[Nota: No es nada, sólo lo escribí hace mucho tiempo y lo encontré adorable, ni idea].
Chinen
desviaba su mirada hacia el mar y respiraba profundamente. El frío calaba
fuerte en sus huesos, su rostro estaba pálido y sus labios violáceos, pero por
alguna razón; ambos seguían ahí, mirando el mar, siendo devorados por el frío.
— Me gustan los días así—
Dijo con tranquilidad el menor.
— ¿Uhm? —
Takaki le miró curioso. ¿Qué tenía de bueno un día lluvioso en el mar?
— La soledad y tranquilidad, es algo que no encontrarás en otro lugar.
— ¿Cómo puedes sentirte así?
— Simplemente entrégate a la situación. Cuando ya todo está perdido, no
hay nada mejor que aceptar lo que viene. Es mejor de lo que piensas.
Con duda, el
castaño cerró sus ojos y ya no trató de abrigarse con sus brazos. Al contrario;
Los estiró y sonrió ampliamente. Todo su cuerpo se empapó y el frío caló hondo,
pero era verdad; no era tan terrible después de todo.
Incluso, se
dio el placer de gritar. Simplemente nadie más le oía y eso era liberador.
— ¡HAHAHA! ¡Detente, que
me iré! — Le bromeó el menor, pero comenzó a caminar en dirección a casa.
— ¿Eh? ¿Ya nos vamos?
— Ya es la hora, si fuera un día soleado, el sol ya se hubiera ocultado
¿No ves?
— Ohh. Es verdad. —
Lo siguió por el costado, ya sin si quiera sentir tanto frío como cuando
intentaba cubrirse. — Me siento más cálido… hasta podría decir que la lluvia es
abrigadora.
— De hecho lo es—
Contestó el menor, subiendo una empinada escalera, que llevaba hasta donde
pasaba el bus para ir a casa.
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