aspiración.
   Inoo, ya en el suelo, seguía moviendo su cabeza, sus carnosos labios lo envolvían y presionaban. Sin notarlo, de un momento a otro, su boca estaba llena de un líquido espeso, era increíble la cantidad que desbordó, tanto así que le fue algo difícil tragarlo.
   Sintió unas manos en su cabeza, acariciándole. Elevó su rostro y vio los semi cerrados y cansados ojos del menor, respiraba muy rápido y se veía tan frágil y hermoso que no evitó el abrazarlo ahí mismo, siendo correspondido. Se levantó de ahí y lo llevó en brazos hacia la cama. Daiki se aferró al muchacho, temiendo que fuera solo uno de sus sueños mojados más increíbles, pero no; Era real y ahí estaba Inoo, embobado por el chico, acariciando cada parte de él. Lo besó intensamente y se quedaron mirando un buen resto de la noche, dándose caricias pero sin decir mayor palabra, hasta caer dormidos.

—o—

   —Así que llegó el día en que vencieron a Nakajima Yuto—Dijo chismoso, Chinen.
   —Cállate, Yuri—. Demandó el baterista, realmente molesto.
   —¡Oh~! Alguien está enfadado—. Continuó el guitarrista.
   —“No te metas con menores de edad” —. Imitó en voz grave, Hikaru.
   —¡Mi mano, me duele! —Siguió la broma, el menor de todos. —¡JAJAJA!
   —Críos—. Maldijo Yuto, desviando sus pies hacia otra calle, evitando seguir caminando con ellos.
   —¡Recuerda mañana ir a ensayo~!—Gritó de manera cariñosa y burlesca, el bajista.

   Yuto simplemente levantó su dedo en medio, dándole la espalda.

   —¿Dónde crees que vaya? Jamás le había visto tan furioso—. Analizó Yamada, viéndole ir.
   —No lo sé. Lo más probable es que fue a coger con alguna de sus rameras—. Respondió Yaotome, sin darle mayor importancia. Conocían esa parte de Yuto, su solución a todo era el sexo y constantemente estaba rodeado de mujeres, era un seductor profesional. —¿Irán a casa o la fiesta sigue? —. Preguntó con motivación.
   —Yo me voy a casa—. Dijo un Chinen más frío. —Estoy cansado.
   —Yo también, Hikaru. Lo siento.
   —Ah~ Siempre lo mismo con ustedes, nos presentamos en algún lugar, bebemos y ya quieren ir dormir.
   —Tú solo tocas el bajo, no debes correr, saltar, tirarte encima de las fans y hacer fanservice. —Reprendió Ryosuke.
   —Sé que te gusta tu trabajo, así que no me chantajees.
   —Vago.

   Mientras discutían, Yuri ya había retomado camino a casa.

—o—

   Llegó a un antro que frecuentaba cuando se sentía frustrado. No se sirvió nada, simplemente entró buscando a una chica en específico, quien ya conocía los gustos y estados anímicos del baterista. Cuando hicieron contacto visual, la mujer entendió perfectamente y se lo llevó al motel colindante al bar.
   Nakajima le practicó un sexo violento, intentando remarcar quién mandaba allí. Cuando se sentía inferior, ansiaba hacer algo que le forjara concebir lo contrario. Era muy impulsivo y no solía controlarse. Le quitó sus ropas y simplemente comenzó a besarla mientras aplastaba sus glúteos con ambición. Ni siquiera se quitó alguna prenda. Cegado por la furia, tan solo sacó su miembro y obligó a la chica a hacerle una felación para alzar su miembro, posteriormente, la penetró violentamente, inclusive hasta hacerle sangrar.
   Yuto estaba descontrolado.
   Comenzó a azotarla entre estocadas, mientras golpeaba la cama con furia, gritaba y se descargaba con rabia por ese maldito guitarrista, que le humilló.

   —¡Nakajima-san! ¡Detente! —Gritó la mujer, completamente asustada.

   El chico se detuvo, reaccionando ante lo que había hecho. Se salió de su interior y se acomodó la ropa, cubriendo su miembro. Buscó algo de dinero y le dio una paga extra por el mal momento.

    —Vete—. Le dijo a la chica, quien sabía del menor. Violento y animal eran las palabras perfectas para describirle al momento de estar frustrado o humillado. Pero esta vez, fue un descontrol, que ni siquiera logró saciar.

   La mujer, desconcertada salió de aquella habitación, vistiéndose lo más rápido posible. Tomó el fardo de billetes y cerró la puerta. Al mismo momento que Yuto se halló solo, tomó el control de la televisión y lo lanzó contra la pared.

   —¡AAH! —. Se rascó con rabia la cabeza y tomó su teléfono celular.

   “Los integrantes de una banda emergente, llamada Kaizen, me han sorprendido de mala manera. Intentaron golpear a nuestro cantante (Ryosuke)”. —Posteó en una red social.

   La fama de Yuto era tan grande que causaba influenciar a miles de mentes con tan solo una cosa que pronunciara. Fans tenía por montones y era fácil boicotear la vida de una persona o en este caso de una banda entera. Era obvio, que aunque Kaizen se defendiera, la fama y el apoyo se irían a Nemurenai. Estaban perdidos.

   Un poco más satisfecho, se lanzó encima de la cama y logró conciliar el sueño.


—o

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