Capítulo 3: “Casualidades”.
—¿Diga?
—¡Hola,
Daiki-kun! Soy Koki.
—¡Oh! ¡Hola!
¿Necesitas algo?
—Sí, mira; Contraté a un DJ para el sábado y
me canceló hoy, porque le dio una enfermedad algo contagiosa, no quise
preguntar más detalles. El problema, es que ando buscando a alguien que lo
reemplace, pero nadie puede mañana ¿Tú podrías? Sé que siempre tienes trabajo
los sábados, pero nada perdía con consultarte.
—¡Claro!
Justo había dejado ese día libre para descansar, pero está bien, si es por una
emergencia para ayudarte, lo haré.
—¡JAJAJA!
¡Ese es mi DJ! Te pagaré muy bien por esto, así que llega como a las 7, acá
tienes todo lo que necesitas.
—Vale, ahí
estaré— Y colgó.
El menor
suspiró. Realmente no tenía ganas de trabajar el sábado, hace días estaba
agobiado porque solo una persona aparecía en su mente e hiciese lo que hiciese,
nada lograba quitarlo. Aun así, no podía dejar a Tanaka de lado, quien le apoyó
durante tanto tiempo cuando nadie más lo hizo.
—o—
Mentalmente se sorprendió, pero su cuerpo se
dejó dominar por esa caricia formidable. Era un tacto materno y protector, no
obstante, no era su madre, ni su hermana, tampoco Mizune, era ese chico, quien
logró apaciguar sus súplicas. Sus manos se empuñaban y aflojaban en un intento
inseguro por apartarlo, sin embargo, los intensos movimientos que se
desenvolvían sobre sus labios le erizaban cada vello de su cuerpo y enardecían
su interior; Absolutamente, aquel beso, era más fuerte que su instinto por
alejarlo.
Yuya, enredó
sus dedos en las hebras del pelinegro, mientras aún salvaguardaba sus oídos del
universo exterior, quería aislarlo aunque fuese por un instante de su cruda realidad.
Acarició con delicadeza, proporcionándole un masaje que mantuvo respirando
suave al menor. El castaño subyugó aquella rabia contenida, pero no
necesariamente la extirpó de su médula.
En una inclinación
sorpresiva, Yuri torció su cuello, abriendo más su boca, permitiéndose colmar
por ese jarabe, de una buena vez. El mayor correspondió de manera natural,
encajando sus labios en un beso que tomó mayor ímpetu a medida que pasaba el
tiempo.
Continuamente
osado, el menor se dio el impulso para elevar su cuerpo y acomodarlo lentamente
encima de las piernas del mayor, sentándose con los muslos abiertos sobre la
hombría del castaño, quien sin aquejarse, lo recibió sujetando sus costados con
firmeza y elevando su rostro.
—Takaki…—
Susurró frente a sus labios, descendiendo su vista hacia el mayor. Dejó caer un
par de lágrimas que fueron a parar en la piel del otro—. Quiero despojarme de
todo… Quiero quebrajar esta rutina, quiero ser feliz, si quiera por un segundo…
—Chinen…—
Musitó, sintiendo su rostro humedecerse, comprendiendo el dolor que llevaba por
dentro—. Hazlo, no te detendré… puedes confiar en mí—. Lo abrazó por la
cintura, atrayéndolo. Sus frentes se apoyaron una sobre la otra y ambos cerraron
sus ojos, comenzando un nuevo beso.
El ritmo de
sus respiros aumentó, así mismo, lo hicieron sus latidos cardíacos. El deseo
por concebir más sensaciones plácidas hizo que Chinen determinara romper sus
propias reglas, olvidarse de sus principios; Por una noche, diría la verdad, se
permitiría llorar e intentaría querer.
Takaki solía
ser un hombre retraído y en su vida, no muchas cosas interesantes habían
sucedido. Proyectaba ser caballero y muy tardo al momento de tener sexo con
alguien, pero esta vez, sus manos tomaron control y desnudaron con decisión el
torso del guitarrista. Sus yemas palparon cada partícula de la pálida dermis
del chico, transfiriendo su fervor al cuerpo ajeno. El más bajo, desvistió al
hombre que tenía en frente, con movimientos sensuales durante besos
interminables.
Los traviesos
dedos de Yuri se enredaron en los largos mechones del castaño y los revolvió.
Las caderas de ambos, comenzaron con un vaivén lujurioso, intentando apegar
cada vez más sus hombrías. No lo negaban, les gustaba percibir como se
endurecían.
El menor, se
estimulaba al sentir el bulto del cantante; Lo deseaba. Hubo un instante, en
que los sacudidas se volvieron tan violentas que el cuerpo de Chinen empujó al
otro, cayendo ambos, recostados sobre el colchón. No impidió las oscilaciones
siguientes, al contrario, se tornaron más penetrantes; El guitarrista, sujeto
del pecho del mayor, movía sus caderas malditamente bien.
Yuya lo
disfrutaba.
—C-Chinen…—Mencionó
apenas, ya que su grado de excitación era inmanejable. Tomó al pelinegro de su
cintura y lo volteó en aquella misma cama, quedándose en su cima.
—H-Hazme un
favor— Contestó el menor, buscando aquellas pupilas que le generaban tanta libertad.
—Dime.
—Cógeme… y
permíteme sincerarme, pero no hables de lo que suceda hoy…—. Era idiota la
cantidad de confidencias que estaba guardando dentro aquel extraño, pero jamás
se había sentido así por alguien. Unas ínfimas lágrimas rodaron, eso le hizo
recordar a Yuya, el por qué habían terminado así.
—Confía en
mí…—Repitió, cercano a su lóbulo. Razonaba que era eso lo que precisaba el
chico y no se lo iba a negar. Próximo, comenzó a bajar entre besos por su pecho—.
¿Qué es lo que más te molesta, Chinen?
—Muchas
cosas…
—Cuéntame
desde el inicio y pase lo que pase… No pares de hablar—. Insinuó— Si sientes
rabia, demuéstralo. Si tienes tristeza, llora. Si quieres besarme, hazlo.
Las manos del
castaño desabrocharon y desnudaron la parte baja de Yuri, su piel era tan nívea
como la de su torso, incluso aún más. Admiró un minuto su silueta, llenándose
de esa imagen, para alojarla, más allá de su subconsciente.
Colocó sus
palmas en los pies del muchacho y ascendió con delicadeza hasta sus caderas. El
chico las empinó y llamó de manera sutil a Yuya, para que le concibiera sexo
oral.
—Mi carácter…
mi carácter fue débil, porque simplemente en vez de encarar los problemas yo
¡AHH! —Gimió de sorpresa. Su espalda se encorvó violentamente, al sentir la
saliva del chico llenar su hombría.
—¿Tú…? — Le
pidió continuar, algo masoquista.
—Y-Yo… l-los
evito… ¡Ngh! —Chinen se aferraba a las sábanas o cualquier cosa que estuviera a
su alcance. Jamás pensó que una felación hecha por un hombre, se sentiría tan
bien.
—¿Por qué los
evitas? —Ahora atacaba sus gónadas.
—¡Ah!
P-Porque… Porque es m-más fácil… —Su rostro se arrugaba, mordía sus labios,
intentaba hacer de todo, por controlar sus impulsos, no obstante, abrió más sus
piernas.
—¿Crees que
eso… ha sido un error? —Se relamió sus labios y tragó su propia saliva,
pudiendo conocer el sabor del menor.
—C-Creo…—Respiró,
echándole un vistazo a la acción que ocurría en su parte baja, sonrojándose por
lo extraño de la situación—. Creo que fue el error de mi vida… Si hubiera
puesto un ‘párale’ a las fans que rondaban por mi casa, quizás… Mizune no
estaría muerta— Volvió a empuñar las sábanas con su mano, pero esta vez de
rabia. Cada vez que decía el nombre de la chica, afloraban sus emociones de
odio y tristeza—. Solo las veía y evitaba con molestia…
—Pero tú
tampoco sabías de lo que ellas eran capaces…— Confortó Takaki, ahora besando el
ombligo del menor.
Era un
contexto raro y ambos lo notaban, sin embargo, no podían ignorar la necesidad
que tenían ambos, por librarse de todas sus emociones reprimidas, de hacerse
responsables de sus confidencias y descontrolarse junto al deseo de posesión
que mantenían, a medida que se desnudaban más y más.
Yuya subió
entre besos y lamidas por el pecho del muchacho, dejando una huella de saliva
por su nuez cuando estuvo ahí. Las dos voces gemían por igual; Graves y
violentas.
Sus labios
volvieron a unirse, esta vez, algo vehemente. Aún con coraje, el menor lo
mordió.
En un
movimiento rápido, el mayor desabrochó sus jeans y se los quitó con algo de
ayuda, al igual que su ropa interior. Su erección era insoportable ya.
Las piernas y
brazos del guitarrista envolvieron el cuerpo del mayor.
—Hazlo…—Pidió
en un hilo de voz, sus pómulos estaba sonrosados por completo y su frente
sudada junto a sus cabellos. Chinen estaba desesperado por sentir algo más que
solo dolor en su corazón.
Las manos del
mayor se movieron ágilmente; Tomó su propio miembro buscando la entrada del
menor, insertando con decisión y haciéndose espacio entre sus paredes. No era
para nada fácil, más aun, cuando vio el chico retorcerse de dolor por su
intromisión. Tenía fe en que si continuaba, todo aquel sufrimiento sería
recompensado, como toda penumbra de vida.
—¡AHH! —Jadeó
seco. Buscando aire lejos del cuerpo del castaño. No esperaba que fuese tan incómodo,
pero le gustaba porque ya no pensaba en Mizune, ni su odio por sus fans, por su
vida y el mundo. Simplemente, quería sentir más del mayor.
Continuó
penetrando con cuidado, según las quejas del chico. Sus vaivenes eran más
rápidos o lentos, pero cuando se cercioró de que ya no era molestia lo que
sentía, sino que todo lo contrario, apresuró su tempo. Estaba perdiendo la
cordura lentamente, hasta que vio su mente ensombrecerse. Hubo un instante que
solo pudo centrar su vista en los ojos del pelinegro y se enamoró, de sus
fervientes expresiones de placer.
—¡AH!
¡Maldición! —Ambos cuerpos se estaban rozando en cada embestidura, por lo que
el miembro del menor no estaba para nada desatendido, de hecho, estaba a punto
de llegar a su límite.
—¡Ngh! —El
castaño, se irguió de su posición y tomó el falo del chico para masturbarlo con
malicia y experticia adquirida recientemente.
—¡N-No! ¡AH! —Su
cuerpo se quebró prácticamente. Sintió su propio semen caer encima de sus
pieles, humedeciendo aquel orgasmo que llegó de improvisación. Sus latidos más
bien parecían zumbidos y sintió un calor penetrarle.
—¡Chinen…!—Gimoteó.
Tan solo un poco después, se descargó dentro de él. Llenándolo de más que un
líquido espeso, sino que, cubriendo su interior de un estremecimiento distinto.
Nublados por
el orgasmo, sudados y cansados, atónitos por lo sucedido, Takaki afirmó sus
manos por los costados de la cabeza del menor, mirándole fijamente. No daba
crédito a lo recién vivido, los gemidos del chico habían sido tan exquisitos
que le descontrolaron, en otras palabras; Fue el mejor clímax de su vida.
—¿Estás bien?
—Interrogó en un musito el cantante, ya que el muchacho mantenía sus ojos
cerrados, controlando su respiración.
—S-Sí… yo
¿Tú? —Alcanzó a decir difícilmente, aún sin abrirlos.
—Lo estoy…—Yuya
se acercó y depositó un apacible beso sobre los labios del menor, quien
sorpresivamente, lo retuvo con un abrazo.
Se quedaron
así un buen rato, solo besándose y traviesamente, el castaño moviendo su
miembro de vez en cuando dentro de él.
—o—
Posterior al
ensayo con Kaizen, llegó cansado a casa, pero no de manera física, más bien
mental. Llevaba varios días con la misma rutina; Caía sobre su cama completamente
muerto, sin poder cavilar en otra cosa que no fuese; Arioka Daiki. Lo
disimulaba bien, frente al resto del grupo, no quería mostrarse idiota, pero
era agotador. ¿Qué tan hondo había calado esa persona, para provocar un
desequilibrio espiritual en Inoo Kei? ¿Enamorado? ¿Obsesionado? No lo sabía,
simplemente deseaba verlo una vez más.
En estos
tiempos tecnológicos, si tienes el nombre de una persona, deberías ser capaz de
encontrarlo, pero era inexplicable como el menor había desaparecido de la faz
de internet y del mundo. Tomó su celular e ingresó a Facebook; Una vez más,
escribió el nombre del menor en la barra de búsqueda, decepcionado por milésima
vez, volvió atrás.
Ya estaba
fastidiado de coexistir con una ilusión, resolvió intentar reprimir sus
expectativas de volver a verlo, era molesto, porque jamás se había sentido así.
Guardaría aquel día como su encuentro sexual más alocado de su existencia, una
anécdota sin comparaciones, pero ya no lo buscaría.
Revisó su
muro y vio una notificación del bar de Koki. Siempre le llegaban las mismas
invitaciones, ya que Kaizen era cliente regular, pero esta vez era el aviso del
cambio de DJ para el día sábado, por una emergencia. Kei leyó el nombre del
chico reemplazante y se largó a reír.
—¿Falcón Jr?
¿Qué tipo de nombre es ese? ¡JAJAJA! —Ante su repentino buen humor, decidió ir
el sábado al bar, solo deseaba distraerse.
—o—
Sus piernas
dolían extrañamente, no recordaba haber hecho algún tipo de ejercicio que
implicara sus extremidades. A causa de las molestias, abrió sus ojos perezosamente,
ya era de día. Se quejó levemente y de pronto, sintió la presencia de alguien
más a su lado. Chinen se volteó a verlo con pavor, encontrándose con el rostro
de Takaki. Despertar y recordar todo lo que hiciste la noche anterior, fue casi
un trauma para el pelinegro, quería golpearse por lo estúpido que había sido,
pero al percibir que el mayor también iba a abrir sus ojos, se hizo el dormido.
Yuya vio
frente a él, el rostro adormilado del chico y sonrió como un estúpido.
Instantáneamente le acarició la mejilla y se le quedó mirando. El guitarrista
no pudo evitar sonrojarse y toda la rabia que estaba conteniendo, se aplacó al
comprender por qué su corazón se había sincerado anoche.
Al sentir el
cuerpo del más alto levantarse, estiró su mano y lo detuvo, atrayéndolo
nuevamente a él.
—¿¡Eh!?
—Antes de que
te vayas… ¿Recuerdas lo que prometiste anoche? —Le susurró aun con los ojos
cerrados.
—C-Claro…
pero no me pensaba ir, solo quería ir al baño— Sonrió.
Yuri vio al
chico y le soltó lentamente. Tenía una lluvia de emociones ¿Cómo se comportaría
frente a él? ¿Debería hacer como que esto jamás pasó? ¿Debía ser frío? ¿Olvidar
que alguna vez confió todos sus secretos a aquel hombre? Aquel hombre que volcó
sus principios. No sabía cómo mirarle.
El castaño
lavó sus manos y salió del baño con su bóxer ya puesto, volviendo a donde se
encontraba el menor.
—¿Te molesta
si utilizo la ducha? —Preguntó sumiso.
—¿Eh? No,
para nada— Le observó y chasqueó la lengua al advertir que su corazón latía
aprisa al verlo semi desnudo.
Se pegó
varias veces en la cabeza con la almohada, intentando vislumbrar qué mierda era
lo que tenía aquel castaño, para derribarle todas sus defensas. Era idiota,
tardo y excesivamente bueno, pero aun así, le atraía.
Para cuando
salió de la ducha, con una toalla puesta cubriendo su hombría, miró al otro,
que estaba hecho una cuncuna con las sábanas, sobre el colchón. Yuya tomó
asiento por uno de los costados para vestirse.
—Hoy… ¿No es
el cumpleaños de tu hermana?
El muchacho
guardó silencio y lentamente asomó su cabeza para verlo.
—¿Qué acaso
recuerdas todo?
—Jajaja, algo
así… ¿Por qué no la vas a ver? Tienes libre me has dicho…
—¿Cómo
quieres que vaya? No tengo auto e ir en tren, taxi, metro o lo que sea, es
peligroso para mí— Se fastidió.
—Pero yo ando
en auto—Insinuó, colocándose su poleron —Y por lo que recuerdo, también tengo
libre.
Yuri se le
quedó mirando estupefacto. ¿Le estaba ofreciendo llevar hasta Shizuoka?
—P-Pero… Si
voy allá, tú andarás conmigo…—Se sentía incómodo, porque siempre fue receloso
con su familia, no permitía que casi nadie los conociera por su parte.
—Si quieres,
solo te voy a dejar y buscar, de todas formas no conozco la ciudad, podría dar
un par de vueltas.
—Yo…—Recapacitó.
La propuesta no era mala y cuando ensambló sus ojos con los del cantante, accedió—.
Está bien.
—¡Entonces
vístete, no hay tiempo que perder!
Chinen se
duchó y vistió. Estaba ansioso ante la idea de ver a su familia. Trató de
camuflarse con ropa normal y un par de gafas, cerró todo su departamento y bajaron
hacia el auto del mayor con avidez.
—Coloca la
dirección—Le pidió Yuya, entregándole el GPS.
El pelinegro
dudo un instante y alzó su vista, buscando las pupilas del otro.
—¿Realmente…
puedo confiar en ti? —Apartó el aparato, dejándolo encima de sus piernas y
centrando su atención en la respuesta del muchacho. Era un tema delicado para
él y no quería que por una debilidad absurda, su familia corriera peligro.
Takaki le
miró le inquieto ¿Tanto miedo había acumulado durante los años? Mordió su
propio labio y acarició la mejilla de quien tenía enfrente. Se acercó y besó su
frente con cariño, distinguiendo el momentáneo sonrojo del menor.
—Confía un
poco más, todo saldrá bien…
El
guitarrista, desvió su vista hacia el localizador. Entendía que esas palabras
eran tan frágiles como él, pero una vez más, creyó en esos ojos. Anotó la
dirección y ajustó el aparato en su soporte.
—Si me
traicionas o algo similar, date por hombre muerto—. Amenazó, con su ya conocido
gesto cruel.
—Está bien,
pero primero, debemos hacer dos paradas—. Partió al auto con una sonrisa.
—¿Eh?
El conductor
fue hasta su casa, a dar las disculpas correspondientes con su madre por no
avisar en toda la noche, le explicó que debía transportar a un amigo a Shizuoka
con urgencia y traerlo de vuelta posteriormente. Se cambió de ropa y llevó
algunas provisiones para el camino. Chinen esperó en el auto.
—Y bueno ¿Ya
pensaste en el regalo? —Consultó el mayor al volver y hacer partir el motor.
—¿¡Eh!? —Abrió
sus ojos como platos—. N-No… yo lo olvidé por completo.
—Bueno,
supongo que tú eres el mejor regalo, pero ninguna chica se resiste a la comida,
es lo único que he aprendido en esta vida, por más dietas que hagan, ¡Jamás se
negarán a un pastel!
Yuri no pudo
evitar sonreír con espontaneidad. Fueron hasta una pastelería de calidad a las
afueras del centro de la ciudad, y compraron el pastel más grande que hallaron.
—¿No habremos
exagerado? —Analizó con incertidumbre.
—Digamos que
será tu forma de disculparte por todo este tiempo ausente ¿Vale? —Animó el
mayor.
El guitarrista
frunció los labios y asintió. Tomaron ruta a Shizuoka, hablaron o más bien,
discutieron todo el camino sobre distintos temas. Chinen se sentía pleno junto
al castaño, porque conseguía ser él mismo y no esconderle absolutamente nada y
por el contrario, Yuya amaba tener esas charlas fervientes con el chico, se
sentía genial, desprenderse de su retraimiento cuando estaba a su lado; Eran
sensaciones especiales.
—o—
Tomó su
bolso. Ya tenía todo listo para ir a trabajar. Había dormido lo suficiente para
estar despejado toda la noche, o al menos, durante su horario de trabajo.
—Daiki-kun o
mejor dicho Falcón Jr. ¿Cómo estás? —Preguntó Juri con una sonrisa, al verlo
entrar.
—Muy bien, con
harto trabajo eso, pero eso es gracias a ustedes—Agradeció el chico.
Cuando Arioka
quiso incursionar en el mundo de las mezclas, le costó conquistar a alguien que
creyese en él. Un día, conoció a Koki, un loco que apostó por él y resultó ser
una inversión muy enriquecedora, ya que el castaño siempre fue aplicado,
responsable y tenía estilo. Se convirtieron en muy buenos colegas y a pesar de
que a veces perdían contacto, solían hacerse favores mutuamente.
—Puedes
empezar cuando quieras, el bar es tuyo y si necesitas algo, me avisas; La casa
invita— Le guiñó un ojo.
—Ah, solo
bebo una cerveza como a eso de las diez, por si lo recuerdas.
—Lo tendré en
mente.
El castaño
revisó la mesa de sonido y comenzó a hacer algunos cambios, aún era temprano
para comenzar, por lo que hizo algo de tiempo.
—o—
Llegaron al
fin de la ruta del GPS. Takaki desvió su mirada en donde se hallaba el menor,
percibiendo el nerviosismo que mantenía su acompañante. El temblor de sus manos
y la mordida de su labio, dejaba en claro la ansiedad que lo reinaba. Estacionó
el auto lo más cercano a la entrada.
—Cuando
quieras que te pase a buscar, sólo llámame—Ofreció—. Ah, por cierto ¿Necesitas
ayuda con la torta?
—¿Eh? —
Chinen aterrizó a la realidad. Recordó que no permitió que el mayor entrara
junto a él y un pequeño remordimiento creció en su mente que procuró ignorar—.
Te llamaré y por cierto, hay muchos lagos en Shizuoka, de hecho, hay uno si
sigues derecho por esta calle. Diviértete.
—Gracias—Comentó.
Sabía que el menor no quería sonar grosero.
El pelinegro descendió,
llevándose el regalo consigo, despidiéndose con una reverencia del mayor. El
cantante, aceleró y llegó hasta el lago antes mencionado. Al observar, notó unos
buzos haciendo prácticas dentro del lago, eso le emocionó, por lo que, se compró
un batido y se les quedó viendo fascinado, hasta que se hizo tarde. Aprovechó su
tiempo en reflexionar sobre todo lo que estaba transcurriendo y mágicamente,
una idea cayó como manzana sobre él. Tomó su móvil y comenzó a redactar una
nota, hasta que fue interrumpido por una llamada.
—¿Diga?
—Tengo
noticias, no sé cómo clasificarla… —Era Yuri.
—¿Eh? Dime.
—Me están
pidiendo que me quede… es decir, tú también estás invitado, les expliqué como
fue que llegué y quieren conocerte y que nos quedemos hasta mañana ¿Es posible?
—¡Claro!
—¡Entonces
vente enseguida!
—Allá voy—Sonrió
amplio y colgó.
—o—
Encendió un cigarrillo y guío sus pasos hasta
un bar conocido por sus apuestas mafiosas entre la bohemia del lugar. Los
chicos de Nemurenai detestaban que Yuto fuera a esas zonas, porque
constantemente los metían en problemas y debían ir a buscarlo con dinero en
mano para que lo dejaran salir, aunque muchas veces, ganaba algunas apuestas. El único que no emitía juicios sobre las cosas
que hacia Nakajima era Chinen, demostrándole indiferencia. Por el contrario
Ryosuke se preocupaba en demasía y Hikaru no estaba dispuesto a entregar de su
dinero para salvarle el trasero.
—Nakajima de
Nemurenai— Le reconoció el guardia de la entrada.
—Henry-san ¿Qué
tal? —Saludó el baterista, ingresando aun con el cigarrillo en su boca.
El ambiente
estaba lleno de humo de drogas y solo había una ventana abierta para circular
el aire. En el centro había una mesa y en las sillas, algunos hombres con
cartas de póker en mano.
—¡Llegas
tarde! Ya comenzamos la primera vuelta.
—No importa,
me pondré a tono mientras.
El alto, sacó
un paquete con una droga blanca; Era cocaína. Hizo un camino sobre la mesa y lo
aspiro dentro de su nariz con rapidez. Era tradición que antes de jugar, todos
se drogaran para “estar en igualdad de condiciones”. Yuto solía ponerse alerta
y podía aplicarse muy bien al juego, a veces decía que iba al baño, solo para
ingerir más y así ganar las partidas de póker.
Pidió un vaso
de wishky y esperó a que acabaran
aquella partida.
—o—
Había pensado
en llamar a Yabu para que le acompañara, pero como iba con la disposición de
conocer gente nueva, bailar y beber, prefirió no darle problemas al alto.
Llegó al bar
de Koki y saludó a Juri, quien le ofreció beber algo, Kei pidió varios tragos
fuertes.
—¿Estás bien,
Kei-san? —Le consultó el menor, quien ya estaba sirviendo el cuarto vaso.
—Sí…—Le
sonrió leve—. Solo… quiero olvidarme de alguien hoy, es todo—. Mencionó,
moviendo sus dedos al ritmo de la música del bar.
—Oh,
¿Problemas de amor?
—Más o menos…—Contestó,
bebiéndose el vaso al seco, arrugando su rostro— Pero no me voy a deprimir,
dame una cerveza que la música está muy buena hoy. Iré a bailar— Juri asintió entusiasmado
al verlo decidido y le entregó la botella.
La pista de
baile era gigante, Inoo empezó a mover sus pies y cuando hizo contacto visual
con una chica, se pusieron a danzar juntos. Era música electrónica, con
variaciones por parte del DJ, cosa que encantó al pianista.
Arioka estaba
tan concentrado en hacer su trabajo, que por momentos solo se dejaba llevar por
la música y se olvidaba que estaba ahí, junto a unas trescientas personas más.
De pronto llegó Juri, con la cerveza y unos trozos de pizza, eso le indicaba
que ya eran las diez.
—Me han dicho
que está buena la música—Felicitó el menor, alzando su pulgar.
Daiki sonrió
sonrojado por ese halago que dijo algún cliente.
—o—
—N-No te
preocupes, puedo dormir en el suelo.
—¿Estás
seguro? También está el sillón—. Sus miradas no querían toparse, ya que se
sentían demasiado hipócritas al pelar por quién dormiría donde, si la noche anterior
estuvieron prácticamente uno encima del otro.
—S-Sí,
tranquilo Chinen…— Se rascó la nuca, nervioso.
Permanecieron
compartiendo con la familia de Yuri hasta tarde. Le contaron los chismes de la
fama, la verdad sobre la polémica Kaizen v/s Nemurenai, cómo es que terminaron
hablando ellos dos y que los mayores problemas siempre los ponía Yuto.
Cuando ya era
de madrugada, todos se fueron a dormir.
—Ah~ No traje
cepillo de dientes— Lamentó el mayor.
—Tenemos
varios acá, todos nuevos claramente ¿Quieres que te pase uno?
—¿De verdad?
Te lo agradecería mucho, es que no me los he lavado desde a-ayer…—Bajó el tono
de voz, al crear un ambiente incómodo por ese comentario.
—Lo sé— Fue
todo lo que dijo y fue hasta el baño para buscar un cepillo sin uso.
El cantante
le siguió.
—Lo siento,
no quería…—Chinen le pasó el material de aseo y le pidió silencio.
—Shhh, se
escucha todo—Susurró y se lavaron los dientes juntos.
Al volver a
la habitación, el menor se colocó pijama y Takaki se desvistió, hasta quedar en
polera y bóxer.
—Buenas
noches— Apresuró el guitarrista, en un tono molesto. Cubrió su rostro con las
sábanas al fijarse que su corazón estaba latiendo rápidamente, solo por estar
una vez más a solas con el castaño.
—B-Buenas…—Tartamudeó.
No entendía por qué se había puesto así, pero no iba a pedirle alguna
explicación. Se cubrió con el futón y cerró sus ojos.
Pasaron
minutos y Yuri no podía concebir el sueño. Tener al muchacho ahí abajo, a medio
vestir, le hacía sentir un poco mal. Era quien le había ayudado ver a su familia
y lo estaba tratando muy fríamente o eso reflexionó, de todas formas, ya habían
dormido juntos la noche anterior y era muy cínico ignorarlo.
—Takaki…—Murmuró.
—¿Uhm?
Cuando iba a
hablar, el sonido de su celular le interrumpió. Era una llamada.
—¿Alo?
—¿Yuri? Soy
yo…
—¿Yuto? —Contestó
extrañado. Alejó el celular de su oído para ver la hora, eran la tres de la
madrugada. Esto no olía demasiado bien.
—Estoy… yo…
necesito que me vengas a buscar…—La voz del baterista sonaba muy débil.
—¿Dónde
estás? —Cerró sus ojos. Presintió que otra vez debía ir a buscarlo a ese bar de
mala muerte, que no hubiera sido ningún problema, si no fuera porque estaba en
Shizuoka. A dos horas y algo de Tokyo.
—En el bar…
bueno cerca ¡A-ah! Me acaban de golpear en conjunto y me sacaron a patadas de
ahí ¡Jajaja! —Nakajima reía, eso le indicó al menor que estaba bajo el efecto
de alguna droga.
—Yuto ¿Qué
hiciste? —Se tomó el tabique con sus dedos y suspiró con fastidio.
—¿Yo?
Naaaada~ Vamos, ven a buscarme ¡Y no le digas nada a los chicos! —El mayor
colgó la llamada, dejando con la rabia a flor de piel al pelinegro.
—¿Qué
sucedió? —Yuya se irguió y miró con intranquilidad el chico.
—Otra vez,
ese maldito de Yuto…—Se levantó de su cama— ¿Cómo mierda puedo llegar a Tokyo
en 5 minutos? Siempre metiéndose en problemas, sin pensar en los demás.
—Hey, ¿Qué
pasó? —El castaño sostuvo la muñeca del chico y le obligó a mirarle.
—Fue a un bar
de apuestas, ingirió drogas y alcohol, acaban de golpearlo y sacarlo a patadas
de ahí, debe estar tirado en la calle como basura ¿Sabes? Debería dejarlo ahí,
para que aprenda la lección de alguna buena vez.
—¿Dónde está
el bar?
—En Shibuya,
para el lado de Minato, creo que se llama Funky— El pelinegro estaba pensando
en qué hacer.
—Oh por dios…
¿De verdad?
—¿Qué?
—Es que Keito
vive cerca… podría pedirle a él que…
—Pero Yuto lo
odia y estoy seguro que tu amigo lo odia a él.
—Lo sé, pero
es la única alternativa que tengo, vive muy cerca del bar. Piénsalo.
—Uhm…—Mordió
su labio y asintió— Nada se pierde…
Tomó su
celular y marcó el número con inseguridad, cruzando sus dedos.
—¿Takaki? —Respondió
un adormilado Keito.
—Tengo que
pedirte un favor enorme y sé que no te va a gustar, pero juro que te lo pagaré.
—¿Eh? ¿De qué
hablas?—Okamoto refregó sus ojos, levantándose de su cama.
—Necesito que
vayas al bar Funky, ese que está cerca de tu casa, hay una persona tirada por
los al rededores ¿Podrías llevarlo hasta tu casa y cuidarle hasta mañana? Es
todo lo que te pido…
—¿Una
persona? ¿Quién es? ¿Dónde estás?
—Estoy en
Shizuoka y si esperas a que yo llegue, él podría morir.
—¿Eh? ¿Estás
bromeando? ¿Debería llamar a una ambulancia?
—¡Ni lo
pienses!
—Takaki ¿Qué
me ocultas…? ¿Por qué no puedo llamar a una ambulancia? ¡Es lo más cuerdo!
—Ay, Keito,
solo júrame que lo harás a pesar de todo— Suspiró.
—E-Está bien,
si está en juego la vida de una persona, haré todo lo que pueda. ¡Pero dime!
—¡Gracias,
Keito! Prometo que te daré las explicaciones correspondientes.
El castaño
colgó asustado. Jamás le había hecho eso a Keito.
—¿De vida o
muerte? ¿No habrás exagerado? — Río leve el pelinegro.
—Si no digo eso,
me hubiese puesto más trabas…
—Pero… ¿Estará
bien? ¿Qué le darás como explicación…?
—No lo sé… no
lo he pensado, pero tú me ayudarás ¿Verdad? —Sonrió ladino. —Además, Keito es
muy buena persona, no dejaría a alguien morir, aun así, se trate de Nakajima-san…
—Si yo fuera
él, lo dejaría morir…—Bromeó cruelmente el chico.
Ambos estaban
un poco más relajados ante la ayuda que les prestó Keito y volvieron a sus
posiciones para intentar dormir y mañana pasar a buscar el cuerpo maltratado de
Yuto.
—Por cierto…
Chinen.
—¿Uhm?
—¿Qué me ibas
a decir antes de todo esto?
—¿Eh? —El
chico se asombró y sonrojó en medio de la oscuridad—. Era solo… quería saber si
tenías frío allá abajo.
Takaki guardó
silencio y mostró una mínima sonrisa, imperceptible por la oscuridad.
—Solo un
poco, pero pasará…—Cerró sus ojos hasta sentir una mano jalar de sus ropas. Yuya
se dejó guiar por esa fuerza que le llevó hasta el interior de la cama del pelinegro.
Posterior a esa buena acción, Chinen le dio la espalda, trazando distancia.
—Buenas
noches, Takaki.
—Buenas
noches…—El mayor lo abrazó por la cintura, rompiendo toda muralla y lo atrajo a
su cuerpo, besando su espalda— Yuri.
—o—
Sudado, bailó
toda la noche junto a la compañía de la chica que tenía a su lado, había enterrado
la razón del por qué estaba ahí, pasándola bien. La muchacha vio la hora y puso
un rostro de asombro, al parecer se le había hecho tarde.
Se
despidieron.
Kei salió de
la pista de baile junto a la chica y para cuando esta se fue, un desánimo le
invadió, al recordar sus razones de estar ahí. ¿Qué acaso jamás iba a poder
desterrarlo? Llegó a la barra y pidió nuevamente varios tragos fuertes a un
barman que estaba ahí, quien se los dio sin complicaciones, al ver como Inoo
sacaba su billetera. Ya era cerca de las tres de la mañana, hora suficiente
para volver a su casa, pero no, ahí estaba, bebiendo una y otra vez, intentando
quitar ese rostro.
—¡Kei-san!
¿Qué haces? —Preocupado, consultó Juri, al verlo empinarse otro vasito de
alcohol con desasosiego.
—¡Juri! Ah~ —Le
miró— ¿Cómo borro un recuerdo? —Inquirió, claramente ebrio.
—¿Eh? Tsk,
estás borracho, llamaré a mi hermano.
—Claro,
llámalo… él debe saber la respuesta… ¡Oye! ¡Otro vaso por aquí! —El barman
simplemente acató.
—¡Kei! ¿Qué te
ha pasado? —Dijo Koki, sobándole la espalda—. Este chico está mal…
—¿Y qué
haremos?
La puerta que
separaba los ambientes se abrió; era Daiki. Había acabado su hora de trabajo y
dejó sonando un disco para el resto de la noche. Escuchó la conversación.
—No lo sé, la
última vez que llamamos a su madre hizo un escándalo de aquí al cielo ¿Lo
recuerdas?
—Sí… ¡Ah! Lo
dejaría ahí tirado, pero no puedo porque es mi amigo… pero tampoco puedo dejar
solo el bar…
—¿¡Inoo-san!?
—Se acercó para reconocer con exactitud aquel semblante, que estaba en una
especie de trance, porque no reaccionaba.
—¿Se conocen?
—Más o menos
¿Está bien? Parece muerto…—Arioka despejó la frente del pianista con sus manos,
tomándole la temperatura.
—No te
preocupes, solo está ebrio… Pero no tenemos como llevarlo a casa.
El castaño
miró al pelinegro sobre la barra, no conocía ese aspecto tan indefenso y para
su mala suerte le conmovió el corazón. No podía dejarlo ahí, cuando era él
quien podía llevarle hasta su casa.
—No sé dónde
vive, pero si quieren, yo lo llevo—Ofreció el DJ.
Agradecidos,
Juri le escribió la dirección en un papel y robó la billetera y llaves del
bolsillo de Inoo, para que pagara un taxi y abriera la casa sin problemas.
—No te
preocupes por meter ruido, él vive solo.
—Está bien.
—o—
Keito se
vistió lo más ágil posible y salió de su casa en busca de aquella persona cerca
del bar Funky, tal como le había pedido Takaki. Cuando pasó por un callejón,
escuchó un gemido de dolor y algo asustado, se aproximó paulatinamente hasta divisar
un cuerpo. Su sorpresa fue mayor al distinguir al baterista de Nemurenai,
golpeado, sangrando y… borracho.
Woooow!! El comentario de Keito me encanto xD pero lo mejor ayayay el Takachii <3 me tiene super emocionada son tan leeeendos quiero mas quiero mas ... A por el prox. cap. :3
ResponderEliminarWooo... esta interrsanre
ResponderEliminarEspero la conti con ansias