Capítulo 1: “Impulsos”.
Las entradas para el concierto de “NEMURENAI” se habían vendido por
completas. Keito, veía cientos de fans en las puertas del Budokan; Estaba
repleto. Grandes filas para poder ingresar. Era realmente molesto.
—Es imperante
la fama que han conseguido…— Musitó, sorbiendo un poco de su café expreso. Se
hallaba frente al Budokan, en un minimarket, observando a todas esas personas
emocionadas por ingresar. Se quedó unos minutos más y es que; le carcomía el
orgullo.
De pronto, un
hombre alto ingresó al local, no pasando desapercibido y con una voz segura e
inclusive, algo provocativa, preguntó:
—¿Tienes la cajetilla
grande de Malboro?
—¿N-Na-Nakajima-san?
— La voz de la cajera, se oía emocionada, como si fuera a llorar. A su
alrededor, muchos murmullos comenzaron a resonar y luego grititos, dentro de
aquella tienda. Keito volteó su cabeza y vio al baterista de Nemurenai, éste,
volteó la cabeza hacia Okamoto, pero por las grandes gafas que traía el famoso,
no supo si realmente habían hecho contacto visual.
De un momento a otro, todos rodearon al joven.
Algunas, pidiéndole autógrafos y otras, sacándose fotos sin ningún permiso.
Otras desmayaron y el chico tan solo disfrutaba de ese momento. Keito se mantuvo
externo al asunto, observando desde lejos la conmoción.
—Tranquilas
chicas, hay Yuto para todas— Dijo, en un intento en vano de calmarlas.
De pronto
Keito observó, como por la puerta, entraron dos guardaespaldas, con radios
transmisores y lentes de sol, prácticamente lanzando a las fans hacia un
costado, dándole espacio al baterista para que hiciera su compra con
tranquilidad.
Keito y Yuto
sonrieron de medio lado. Ambos, retomando su camino. El baterista de Nemurenai
hacia su concierto y Okamoto, hacia su sala de ensayo.
Caminó por
una calle principal, hasta llegar a un callejón, en el cual dobló e ingresó por
una puerta de metal. Nadie pensaría que allí había una sala de ensayos. Entró,
viendo a todos los miembros de su grupo conversando.
—¡OH! ¡Keito! —Saludó Yabu, levantando una
baqueta de su batería y una amable sonrisa.
—Perdón el
retraso, me quedé viendo el caos de Nemurenai— Comentó, mientras sacaba su
guitarra de la funda.
Nemurenai
había debutado, casi al mismo tiempo que la banda de ellos, pero su diferencia
fue abismante, cuando vieron como alcanzaban la fama con su primer tour
asiático y ellos aún permanecían en el anonimato de una sala de ensayos, bares
y programas de televisión locales.
Ryutaro
Morimoto, era el menor del grupo y el que más envidia tenía de Nemurenai. Su
carácter era muy inmaduro y difícil de llevar. Sus comentarios siempre eran
jodidamente amargos, quejas y críticas. Aun con su adolescencia, los chicos del
grupo, le aceptaban y necesitaban. Pero a pesar de su forma de ser, le era muy
fiel a la banda, que llevaba el nombre de Kaizen.
—Nos falta
algo realmente bueno para poder triunfar como ellos— Comentó Inoo, el
tecladista del grupo.
—Solo nos
falta ensayar más—Dictaminó el menor de todos, poniéndose la banda del bajo
entre los hombros y comenzando a tocar.
Yabu
simplemente sonrió ante ese comentario e hizo sonar sus baquetas tres veces
antes de comenzar a tocar la canción que hace poco habían creado.
—¿Qué pasa,
Takaki? —Consultó Kota, al terminar la canción y notar preocupación en el
rostro del castaño.
—Es solo que
estaba pensando…— Dijo, viendo en la televisión, la noticias del concierto de
Nemurenai, en donde aparecía un Yamada Ryosuke muy profesional en el escenario,
cantando con total desinhibición. —¿No creen que la fama que no hemos
alcanzado, más que nada va por mi timidez? Ya saben… miren a ese chico.
Apuntó el
televisor, mostrando una escena de donde el cantante estaba coqueteando con el
guitarrista, haciendo que el público chillara.
—Eso no es
talento, es “fanservice” — Molesto, comentó Morimoto. — Además, no eres el
único que no puede ver a los ojos al público o una cámara. No es una limitante,
Takaki-san.
El cantante
de Kaizen se quedó pensando, mirando las últimas escenas del noticiario. De
alguna forma, sentía el peso recaer en sus hombros, al ser la cara visible el
grupo y tener una personalidad tan introvertida. Algo realmente bueno tendría
que ocurrírsele para poder hacer que su grupo, alcanzara la fama que tanto
añoraban.
De pronto,
sintió una mano en su hombro; era Inoo con una sonrisa más grande que su
cabeza.
—Deja de
pensar. ¡Vamos a tomar! — Lo jaló del hombro, hasta sacarlo del trance en el
que había caído.
Los 5
integrantes de la banda fueron por un par de copas al bar de su amigo Koki,
pero extrañamente, esta vez, estaba más lleno de lo común. Entraron y vieron a
muchas personas, pero aun no entendían el porqué de tanta bulla. Caminaron
hasta la barra central y vieron a Juri Tanaka, el hermano del dueño.
—¡JURI! —
Saludó Inoo.
—Oh, Kaizen
está aquí— Contestó amable, pero casi gritando.
—¿Por qué
tanta gente?
El menor
apuntó a una mesa, que parecía la culpable de toda la agitación. Estaban
sentados y dando algunos autógrafos.
—¿Nemurenai?
Para su mala
suerte, se encontraban con ellos y es que ser amigo de la persona con el mejor
bar de Tokio, significaba ver celebridades una y otra vez.
Buscaron una
mesa algo apartada del tumulto y pidieron cervezas. Conversaron sobre sus
nuevas actuaciones e itinerarios, ya que, a pesar de ser un grupo no tan
famoso, sí tenían bastante trabajo por hacer, como cualquier japonés.
Al paso de la
noche, la gente comenzó a irse, pero
Nemurenai aún seguía ahí, bebiendo de lo más divertido. De reojo, los chicos de
Kaizen veían sus movimientos. Podían notar la estruendosa voz de Chinen Yuri;
el guitarrista. Parecía querer llamar la atención, pero tenía una sonrisa muy
aterradora y es que parecía cruel. Al igual que el bajista; Hikaru Yaotome,
tiraba comentarios bastante ácidos respecto a sus fans, o se reía de cosas, que
la mayoría de las personas encontraría un poco ofensivo. Yuto se veía bastante
mujeriego, y es que, coqueteaba con todas las chicas que se le cruzaban y
Yamada era un chico bastante extraño, Poseía hermosos rasgos, pero más bien,
era como un niño travieso.
—Bien. Iré al
baño— Takaki se levantó de la mesa, sintiendo que el piso se le movía
levemente.
Caminó por el
pasillo con gran esfuerzo para no pasar vergüenzas y entró a la fría
habitación, llena de cerámicas turquesas, un gran espejo, cuatro lavamanos, dos
mesones y otro pasillo por detrás, en donde se encontraban los retretes y la
pared que unía estos dos pasillos, se ubicaban los urinarios.
Takaki era un
chico bastante tímido y estaba acostumbrado a orinar en un retrete a puerta
cerrada. Por lo que, con decisión, fue a uno de ellos. Cuando tiró de la
cadena, sintió los pasos de una persona, que sin problemas se oía, que estaba
utilizando el urinario.
—Algún día
seré capaz…—Murmuró para sí, algo idiota y abrió la puerta.
Cuando salió,
su sorpresa fue mayor. Vio al guitarrista de Nemurenai, lavando sus manos con
total tranquilidad.
—¡O-OH! — Se
le salió de los labios, a un sorprendido Takaki.
—¿Uhm? —
Chinen lo miró a través del espejo.
No le pareció
nada de mal. Aunque el cantante tuviera un carácter tímido, su forma de vestir
y su belleza corporal, le eran favorables. Yuri le habló.
—¿Qué sucede?
—No. No es
nada… — Se acercó a una lavamanos, un tanto nervioso — Es solo que no todos los
días, te topas con una celebridad en el baño de un bar. — Contestó, sin mirar
sus ojos.
—¿Y es la
gran cosa?
—¿Eh? — No se esperaba realmente esa
respuesta. — Bueno, es solo que tal vez tú no lo entiendas, ya que eres famoso.
—¿Qué se
siente no ser nadie? — A pesar de que Yuri también tenía unos tragos demás,
esos comentarios podía decirlo con o sin alcohol en el cuerpo.
Takaki, una
vez más, se sorprendió por el tipo de respuesta. A diferencia, que ahora se
sintió ofendido y con el ego dañado. Su humildad y timidez le limitaban a
reconocerse a sí mismo como un buen cantante, pero no se calló.
—Pensé que
las personas como tú eran más amables…
—¿Amables? —Rió
el menor. — ¿Tú… no eres un fan de Nemurenai, verdad?
—¿Cómo lo
sabes?
—Generalmente,
cuando digo algo, no me contestan y solo se ponen a llorar. —Sonrió ladino,
mirando al mayor, dispuesto a seguir conversando. —¿Quién eres?
—Creo que sé
por qué es— Sonrió ladino— Oh, Me llamo Takaki Yuya, soy cantante de una banda.
—¿De cuál?
—Kaizen.
—No la
conozco — Dijo con indiferencia.
Esa forma de
decir las cosas, hacía hervir la sangre del mayor. Era como hablar con un niño
malcriado.
—Nos
conocerás pronto.
—Ehhh~ Qué atrevido —Decía mientras secaba
sus manos con papel absorbente.
—Cuando
hagamos un concierto en el budokan, deberás ir— Desafió. Aun no sabía ni
siquiera si es que eso se haría realidad alguna vez.
Chinen
rió.
—¿Realmente
crees que iré?
Takaki se
encogió de hombros, pero logró ver sus ojos por primera vez. Detalló su rostro
en milisegundos. Sus pupilas eran negras y desafiantes, combinaban a la
perfección con una sonrisa para nada verdadera. Tenía un tono de voz algo
molesto y eso se acentuaba con la forma que tenía de decir las cosas. Pero a
pesar de ello, era un chico realmente guapo y por algo era así de famoso.
—¿Crees que
ser famoso es algo bueno? ¿Crees que se consigue siendo cómo eres? — Atacó
Chinen.
—¿Eh? —Los ojos
de Takaki estaban perplejos, no entendía por qué alguien como él, lo atacaba
sin conocerlo.
—La fama está
llena de trampas, entre más cerca, podrás ver mejor sus redes y más peligroso
se torna. La ambición no es mala, pero debes aprender a tener una buena
personalidad, si no, no sabrás como sobrellevarla.
Sin darse
cuenta, aquel chico, que pensó en un momento le atacaba, simplemente le estaba
aconsejando. Tal vez, a su modo. No dijo nada.
—Bien, espero
lo hayas entendido—. Dio media vuelta y se alejó.
Yuya le
siguió por detrás, pero cuando quiso llegar a su mesa, se dio cuenta que ya no
estaban. Buscó con sus ojos al resto del grupo hasta que hizo contacto visual
con Juri, el hermano menor del dueño, quien le mostró que su gente estaba fuera,
pero no con muy buena cara. Corrió hacía la salida y vio como alguien golpeaba
a Ryutaro.
—¡No vuelvas
a dirigirte así a mí, maldito malcriado! —Era el cantante de Nemurenai; Yamada.
“¿Qué mierda sucedió ahora?” Se preguntó
Takaki, con total inquietud acercándose al tumulto. Estaba Yabu e Inoo
intentando retener al menor del grupo, para que no explotara en un berrinche y
comenzara a tirar patadas y maldiciones al mundo.
—¡Te crees
mucho y solo eres un maldito homosexual! —Le decía Morimoto, lleno de rabia,
intentando zafarse de los agarres.
—¡MALDITO
BASTARDO! — Ryosuke alzó su puño, con la intención de golpearlo y fue cuando
Yuto se entrometió, tomó con fuerzas al brazo del cantante y lo detuvo.
—Calma. Dejádmelo
a mí, Ryosuke— Nakajima sonrió ladino y tronó los huesos de sus dedos. Contaba
la leyenda urbana que el baterista de la banda, era uno de los más fuertes. —¡No
te metas con Nemurenai! — El fuerte muchacho, iba con todas las intenciones de abofetear
al menor, hasta que alguien se interpuso entre ambos, deteniendo en seco el
puñetazo.
—No te metas
con menores de edad…—Habló serio, como nunca antes; Keito.
Los ojos de
Nakajima se abrieron como platos, nunca nadie en el pasado, habíase atrevido a
detenerlo o enfrenarlo, era algo para recordar. La mano de Keito comenzó a
apretar con fuerza la mano del pelinegro, hasta que comenzaron a sonar sus
huesos; Le estaba haciendo daño.
—Nos
retiramos, pedimos disculpas por las cosas dichas por nuestro integrante— Habló
rápido Yabu, quien se llevó a Ryutaro, mientras le tapaba la boca.
Takaki e Inoo
le siguieron detrás, sabían que Keito era incapaz de golpear o seguir una
pelea, solo iba al gimnasio para formar músculos y poder defenderse; era un
pacifista e igualitario.
Los ojos de
Keito y Yuto se enviaban ondas eléctricas de odio, el baterista mordía su labio
por el dolor, sabía que no podría seguir así por mucho tiempo, ya que sus manos,
eran su fuente de trabajo. Okamoto era incapaz de dejarle inválido, por lo que rápidamente
le soltó.
—A la
próxima, no seré misericordioso— Amenazó sin fundamento, ya que le era
imposible para él, hacerle daño a alguien. Se giró, sin antes darle una mirada
exterminadora al alto y se fue, hacía donde se suponía estaba su banda.
El cuerpo de
Keito estaba temblando, sobre todo sus manos. La calculadora y fría mirada de
Yuto sobre él, le causó más de un estrago. No le gustaba que las personas le
odiaran y menos meterse en peleas, pero no podía quedarse viendo como dañaban a
un integrante de su banda, menos aquel hombre, que de alguna forma, muy dentro
de él, rencor le tenía.
—¡Debes
aprender a controlarte! —Le regañó Kota, el mayor de lo integrantes. —No puedes
seguir comportándote como un niño ¡Ya tienes 19 años!
—¡Se estaban
burlando de nosotros! ¡Jamás permitiré eso de nadie! —Dijo el menor en su
defensa.
—¡No puedes
lanzar palabras al aire! ¿Qué sabes tú lo que podría haberte hecho? ¿Qué pasa
si no hubiese estado Keito? Además… Sabes lo mal que se pone—Dijo, lanzándole
una mirada furtiva al guitarrista, quien se hallaba en una especie de estado de
shock, sobre una silla.
—¡No tienen
para qué defenderme! ¡No es su deber!
—¡Ryutaro,
BASTA! —Chilló Inoo, enfadado. —Si quieres problemas ve y métete en ellos, pero
no nos comprometas a nosotros. Queremos ser famosos tanto como ellos, pero no
es la idea ganarnos su odio y lazarnos palabras hirientes entre nosotros. Ya es
suficiente, Keito está mal y Kota no es tu padre que te ande regañando. Basta
ya—. Y con el mismo enojo, se fue de la sala de ensayo.
Takaki veía
la escena temeroso y en silencio, no se atrevía a decir ni una sola palabra,
detestaba ver a su gente riñendo.
—Ya es hora
de ir a casa—Dijo Yabu, para tranquilizarlos a todos. —Nos vemos mañana a la
misma hora y espero mejores ánimos—. Tomó sus cosas y también se fue del lugar.
Ryutaro,
soltando bufidos, repitió la acción. Solo quedaron Takaki y Keito.
—¿Quieres que
te vaya a dejar a casa? —Se ofreció amable el mayor.
—A-Ah… yo, yo
solo necesito algo de tiempo—Dijo torpe, parándose de la silla.
—Vamos,
Okamoto, no es necesario que te sobre esfuerces. Siempre te haces el cool y
luego pasa esto, aunque… preferiría ser como tú y no un cobarde que jamás dice
nada.
—Hey… ¡Esto
es penoso! Imagínate ese tal Yuto me viera ahora, se reiría de mí, no podría
defenderlos.
—Pero no te
ve y no te verá, yo me encargaré de cubrirte— Sonrió amplio el castaño.
—G-Gracias,
Takaki—Okamoto rió leve, pero sincero. Ambos se fueron caminando lentamente
hacía sus casas.
—o—
Inoo pateó
unas cuantas piedras al caminar, no quería llegar enojado a casa, pero
detestaba la actitud aniñada del menor, se detuvo en una parada de buses y aún
con el ceño fruncido detuvo el autobús nocturno. Se subió a él y se sentó
bufando, mirando hacia la ventana.
—Estúpidos
niños… ¿Qué acaso no pueden madurar? —Murmuró para sí, mientras alguien se
sentaba a su lado.
—Disculpa…
Kei lo ignoró
por completo y siguió criticando en su interior a la gente inmadura.
—Disculpa…
—¿Qué? —Contestó
cortante y mirando muy de reojo.
—¿Tú eres
Inoo Kei? ¿De Kaizen? ¿Podrías darme un autógrafo? Soy tu fan—La persona que
estaba a su lado mostró una sonrisa, pero Inoo la ignoró por completo, mirando
hacia la ventana.
—Lo siento,
hoy no estoy de humor.
El músico se
iba a levantar de su puesto para irse de ahí, cuando se encontró el rostro de
un joven castaño, moreno, con rasgos felinos y una sonrisa tan grande como la
suya, no pudo hacer más que admirarlo, era su definición de “belleza” hecha
persona y lo extraño; Belleza puesta en un hombre. Se quedaron viendo bastante
tiempo, Inoo sorprendido y el chico sonrojado, sin saber qué hacer.
—Lo s-siento,
no quise molestar…—Desvió la mirada.
—N-No, no,
yo…—Kei se perdió en los ojos del chico, los cuales miraban cada vez más
avergonzados. —Yo no estoy molesto…—Dijo paradójicamente.
—Pero hace un
momento me has dicho que no estabas…
—No importa
lo que dije hace un momento— Sonrió, callándole.
El muchacho
se largó a reír suavemente frente al músico. Y con un poco de más confianza, se
le quedó mirando.
—¿Te
importaría darme un autógrafo? —Le consultó, algo más atrevido y ofreciéndole
un plumón.
—Claro,
¿Pero, qué me das a cambio? —Dijo Inoo, con dobles intenciones, sosteniendo el
plumón.
—¿Qué tipo de
cosas querría alguien talentoso como tú, de un muggle como yo?
—¡JAJAJA!
Eres gracioso chico ¿Dónde firmo? —Interrogó, quitándole la tapa al lápiz con
los dientes.
—Ah, no tengo
nada…—Decía buscando algo, hasta que se le ocurrió una idea—. Aquí— Dijo,
bajando su polera por el costado izquierdo de su hombro.
Inoo se
sonrojó instantáneamente e intentó no darle importancia. La piel del chico le
llamaba la atención y aun no entendía si era el alcohol que aun alojaba en su
cuerpo o si era otra cosa, pero la verdad, es que estaba ardiendo por aquel
chico.
—¿Cuál es tu
nombre? —Se acercó con cuidado a su piel y se sostuvo desde el cuello con una
de sus manos.
—Arioka,
Daiki Arioka—Le susurró provocativamente en el oído al mayor, haciéndole
temblar con tan solo imaginar esos susurros en otras situaciones. Se mordió el
labio e intentó no dar a ver su rostro. —Pero puedes decirme Dai-chan—Volvió a
murmurar.
—A-ah… Está
bien, entonces… “Con cariño… para
Dai-chan, de Inoo Kei. Kaizen.” —Temblando, terminó por escribir el
autógrafo, y es que tenía una pelea constante con su mente, por no succionar
aquella piel. No era correcto. No en aquel bus.
—Inoo-san…—Nombró
con voz dulce y tentadora. Kei cedió.
Sin pensarlo
mordió la piel del chico y la succionó hasta dejarle una marca, ni siquiera
sabía si el menor tenía pareja o algo y en verdad, no le interesaba. Solo se
dejó llevar por lo que el castaño provocó.
—A-Ah… —Gimió,
suavemente y en la intimidad de su metro cuadrado, para no llamar la atención
de quien pudiera ir en ese bus.
Inoo se alejó
aterrado por lo que había hecho, pensando en que Daiki lo viera como un loco.
Pero no, su respuesta estaba en las sonrosadas mejillas del otro.
—B-Bueno,
creo que mis autógrafos son algo especiales…— Balbució, no sabía qué hacer.
— ¿Acaso a
todos les haces lo mismo?—. Arioka, cubrió su hombro y le miró curioso.
—Eres el
primero…—Kei tragó saliva, quería salir de ahí, se sentía demasiado estúpido.
—Entonces… permíteme
ser el único—. Daiki sonrió astuto, mirando los ojos del pianista, los cuales
se sorprendieron.
— ¿Qué…?
El castaño
bufó suavemente y se acercó a Inoo, uniendo sus labios en un beso intenso,
cargado de deseo, por ambas partes. Movieron sus labios, sintiendo la suavidad
y carnosidad del otro. Era sin dudas, el mejor beso de sus vidas. El más
inesperado y delicioso. Kei luchaba por no tomarlo y cogerlo ahí mismo y Daiki
hacía todo lo posible porque Inoo hiciera eso. La mano del menor, se posó en el
miembro del mayor y este en respuesta, para evitar gritar, le mordió el labio
inferior, hasta hacerle daño. Lo empujó y salieron de esos asientos, bajándose
rápidamente del bus, cegados por el deseo. Caminaron unas cuantas cuadras,
hasta llegar a un callejón, en donde hallaron un motel, ingresaron con el mismo
deseo que tenían en el bus.
—o—
Takaki se
aseguró de dejar al guitarrista sano y salvo en casa, para luego vagar por unas
cuántas calles antes de llegar a la suya. Aún las palabras del chico del baño,
rondaban por su cabeza. “¿Crees que ser
famoso es algo bueno? ¿Crees que se consigue siendo cómo eres?”.
—¿A qué se
refería con eso de ser cómo soy? ¿Soy demasiado tímido? ¿Demasiado torpe?
¿Acaso me conoce de antes…?— El cantante frunció el ceño, algo molesto y
curioso por entender. —“La fama está
llena de trampas, entre más cerca, podrás ver mejor sus redes y más peligroso
se torna. La ambición no es mala, pero debes aprender a tener una buena
personalidad, si no, no sabrás como sobrellevarla” —. Yuya aún inmortalizaba
tan claro sus palabras, que cuando llegó a casa, las anotó en un papel, antes
de olvidarlas por completo. Quería
descifrar por qué el guitarrista de Nemurenai, se había molestado en
aconsejarlo.
Ante la
imposibilidad de descansar o dormir por todas las preguntas que amenazaron su
mente, encendió su laptop. Lo contiguo fue buscar en internet “Nemurenai”,
luego rebuscó dentro de sus integrantes el nombre de su guitarrista “Chinen
Yuri”. Leyó toda su biografía de internet, además de datos curiosos, como que odiaba
las berenjenas y gustaba de la vainilla, leyó entrevistas, vio programas de
televisión en donde hubiese aparecido e incluso vio algunos de sus conciertos.
Mientras más
averiguaba sobre el menor, más sentía que encubría algo. Como si tuviera una
doble personalidad o algo similar. Todo eso le ponía cautivo, de a poco
transformando sus dudas en una preocupación.
—o—
A penas
cerraron la puerta con llave, sus respiraciones se hallaban agitadas. Sus
labios se ensamblaban con deseo. Inoo besaba cada parte que podía del cuerpo
del menor, mientras pretendía quitarle la ropa. Daiki, por su lado, copiaba los
movimientos. Le quitó la chaqueta y su playera, todo lo que le molestara, ambos
torsos quedaron al descubierto, se envolvían con desesperación. Las manos del
menor rasgaban la espalda del pianista, hasta desangrarlo. Sin importarle
demasiado, Kei alzó al muchacho, haciendo que le abrazara las caderas con sus
piernas, sitiándolo contra la pared.
El deseo
invadió esa habitación. Eran dos extraños, codiciando ingresar tan recóndito y
tan fulminante en la vida del otro, como fuera posible. No sabían si eso podría
ser llamado “sexo”, porque era algo que iba más allá de lo que ya habían
experimentado. Pero tampoco sabían si llamarlo “amor” porque no importó si era
un hombre o una mujer, ni su nombre o la edad, solo el querer poseerse el uno al
otro.
El mayor comenzó
a apegar cada vez más su miembro con el del chico, aprisionándolo contra la
pared.
—¡AH! ¡Inoo-c-chan!
—Gimió Daiki, sin contener nada, tratándolo cercanamente—. Lo tenían suspendido
desde su trasero y las traviesas manos de Inoo no se iban a quedar quietas,
menos en un instante así. Lo dio varios agarrones, haciendo sonrojar de sobre
manera al joven.
—Dai-chan…—Musitó
con ardor, frente a sus labios y nuevamente le besó, mientras lo cargaba a la
cama. Se hundieron sobre el colchón y sin perder tiempo Inoo aflojó el cinturón
y bajó toda la ropa del menor, dejándole totalmente desnudo.
Daiki, zanjó
el beso puramente porque deseaba conocer por completo a su ídolo, quería que le
cogiera como jamás nadie antes lo había hecho. Al estar ambos sin ropas, se
sonrieron. Arioka abrazó las caderas de Inoo y este, acomodó su miembro en el
orificio ínfimo del menor. No lo preparó, no le aviso, simplemente ingresó con
satanismo, rasgándole algo más que su piel.
—¡AAAH! —El
castaño encorvó su espalda ante el dolor. Su respiración estaba temblorosa y
ahora, sudaba frío. Inoo, desconociendo toda dolencia continuaba las estocadas,
quizás no tan rápidas, porque le costaba ingresar una y otra vez, pero al minuto
que le fue más hacedero, todo aquel dolor, para ambos; Se volvió un éxtasis.
—¡Maldita
sea, Daiki! —Vociferó, ante las nuevas sensaciones que experimentó. Había un
elixir de sabor en todo el ambiente. De pronto, Arioka hizo un esfuerzo por intercambiar
posiciones y el músico le hizo caso sin protestar. Ahora, era su fan quien se
alzaba de manera magistral una y otra vez sobre él. Caía en seco, haciéndole
gritar más de alguna insolencia deseosa. Inoo sostenía su cintura, marcando el
tempo cada vez más rápido, mirando la expresión de goce que mantenía el chico.
Se
mantuvieron un poco más en esa posición, hasta que Daiki le pidió algo que en
absoluto hubiese hecho. Se levantaron de aquella cama y se llevó al chico a la
pared. Inoo, concibiendo enseguida, lo volteó y azotó contra aquella pared, besando
y mordiendo lo que más pudo de su dorso, pero sin aguardar más, volvió a
ingresar su falo en el ano del chico, penetrándolo una vez más con lujuria.
Ambos gimoteaban al unísono.
—I-Inoo… ¡AH!
—. La voz del más bajo se hacía presente en cada estocada, era grave y a veces
aguda, cosa que volvía maniático al mayor por oírlo más seguido. Quitó su miembro
del interior y lo volvió a girar. Ahora tenía sus labios frente a él. Ingresó
nuevamente, alzando una de las piernas del chico para mayor comodidad. Kei, estaba
a punto de correrse y para evitar gemir tan enérgico, mordió el otro hombro del
chico, sacándole algo de sangre. Mientras lo penetraba continuamente, llegó al
clímax en su interior.
—¡AHH! ¡AH! —.
Inoo seguía azotándolo contra aquella pared a pesar de haber expulsado su semen
y Daiki seguía sumergido en el placer pre seminal, abrazándolo por el cuello y
deseando un poco más del mayor.
El pianista
sin preguntar si así lo quería Arioka o no, sacó su pene de donde estaba, se
agachó y comenzó a hacerle la mejor felación de su vida. Podía sentir las venas
abultadas y el miembro rígido del castaño. Con dedicación, succionó aquel falo.
Las piernas del menor cedieron y cayó al suelo, pero esto no impidió que Inoo
continuará con su labor. Lo masturbó con su propia boca, incesantemente.
—¡POR DIOS,
INOO! ¡AAH! ¡S-SIGUE! —. Cegado, clamando placer, sin importar cuantas personas
anduvieran cerca de su habitación, nada la importó. Solo quería correrse en la
boca de su ídolo. Quería llenarlo de sí y que jamás se olvidara de él, era su aspiración.
Inoo, ya en
el suelo, seguía moviendo su cabeza, sus carnosos labios lo envolvían y
presionaban. Sin notarlo, de un momento a otro, su boca estaba llena de un
líquido espeso, era increíble la cantidad que desbordó, tanto así que le fue
algo difícil tragarlo.
Sintió unas
manos en su cabeza, acariciándole. Elevó su rostro y vio los semi cerrados y
cansados ojos del menor, respiraba muy rápido y se veía tan frágil y hermoso
que no evitó el abrazarlo ahí mismo, siendo correspondido. Se levantó de ahí y
lo llevó en brazos hacia la cama. Daiki se aferró al muchacho, temiendo que
fuera solo uno de sus sueños mojados más increíbles, pero no; Era real y ahí
estaba Inoo, embobado por el chico, acariciando cada parte de él. Lo besó
intensamente y se quedaron mirando un buen resto de la noche, dándose caricias
pero sin decir mayor palabra, hasta caer dormidos.
—o—
—Así que
llegó el día en que vencieron a Nakajima Yuto—Dijo chismoso, Chinen.
—Cállate,
Yuri—. Demandó el baterista, realmente molesto.
—¡Oh~!
Alguien está enfadado—. Continuó el guitarrista.
—“No te metas con menores de edad” —. Imitó
en voz grave, Hikaru.
—¡Mi mano, me
duele! —Siguió la broma, el menor de todos. —¡JAJAJA!
—Críos—.
Maldijo Yuto, desviando sus pies hacia otra calle, evitando seguir caminando
con ellos.
—¡Recuerda
mañana ir a ensayo~!—Gritó de manera cariñosa y burlesca, el bajista.
Yuto
simplemente levantó su dedo en medio, dándole la espalda.
—¿Dónde crees
que vaya? Jamás le había visto tan furioso—. Analizó Yamada, viéndole ir.
—No lo sé. Lo
más probable es que fue a coger con alguna de sus rameras—. Respondió Yaotome,
sin darle mayor importancia. Conocían esa parte de Yuto, su solución a todo era
el sexo y constantemente estaba rodeado de mujeres, era un seductor
profesional. —¿Irán a casa o la fiesta sigue? —. Preguntó con motivación.
—Yo me voy a
casa—. Dijo un Chinen más frío. —Estoy cansado.
—Yo también,
Hikaru. Lo siento.
—Ah~ Siempre
lo mismo con ustedes, nos presentamos en algún lugar, bebemos y ya quieren ir
dormir.
—Tú solo
tocas el bajo, no debes correr, saltar, tirarte encima de las fans y hacer
fanservice. —Reprendió Ryosuke.
—Sé que te
gusta tu trabajo, así que no me chantajees.
—Vago.
Mientras
discutían, Yuri ya había retomado camino a casa.
—o—
Llegó a un
antro que frecuentaba cuando se sentía frustrado. No se sirvió nada,
simplemente entró buscando a una chica en específico, quien ya conocía los
gustos y estados anímicos del baterista. Cuando hicieron contacto visual, la
mujer entendió perfectamente y se lo llevó al motel colindante al bar.
Nakajima le
practicó un sexo violento, intentando remarcar quién mandaba allí. Cuando se
sentía inferior, ansiaba hacer algo que le forjara concebir lo contrario. Era
muy impulsivo y no solía controlarse. Le quitó sus ropas y simplemente comenzó
a besarla mientras aplastaba sus glúteos con ambición. Ni siquiera se quitó
alguna prenda. Cegado por la furia, tan solo sacó su miembro y obligó a la
chica a hacerle una felación para alzar su miembro, posteriormente, la penetró
violentamente, inclusive hasta hacerle sangrar.
Yuto estaba
descontrolado.
Comenzó a
azotarla entre estocadas, mientras golpeaba la cama con furia, gritaba y se
descargaba con rabia por ese maldito guitarrista, que le humilló.
—¡Nakajima-san!
¡Detente! —Gritó la mujer, completamente asustada.
El chico se
detuvo, reaccionando ante lo que había hecho. Se salió de su interior y se
acomodó la ropa, cubriendo su miembro. Buscó algo de dinero y le dio una paga
extra por el mal momento.
—Vete—. Le dijo
a la chica, quien sabía del menor. Violento y animal eran las palabras
perfectas para describirle al momento de estar frustrado o humillado. Pero esta
vez, fue un descontrol, que ni siquiera logró saciar.
La mujer,
desconcertada salió de aquella habitación, vistiéndose lo más rápido posible.
Tomó el fardo de billetes y cerró la puerta. Al mismo momento que Yuto se halló
solo, tomó el control de la televisión y lo lanzó contra la pared.
—¡AAH! —. Se
rascó con rabia la cabeza y tomó su teléfono celular.
“Los integrantes de una banda emergente,
llamada Kaizen, me han sorprendido de mala manera. Intentaron golpear a nuestro
cantante (Ryosuke)”. —Posteó en una red
social.
La fama de
Yuto era tan grande que causaba influenciar a miles de mentes con tan solo una
cosa que pronunciara. Fans tenía por montones y era fácil boicotear la vida de
una persona o en este caso de una banda entera. Era obvio, que aunque Kaizen se
defendiera, la fama y el apoyo se irían a Nemurenai. Estaban perdidos.
Un poco más
satisfecho, se lanzó encima de la cama y logró conciliar el sueño.
—o—
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