enero 05, 2016

"Instintos" [Takachii]

[Nota: 60 días, casi todas las noches.
Espero os guste o si no me mato].

“La malicia, la envidia y los celos puedes encontrarlos en muchos lugares y personas, pero jamás pensé que me tocaría conocerlos tan de cerca, tan radiantes y tan dolorosos.
No sé por cuánto tiempo podré continuar así, no sé por cuánto tiempo podré seguir callando mis labios con los tuyos y de nada ya estoy seguro, solo de que me ha convertido en una muy mala persona”.

—o—

            —¡Yuya-kun! ¿No te parece tierno? —Saya apuntó a una jaula que contenía un cachorro de algunos pocos meses.
            —Es muy tierno ¿Pero no te había gustado el de pelaje oscuro? —La miré interrogante. Saya siempre ha sido muy indecisa.
            —A-Ah, es verdad, pero no sé cuál llevar, son todos muy lindos—Ella me sonrió y yo me derretí.

            Soy Takaki Yuya y siempre he creído que la sonrisa de mi novia es como la de un ángel. Sus dientes aperlados conforman una simetría perfecta, contagiando felicidad. Creo que es una de las razones por la que me gusta Chinen Saya. A su lado, me siento capaz de protegerla, tal vez, su altura respecto a la mía, tenga mucho que ver, pero no es que me considere alguien capacitado para cuidar de otro. Llevamos alrededor de 3 años juntos.
            Ella vive juntos sus padres en la prefectura de Shizuoka. Tiene un hermano, pero está en Paris desde hace 4 años, por una beca de estudios de canto y ahora estaba quedándose un tiempo extra. No lo conozco en persona, solo me he hecho una idea con las fotografías que cuelgan de las paredes de la casa ‘Chinen’ y por las historias que cuenta Saya, su hermano es –según ella- muy adorable y gracioso. No halla la hora de que nos podamos conocer.

            Nos encontrábamos en una tienda de mascotas a primeras horas de la mañana, ya que, Saya dice que desea un cachorro y porque yo, después tenía clases. Como me pareció divertido, decidí acompañarla. Había de todas las razas y colores, aunque yo me incliné por los chihuahuas, ya que me recordaban a Choko. Ella iba de aquí para allá, por toda la tienda.
            Al final de la visita, se decidió por un Akita Inu, porque le recordaba a Hachiko. Debo decir, que me robó el corazón desde que lo tomé en mis manos y me lamió la mejilla.
           
            Mientras pagábamos, tras el vendedor había un televisor que estaba dando un programa de variedades, pero me llamó la atención que fue interrumpido por noticias de último minuto.

            —“Información de último minuto. Una tragedia sucedió en Francia”.
            —¡Saya! —Le apunté el televisor, para que pusiera atención.
            —“Múltiples ataques terroristas en distintas zonas de la capital. Las cifras oficiales de fallecidos llegan hasta 47 personas, aunque es probable que esa cantidad aumente. Hay cientos de heridos y rehenes en el teatro Bataclán”.

            La mano temblorosa de Saya subió hasta cubrir su boca. De sus ojos corrieron lágrimas, ambos no lo podíamos creer. Yo tenía en cuenta que su hermano vivía cerca de esas zonas, pero no quería ni pensar en que algo le había pasado o Saya estaría destrozada. Tomé al cachorro y corrimos a casa, para poder contactarnos con el menor, pero nada. Él no respondía. Por un momento la familia pensó lo peor. 

            Pasaron las horas y por fin el chico pudo contactarse. Todos en casa respiraron aliviados, Saya continuaba llorando, pero ahora de emoción, al saber que su hermano continuaba con vida. La señora Chinen le suplicó que volviera a Japón por su seguridad, que aunque fuera por un tiempo, hasta que las cosas se calmaran, pero no podía permitir dejarlo solo allá, en tierras foráneas.       

—o—

Pasaron los días y el hermano de Saya, nos avisó de que había encontrado boletos de avión a Japón y que estaría muy pronto de vuelta, tal como lo había pedido su madre. Ahora la casa parecía una revolución, todos corrían de un lado hacia otro, comprando cosas, ordenando y preparando la casa para su regreso.
Saya estaba mucho más tranquila, tanto así que comenzó a hablarme más sobre “Chinen Yuri”. Sobre lo bueno que era, sus manías y malgenio, lo sobreprotector que a veces se ponía y que era muy sarcástico. Más bien, lo último fue una advertencia, por si me sentía ofendido.

A decir verdad, no tengo demasiado interés en él. El mismo hecho que esté Francia gracias a una beca, me hace sentir incómodo. Soy un simple estudiante de la universidad sin grandes aspiraciones y él, es alguien ya exitoso. Creo que somos polos totalmente opuestos. Aun así, es el hermano de mi novia y ella dice que debo ganarme su aprobación, así que me esforzaré para cuando él vuelva.

Con Saya, tenemos citas regularmente. Ella es actriz secundaria y son contadas las veces que tiene un trabajo arduo, aunque se esfuerza mucho por conseguirlos. Yo estudio ciencias en vida acuática, en la Universidad de Tokyo, estoy en mi último año. Intento ir constantemente a dormir a la casa de ella, en donde ya me aceptan como un hijo más, solo que, duermo en la habitación del hermano de mi novia, para entregar confianza y respeto hacia los padres de la chica. Tenemos una muy buena relación, creo que es innecesario quebrajarla mientras se pueda evitar.

            El día en que el hermano de Saya llegaría, mi novia me pidió que estuviera presente, ya que era algo importante para ella. Accedí y llegué muy temprano, para ayudar en las preparaciones. Se supone que el chico, llegaría en la noche y le iríamos a buscar en auto, por lo mismo, los padres de mi novia fueron al supermercado por unos vinos.
            Al quedarnos solos, miré a Saya traviesamente y ella me correspondió. Ambos sonreímos y sin esperar demasiado la tomé en mis brazos y comencé a besarla. No eran muchas las veces que nos quedábamos a solas y quise aprovechar, ya que aún había tiempo.
            Lentamente comencé a llevarla a su habitación y dejamos la puerta a medio cerrar. Mis manos inquietas se colaron por el camino a su piel y ella reía encantada. Las cosas se calentaron más de lo debido y comencé a subirle su polera hasta tocar sus pechos, los masajeé suavemente. Todo iba perfecto hasta que oímos un ruido en el comedor. Nos sorprendimos y nos alejamos al instante. Ella se arregló la ropa y fue a ver qué es lo que pudo haber sido.

            —¡Yuri! — Oí decir a Saya. Para nuestra sorpresa, aquel hermano de ella había llegado antes de lo previsto.

            Me arreglé los cabellos antes de salir de la habitación, revisé que todo estuviera en su lugar. Salí a dar mi mejor impresión, a pesar de sentirme con los deseos deshechos por su culpa.
            Cuando le vi, esperaba encontrarme con un chico de rostro inmaduro, casi en plena pubertad. Pero olvidaba que el tiempo también pasa para todos y aquel hermano “pequeño” de Saya, ya no era tan pequeño; Más bien, era todo un hombre.
            Me quedé viéndole unos segundos y saludé un tanto torpe.

            —U-Un gusto. Soy Takaki… Takaki Yuya— Me reverencié ligeramente y esperé que él, hiciera algo parecido, pero su respuesta fue algo diferente.
            —¡Oh! Tú eres el novio de mi hermana ¿No?
            —S-Sí.
            —Creo que tendré algo de diversión entonces—. Él sonrió, pero su sonrisa no fue sana. ¿Por qué?

            Y nada más. Él arrastró su maleta hasta su habitación y después volvieron sus padres. Ayudé a preparar la cena, pero por alguna razón, me sentía perturbado, observado y cada vez que intentaba ver al muchacho, él desviaba su mirada hacia otra cosa. Me estaba observando. Lo dejé pasar, encontrándome con los ojos de mi novia y le sonreí, al igual que ella a mí.

            La cena estuvo casi tranquila, solo que aun sentía un aura extraña. Cuando miraba al muchacho, él le estaba sonriendo a su familia de una manera tan distinta a como lo hizo conmigo, que me hizo tener un mal presentimiento. A pesar de todo, era increíble el parecido que tenía con Saya.

            Pensaba irme a casa, pero mi novia me rogó quedarme a dormir. Accedí simplemente porque no me puedo negar ante ella, no obstante, me sentía incómodo con la nueva presencia, aunque si tenía suerte, podía colarme en la habitación de mi novia a media noche.

            Todos se fueron a dormir, al igual que Saya. Me estaba acomodando en el sillón cuando Yuri apareció, como un fantasma en medio de la oscuridad.

            —¡V-Vaya! ¡Me asustaste! —Le dije, con mi mano en el pecho.

            Él no demostró ningún gesto y se recostó en el otro sillón, encendiendo el televisor, cambiando varias veces los canales hasta encontrar noticias sobre Francia. Me quedé en silencio, mirándolo de reojo, mientras veía relatos de algunos testigos. La verdad, no sabía lo que él sentía sobre todo lo que estaba pasando, pero tampoco me atrevía a preguntarle. Recién venía conociéndole.

            —Mentí sobre mi hora de llegada ¿Lo sabías? —Fue él quien habló primero y mi corazón casi se detuvo.
            —¿Eh? ¿A qué te refieres? —Lo miré un poco tímido.
            —Quería darles una sorpresa pero al final, tú y Saya fueron quienes me la dieron—Su mirada era extraña, como si me estuviera acusando de algo. Su sonrisa volvía a ser irónica y los colores se me subieron al rostro, cuando entendí a lo que se refería.
            —¿¡EH!? ¿N-Nos viste? L-Lo siento y-yo…—No sabía qué decir. Recordar que le estaba tocando los pechos a Saya y que su hermano nos estaba viendo, solo lo empeoraba.
            —Me imagino que las reglas de esta casa no han cambiado ¿Verdad? Y eso tampoco te debería excluir ¿Me equivoco, Takaki-san? —Su voz era tan mordaz que me hizo temblar de miedo, ante lo que él pudiera hacer.
            —¿Qué debo hacer, para ganar tu silencio?

            Él volvió a sonreír y me mostró los cinco dedos de su mano.

            —Verás. Te daré 5 oportunidades para que te ganes mi respeto como novio de Saya. Ahora has gastado una de tus vidas y tan solo te quedan 4 oportunidades. ¿Comprendes?
            —¿Qué es esto? ¿Un juego?
            —No. Simplemente mi manera de hacer las cosas. Si te gusta, bien y si no, pues me encargaré de decirles a mis padres, que le estabas tocando los pechos a mi hermana.
           
            Mordí mis labios. No pensé que el hermano de Saya se tomara mi relación con ella de esta forma, pero no era algo imposible, solo que…

            —¿Cuáles son las faltas? —Me coloqué más serio, ya que me estaba sometiendo a sus reglas.
            —Hey, pero relájate, si te portas como debieses, no deberían haber problemas—. Tomó papel y lápiz y comenzó a anotar— Las faltas acumulables son: tener sexo en esta casa o intento de ello, ser infiel, mentirle a Saya, mirar a otras chicas, masturbarte pensando en mi hermana, dormir con otras chicas, salir con otras chicas, no comprarle regalo en su cumpleaños y navidad, ah, eso me incluye a mí también. Intentar escaparte con Saya y llegar tarde con ella. Ahora si por alguna razón se te ocurre embriagarla, drogarla, violarla o lastimarla físicamente. Entenderás que eso no lo verás conmigo, si no  que con la justicia ¿Verdad?
            —¡Yo no sería capaz de hacer una cosa de esas! —Chillé molesto. —¿Y hasta cuándo estaré a prueba? —Este chico realmente comenzaba a darme escalofríos.
            —Pues hasta que me vaya.
            —¿Y cuándo será eso?
            —Prometo que no será mucho tiempo, unos dos o tres meses. Aunque todo depende de los ataques. —Me acercó el papel e hizo un espacio para que yo pudiera firmar.

            ¿Qué si me parecía raro todo esto? Pues sí, era completamente extraño. No podía cometer más de 5 faltas mientras él estuviera en Japón o se encargaría personalmente de separarnos. Creo que jamás había conocido a un hermano más sobreprotector que él, pero si me negaba a su trato también estaba en problemas. Además, le prometí a Saya que me llevaría bien con su hermano. No me quedó más remedio que firmar.

            Lo miré unos segundos. ¿Él estaba con todos sus tornillos bien puestos?

            —Esto será divertido—. Sonrió y se puso de pie, para irse a dormir.
            —Espera…
            —¿Uhm? —El chico se volteó y nuestros ojos se toparon de manera desafiante.
            —¿Solo me vas a descontar puntos? ¿O también ganaré si hago buenas acciones?
            —Dudo que lo logres, así que ni hablar.

            Se fue a su habitación, seguramente a dormir, pero yo no pude hacerlo en toda la noche. Aquellas palabras me daban a entender que él cree, que no seré capaz de mantenerme a raya con Saya y que incumpliré más de 5 reglas. Esta no es su forma de hacer las cosas, simplemente es su plan para separarme de mi novia y pasarlo bien durante lo cometido ¡Este chico es cruel!

—o—

Pasaron los días y al sentirme limitado en la casa de mi novia, decidí invitarla a salir fuera, en donde nadie pudiera vernos. La esperé bajo la sombra de un árbol, un tanto nervioso. Aquel día me arreglé más de lo normal y ella llegó.
Pero no sola.
A su lado, venía a quien menos quería ver ¿Nos iba a seguir a dónde sea que fuésemos?

—Yuya-kun, le dije que iríamos al parque de diversiones e insistió en querer venir ya que hace tiempo no ha ido a uno. ¡Lo siento mucho, pero me lo rogó!—Me hizo un puchero.

Era imposible resistirse a ese puchero, pero ni siquiera lo tomé en cuenta. Más bien me centré en la mirada traviesa y malvada que poseía Chinen tras ella. Aunque hubiésemos ido al lugar más aburrido del planeta, él hubiese querido ir, simplemente para estropear nuestros planes.
Chasqueé mi lengua para evitar decir algo. Simplemente fingí una sonrisa, haciendo como si no me importara, aunque por dentro estaba ardiendo en rabia y aquel chico lo sabía y lo disfrutaba.

En el parque, me di cuenta que Chinen tenía cierta obsesión por los juegos de alto impacto, como la casa del terror o caídas libres. Cuando vio la montaña rusa, estaba decidido a subirla, el problema fue que Saya no quería, porque le asustaba demasiado y comenzó a implorarme de que subiera con el más joven.
Yo no sé, si Saya ha visto la tensión que hemos conformado con su hermano, pero creo que si no lo nota, lo ha ignorado bastante bien.

Resignado, caminé hasta la fila junto al muchacho. Saya se quedó fuera para tomarnos fotografías. Estábamos en completo silencio, pero no era incómodo, ya que la guerra había sido declarada hace unos días atrás. Pero esa paz, no duró demasiado.

—¿Cómo va vuestra cita? —Consultó él, con tono arrogante.

Lo miré con odio. Dejando en claro mi respuesta. Me crucé de brazos y suspiré largamente.

—¿Por qué haces esto? ¿Qué acaso me detestas? Ni siquiera te has dado la oportunidad de conocerme…
—Te equivocas. En eso estoy. En realidad, no me interesa conocerte tu lado bueno, más bien, me interesa saber cuánto daño puedes llegar a provocar.
—P-Pero…—Me quedé mudo, observando sus ojos azabaches. En mi vida, le he hecho daño a alguien o al menos, no consciente. ¿Realmente esto funcionaría?
—Piénsalo, Takaki-san. Todos tenemos un lado malvado, solo debo sacártelo a flote y no me rendiré hasta lograrlo. Quiero saber de lo que eres capaz— Ambos entramos al carrito de la montaña y antes de bajar la barra de seguridad, remató. —Llámame loco, obstinado o como quieras. Sabes que tengo razón.

Lo último que vi de él, fue aquella sonrisa maliciosa, que me ponía toda la piel de gallina. En mi cabeza, rondaban sus palabras como campanas. ¿Un lado malvado? ¿Yo? Mi objetivo de vida es ser una persona de bien, jamás le he hecho un daño irreparable a alguien. Pido perdón por casi todo y… ¡Quiero a Saya! ¿Cómo podría hacerle sufrir? Eso es estúpido.
Pero él tiene razón. Todos tienen un lado que no los favorece y yo aún, no conozco el mío…
—o—

Volvimos temprano a casa de Saya, a pesar de andar acompañados de su hermano. Tenía que ser muy metódico y llenarme de paciencia ante este juego, porque él, no dudaría en hacerme caer, cada vez que pueda.
Cuando llegué a mi casa, no podía quitarme las palabras de ese muchacho de la mente. Era realmente incómodo, saber que eran ciertas. Comencé a preguntarme ¿Cuál es mi lado malvado? Y también comencé a tener miedo de ello ¿Qué pasaba si un día le hacía daño a Saya? ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Qué pasaría si me gano su odio? ¿Podríamos volver a vernos? Necesitaba una respuesta.

—o—

Pasaron algunos días antes de volver a la casa de los Chinen. Toqué la puerta y me abrió él, recibiéndome con su típica sonrisa.

—Pensé que no te volvería a ver por estos lugares.
—No me rendiré—. Le sonreí al igual que él y entré.
—Ya veo…—. Él me siguió con la mirada y cerró la puerta tras de sí. —Saya no está.
—¿Volverá pronto, no?
—No lo sé.
—Chinen-san…—Aproveché la instancia. — Sé que quizás no te pueda caer muy bien, y no sé qué razones tienes para ello, pero soy el novio de Saya y si ella me quiere, no creo que sea bueno separarla de mí. ¿Por qué debo someterme a este tipo de juegos? Si es ella quien puede salir dañada…
—Ya te dije que no es un juego. Es simplemente mi manera de hacer las cosas. ¿Cómo podré estar seguro de que eres buen un novio, si yo estaré en Francia? Creo que le estoy ahorrando un gran dolor de cabeza a mi hermana.
—¿Por qué tiene que ser así? Te juro, no… ¡Te prometo! Que soy incapaz de hacerle daño a Saya, al menos no consciente o intencionadamente. Pero si no puedo estar con ella a solas, por tres meses ¿No crees que eso afectará a nuestra relación? ¿No quieres que ella sea feliz?
—No confundas los temas. Una cosa es su felicidad y otra es mi responsabilidad como hermano de saber que la persona que está junto a ella es decente y bien intencionada. Por más que me digas, que eres una buena persona, menos te lo voy a creer, Takaki.
—¡Pero si no puedo acercarme a ella! ¿Cómo quieres que te demuestre que soy un buen chico?
—Ese es tu problema, no el mío.

Mi rabia aumentó y no entendía por qué, aquel chico me hacía hervir la sangre. De verdad y es la primera vez que quise golpear a alguien, empuñé mis manos y mordí mi labio inferior, intentando controlarme al máximo.

—¿O acaso no puedes controlarte?

De verdad, me enojé. Mi mano izquierda tomó sus ropas y estaba preparado para golpearlo, cuando la puerta se abrió; Era Saya y cuando la vi entrar, lo solté de inmediato. Ambos giramos nuestras cabezas hacia ella y le sonreímos como si nada hubiese pasado.

—¡Saya! —Mencionó Chinen, acercándose a ella con una sonrisa —Takaki-san vino a verte, pero como no estabas, nos pusimos a conversar.
—¿Ah? ¿Sí? ¿Y de qué conversaban? —Preguntó sonriente. No se había dado cuenta de nada.
—S-Sobre que podríamos salir a pasear al perro, un día de estos ¿No? Como está con las vacunas recientes, no lo hemos paseado ¿V-Verdad? —Interrumpí nervioso, intentando seguir el hilo.
—¡Oh! ¡Es verdad! ¿Qué tal si vamos este fin de semana y aprovechamos de hacer tarde de picnic? —Propuso la chica.
—No es mala idea, yo me apunto— Sonrió ladino el menor.
—Perfecto—. Dijo ella.

Luego de eso, Yuri se fue a su habitación y me quedé mirando el camino por el cual caminó. ¿Qué me había pasado? ¿Por qué intenté golpearlo? Miré mis manos con un poco de horror. Entonces… ¿Eran verdad sus palabras? ¿Yo era capaz de dañar a alguien…?

—¿Yuya-san? ¿Yuya-san?
—¿E-Eh?
—¿Estás bien? —Saya, me miró con sus grandes ojos de preocupación.
—A-Ah… sí… Eso creo—. Sonreí un tanto nervioso y rasqué mi nuca. —Saya… ¿Podrías responderme algo, de manera sincera?
—¿Eh? ¿El qué?
—Si algún día llego a hacerte daño, sea intencionado o no ¿Serías capaz de perdonarme?
—¿Eh? ¿Por qué me preguntas eso, Takaki-san?
—Solo es curiosidad… yo, no creo ser capaz de hacerte daño, pero nadie lo sabe…
—Hey… No te presiones a pensar esas cosas— Ella me acarició la cabeza y me besó la frente— Seré sincera, creo que todo depende de la situación. Aunque yo también creo que eres incapaz de dañarme, si quiera un poquito.

Le sonreí ligero. Sus palabras a decir verdad, no me aliviaron. Porque hace un par de minutos, yo estaba a punto de golpear a alguien sin quererlo realmente. Pero no dije nada más, tampoco quería preocuparla demás.

—o—

Durante esos días no volví a esa casa, hasta el fin de semana. Me centré en mis estudios, este año era el último y debía hacerlo bien, pero aun así… no pude quitar de mi mente a ese chico. Creo que jamás, alguien, me había hecho preguntarme tanto sobre mí mismo, sobre quién soy y de qué soy capaz. Yuri tenía algo especial. Yuri me hacía actuar por instinto, a diferencia de Saya.

—o—

            Llegó el domingo y fui desde temprano a la casa de los Chinen. La chica había preparado miles de bocados, para pasar la tarde.  Amarré al cachorro y recorrimos un gran tramo, hasta que nos dio hambre. Nos sentamos en una especie de parque a orillas de un río. La tarde estuvo tranquila, nuestras conversaciones se basaron en el trabajo que consiguió Saya, para un papel casi principal de un drama y sobre lo que haría Yuri con su carrera de canto, cuando volviera a Francia.

            —¿Y tú, Takaki? ¿Qué es lo que estudias? —Me consultó el menor, dejándome pasmado ante aquel extraño interés.
            —¿Eh? ¡A-Ah! Yo, estudio ciencias en vida acuática— Respondí rascando mi mejilla, con una sonrisa nerviosa.
            —Ohh, no eres tan inútil después de todo~—Mi sonrisa desapareció, para mirarlo con fastidio, pero él comenzó a reírse como un niño travieso, mientras me miraba.

            No entiendo muy bien lo que sucedió, pero me sentí en una burbuja, al verle sonreír… Mi corazón se aceleró y sentí un leve calor en mis mejillas. Lo cual me obligó a desviar mi mirada y beber jugo. Su sonrisa, era tan parecida a la de Saya, pero la sentía tan íntima… porque por primera vez, no era sarcástica… y me la estaba dedicando a mí, de cierta forma.

            Así pasó la tarde, entre conversaciones agradables, comentarios ácidos, torpezas propias, sonrojos… y miradas perdidas. No entendía lo que me estaba pasado. Quizás simplemente, le estaba agarrando cariño al hermano menor de mi novia, no quise pensar demás.
            En un momento, Yuri tomó al pequeño Akita-Inu y comenzó a acariciarlo con mucha cautela. Saya lo veía con una sonrisa, como si no quisiera romper aquel momento y yo por respeto, no dije nada.
            Pero se oyó un ladrido.
            Un perro furioso corrió hacía el menor y su reacción fue de pavor. No hizo nada, simplemente su cuerpo se petrificó mientras el can se acercaba más y más. Pensé que se movería o que algo haría, pero nada. Así que actué por instinto.
            Sin darme cuenta, ya estaba encima de Yuri, cubriendo su cuerpo y al cachorro que tenía en sus manos. El furioso perro, me mordió un muslo y tironeó de mí ropa.

            —¡A-Ah…!—Mordí mi labio inferior, para no gritar demasiado, aunque me dolía muchísimo. Al abrir mis ojos, el pelinegro me miraba con pánico. Noté su labio inferior temblar, al igual que sus manos.
            —¡¿Estás bien, Yuya?! —Saya sacó al perro de mi pierna, pero no atendí a su llamado.

            Estaba muy cerca de Yuri, tanto que podía leer fácilmente su rostro. Tenía mucho miedo. Acaricié sus manos, para que no temblara más, pero él me evitó y simplemente me pasó al perro. Se levantó algo torpe y dio media vuelta.

            —¿C-Chinen-san? —Pero él no respondió y se alejó cada vez más.
            —Déjalo. Se le pasará— Me dijo ella.
            —¿Qué le sucedió? ¿Por qué no hizo nada?
            —Le tiene fobia a los animales bravos—Ella sonrió leve, aun sosteniendo al pitbull. —Por cierto ¿De quién será este animal?
           
            ¿Así que Chinen Yuri tenía miedos y fobias? Eso era algo que no había mentado en este tiempo. Ver al chico de la sonrisa tenebrosa como alguien vulnerable… hacía que me causara aún más curiosidad de querer acercarme.

—o—

            Saya me dijo que volviésemos tarde a casa, ya que Yuri iba a necesitar tiempo a solas para relajarse. Acepté y aprovechamos de pasear juntos por el parque. Como se acercaba el invierno, le compramos una especie de abrigo al perro, que por cierto, Saya lo nombró como “Rocket”.

            Dejé a mi novia en la puerta de su casa y nos despedimos con un beso rápido en los labios. Ella me sonrió, angelical y recordé en ello, la sonrisa malvada de su hermano. Eran tan iguales, pero a la vez, un mundo de diferencia.
            Volví a casa, aun pensando en lo sucedido el día de hoy.

—o—

            Días después, Saya estaba muy ocupada como para darme algo de su tiempo, así que tuve que aguantar más días sin verla. Extrañamente, recibí una llamada de un número desconocido.

            —¿Diga?
            —¿Takaki?
            —¿Yuri? —No entendía por qué, pero mi corazón se aceleró.
            —Bueno, supongo que se acabaron las formalidades hacía mí, ahora que descubriste mi punto débil ¿No? Debería descontarte puntos por esto.
            —¿Eh? L-Lo siento ¡No! ¡Yo!
            —Descuida—Su voz se oía más relajada, junto a una risa.
            —¿A qué se debe esta llamada?
            —Verás, necesito que me ayudes en algo, pero necesito que nos veamos. ¿Tienes tiempo?
            —C-Claro ¿Qué es?
            —Solo ven, aquí te explico.

            Y colgó, dejándome con el teléfono y las interrogantes en la boca. Realmente no podía hacerme una idea de lo que él quería, ya que de verdad, no lo podía imaginar.
            Tomé mi celular, algo de dinero y mis llaves. Salí de casa casi corriendo, sin siquiera entender por qué iba con tanta prisa.

            Cuando llegué a la casa de los Chinen, Yuri me estaba esperando fuera ya.

            —¡Hasta que llegas! Pensé que te demorarías una eternidad—Me dijo, tomándome del brazo y comenzando a caminar con prisa.
            —¿Eh? ¿Dónde vamos?
            —Necesito que me lleves a esta dirección—. Me mostró un papel, con algo escrito. Lo cogí entre mis dedos, mientras lo leía— Entenderás que hace 4 años que no venía a Japón, he olvidado como llegar a ciertos lugares y eres el único ser humano, que conozco con tiempo para ayudarme.
            —¿Eh? ¿Quién te dijo que tengo tiempo?
            —Pues Saya. Le pedí ayuda y me dijo “No puedo, pero dile a Takaki-san, tiene tiempo por las tardes”
            —Grandioso…—Mi cara de fastidio no podía ser mayor. ¿Ahora mi novia le decía que podía llamarme cuando quisiera? ¿Qué acaso soy un reemplazo? ¿Un comodín?
            —Por cierto, el otro día llegaste tarde con Saya, eso te descuenta un punto. Ahora solo te quedan tres—Él sonrió con ironía, mostrándome los dedos de sus manos.
            —¿De verdad, quieres que te ayude?
            —¿Me vas a amenazar? Sabes que tengo menos cosas que perder…
            —No lo haré…—Di un largo suspiro y miré la dirección nuevamente— Te llevaré, ven, tenemos que tomar el tren.

            Y así lo hicimos. Llegamos a un edificio antiguo, pero que poseía ascensor. Subimos hasta el último piso y sorprendentemente, todo el piso 7, era una moderna estación de radio. Abrí mis ojos, un tanto emocionado, pero me mantuve a raya, al ver como recibían a Chinen.

            —¡Chinen-san! ¡Es un gusto tenerte aquí! Gracias por venir—Las personas se reverenciaron frente a él, como si fuera una verdadera estrella.
            —Gracias por la invitación, es un gusto para mí.

Él se acercó a los asistentes, saludando a cada uno y yo no sabía qué hacer, me sentía como en un mundo totalmente aparte. ¿Por qué me había llevado hasta allí? Me hicieron pasar y me senté sobre una silla, mirando lo que era el estudio, desde el otro lado del ventanal. Al parecer, iban a entrevistar a Yuri.

—¡Buenas tardes Tokyo! Hoy tenemos a un invitado muy especial, que viene directo desde Francia. Él es japonés, pero ha vivido los últimos 4 años en la ciudad del amor ¿Se hacen una idea de quién es? Démosle la bienvenida a la radio a ¡Chinen Yuri!
—Gracias por la invitación— Me crucé de brazos, observando al menor con una sonrisa ladina involuntaria.
—Primero que todo, sabemos que estas acá, por el atentado a Paris ¿Cómo viviste el episodio?
—A decir verdad, creo que tuve bastante suerte. Había estaba paseando cerca de los restaurant en donde fueron los tiroteos, pero cuando estos se efectuaron, ya me encontraba a unas 8 calles, de todas formas, escuché las balas…
—¿Y qué hiciste ahí?
—Decidí acercarme a los ruidos. Cuando vi la escena me aterré, quería ayudar y no sabía cómo. Había mucha gente muerta…— Noté un leve quiebre en su voz— Habían niños, mujeres… hombres y aunque quisieras ayudar a alguien, era demasiado tarde.
—Wow… Haz visto un infierno, Chinen-san ¿No?
—Tal vez… Luego de eso, llegaron los policías y nos apartaron del lugar. De ahí volví a casa, intentando contactarme con mi familia, acá en Japón.
—Me has puesto los pelos de punta. Mis condolencias a todas las familias que sufrieron la pérdida de algún integrante. Es muy lamentable este tipo de hechos.

El locutor hizo una pausa de respeto, para luego continuar con temas más superficiales. En donde me enteré todo lo que había hecho en Francia. Desde grabar sus primeros discos, tomar clases, dar conciertos menores y sus futuros proyectos. Yuri era un hombre con su vida resuelta, era como si no tuviera problema alguno.

Luego de la entrevista, el locutor le facilitó una guitarra al menor, para que cantara una de sus canciones. Me sentí privilegiado, de poder escuchar esto en vivo. Me crucé de brazos, esperando con grandes expectativas por las primeras notas.
Comenzó a tocar un ritmo marcado con la guitarra, incluso algo golpeado, tenía muy buen compás. Cuando cantó, mi piel se erizó, hasta dejarme con los brazos caídos. No digo que haya sido la voz más armoniosa, pero sabía cómo encantar. Sus letras, en general, estaba en francés y pocas frases eran en japonés. Una de las partes que podía entender, era el estribillo. En un momento, nuestros ojos se encontraron y él cantó, sin quitarme la mirada;

/:…Y de repente, me sentí un poco extraño
Mientras estábamos juntos, juntos
No puedo explicar qué pasó
Nosotros nos hicimos infinitos
Qué pasó…:/

            Eso es lo que me preguntaba yo. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué mi cuerpo no reaccionaba? ¿Por qué ahora su mirada me colocaba nervioso? Desvié mis pupilas lo antes posible, intentando pasar desapercibida mi incomodidad.
            Cuando finalizó, todos aplaudieron y le dieron las gracias por la entrevista, felicitándolo.
            Nos despedimos entre reverencias y volvimos a aquel ascensor, para ir al piso uno.

            —¿Qué te pareció? —Me dijo él.
            —¿Ah? A-Ah… cantas muy bien —Susurré, nervioso.
            —¿Solo eso? “¿Cantas muy bien?” Esperaba algo más~
            —¿Eh? —Rasqué mi nuca. De verdad, cada día entendía menos a este chico.

            Primero me declara la guerra, evita que vea a mi novia. Me hace firmar un contrato de castidad y luego, como una mosca, nos sigue a todas nuestras citas. ¿Y ahora me pide que lo acompañe por Tokyo? ¿Qué lo halague? Y además… ¿Qué fue esa mirada?

            —Pues… me erizaste la piel—Lo miré, siendo sincero. De todas formas, era su talento y había que reconocerlo.
            —Así me gusta más—Él sonrió. Esa sonrisa traviesa, de un demonio. —Por acompañarme, te invito al almuerzo ¿Qué dices?
            —E-Está bien.

            Cuando llegamos a la planta principal, tomó de mi brazo, jalándome hacia fuera. Me dejé hacer, al parecer tenía claro dónde quería ir.
            Caminamos unas cuantas cuadras por el centro e ingresamos a un restaurant de gyozas. Él se veía bastante entusiasmado, al hacer el pedido. Ni siquiera me preguntó si prefería algo, solo si bebía cerveza, ya que él, prefería un té.

            —¿Qué harás ahora, que Saya encontró trabajo a tiempo completo? —Me consultó, probando el primer bocado.
            —Uhm…—Me quedé reflexionando, realmente no lo había pensado. Cada vez que mi novia, hallaba un trabajo, no era por más de cuatro días. Pero esta vez, era un papel mucho más protagónico y debía pasar largas horas dentro del estudio, sin poder volver a casa por unos cuatro meses según el contrato. —Veré qué hago, primera vez que es tanto tiempo…—Expresé, abriendo mi cerveza.
            —Entiendo… —Él dijo eso, con un dejo de perversión. No supe si enojarme o extrañarme, así que decidí preguntar.
            —¿Estás feliz, de que Saya y yo, no podamos vernos?
            —¿De qué rayos hablas? Si tú te quieres alejar de ella, no es culpa mía. Al fin y al cabo, es tú relación y yo solo estoy aquí para aprobarte. Si tú no resistes, no puedes culparme de ello ¿O sí?
           
            Se formó un silencio incómodo, porque era verdad. Además, él no planeó que Saya encontrara trabajo justo ahora. En fin, no podía culparlo de esto. Suspiré.

            —¿Cuál es tu comida favorita? —Me consultó, ante el silencio.
            —Pizza—Dije automáticamente, sin si quiera mirarle a los ojos. Pero al caer en la cuenta, que se estaba esforzando por crear un ambiente más ameno, dejé el bocado a un lado y le destiné mi mirada.
            —¿Y la tuya?
            —Gyozas— Sonrió ampliamente, echándose a la boca, una gigante.
            —Ya veo…—Sonreí ligera, pero sinceramente, cogiendo una empanadilla más. Iba a continuar con las preguntas, hasta que vi sus ojos posados en mí. —¿Eh? ¿Sucede algo?
            —¡N-No! —Su reacción fue brusca, lo cual, me pareció particular. —Por cierto… ¿Eres buen estudiante en la universidad? —Me quitó la mirada de encima.
            —¡Claro que sí! Parezco un inútil, pero de verdad amo lo que estudio. ¿Y tú? ¿Estudiaste canto?
            —Sí, acá en Japón… pero opté por una beca y terminé en Francia y estaba planeando quedarme allá.
—Entiendo. ¿No extrañabas Japón?
            —Sí y no. Me gusta mucho la vida que llevo en Francia, pero hay cosas como las gyozas que son difíciles de encontrar en el extranjero. —El rió relajadamente, dejándome un poco embobado.

            Todo se estaba tornando raro. Me estaba gustando pasar tiempo con él. Se interesaba por mí y me hacía preguntas. Me di cuenta que detrás de sus amenazas y sus sonrisas endemoniadas, se encontraba un buen chico, el cual me estaba haciendo actuar de manera torpe.
            Al acabar con la comida, le ofrecí llevarlo a casa, pero me insistió en querer ir a dejarme.

            —Vamos, quiero conocer dónde vives—Me insistía, como un crío.
            —¡Hey! Esto no estaba en el contrato ¿Prometes no descontarme puntos por el desorden? —Reí.
            —Lo pensaré—El me sonrió de vuelta.

            A medida que pasábamos más tiempo juntos, él se transformaba en alguien más ameno, más simpático, a un punto de que comenzaba a gustarme los momentos que compartíamos. Al llegar a mi departamento, abrí la puerta y encendí las luces. El desorden era claro y él entró, como si fuera su propia casa.
            Comenzó a revisar todo con la vista y a preguntar por cada detalle. Jamás había conocido a alguien tan interesado en el porqué de las cosas.

            —¿Hace cuánto que vives solo?
            —Desde mi primer año de universidad, creo que hace unos 5 años.
            —¿Tienes cervezas?
            —¿Eh? —Sus preguntas muchas veces me desconcertaban, pero antes de que pudiera responder, él estaba sacando una cerveza de mi refrigerador. —Oh, me está llamando Saya—Sonreí como un idiota.
            —No le digas que estoy aquí~

            Aunque quise preguntar el porqué, no me alcanzó el tiempo, ya que, había contestado.

            —¿Saya? Sí, estoy bien, amor... Sí, ya comí. Gyozas. Estaban muy buenas.¿Y tú? ¿Ya comiste? ¿Cómo te fue? Me alegro, espero que las cosas sigan así…

Continué hablando. En un instante desvié mis ojos hacía el menor y lo hallé en una actitud arrogante, rodando los ojos y bebiéndose la cerveza de una vez.  Me acerqué a él, para quitarle la lata, pero él se enojó y fue al refrigerador por otra. Simplemente suspiré.

—Está bien, cuídate, princesa~ Te adoro—Sonreí y le mandé varios besos por el teléfono, mientras veía las morisquetas de arcadas del pelinegro. Lo cual, me causó más de una risa. —Qué molestoso eres—Le dije, apenas colgué la llamada.
—Qué meloso eres…—Dijo con voz de fastidio, bebiendo, otra lata.
—Oye, a este ritmo, terminarás ebrio…
—Pues, tendré que pasar la noche aquí—Él sonrió maligno.
—No, si yo lo impido—Le mencioné, quitándole el alcohol y bebiéndomelo.
—¿Por qué tu refrigerador solo tiene cervezas? ¿De qué te alimentas?
—Pizza— Respondí al instante.
—Ah, por eso estás subido de peso.
—¡Hey!
—Jajaja, es la verdad~

            Estar con él, comenzaba a tornarse algo muy agradable. Me atrevería a decir que ni con Saya los momentos habían sido así. Me sentí un tanto mal, por ese pensamiento.

            —Bueno, creo que es hora de irme ¿No?
            —¿Eh? —Consulté decepcionado, cuando dijo eso. —¿Estarás bien? ¿Quieres que te vaya a dejar? No tengo problemas…—Él me miró travieso y se acercó, hasta rozar sus labios con mi oído.
            —No soy un crío, Yuya—Me susurró, haciéndome sonrojar.

            Y así se fue, dejándome con una incomodidad en mi corazón y mi mente.

—o—

            Estaba durmiendo, cuando oí el timbre de la puerta. Me supuso casi toda la noche quedarme dormido y ahora, alguien venía fastidiar a estas horas de la mañana. Creo que mi día no iniciaba de lo mejor. Rumié en no abrir, pero el sonido fue tan insistente, que tuve que hacer un esfuerzo. Me levanté apenas y sin preocuparme demasiado por mi facha, abrí la puerta, encontrándome con una gran sorpresa. Era Yuri.

            —¿Q-Qué haces aquí? —Me giré para ver la hora— A las 7 de la mañana.
            —Vine a tomar desayuno contigo—Dijo él, entrando con un par de bolsas, haciéndome a un lado.
            —¿Eh…?

            Cerré la puerta tras de mí y lo observé en silencio, aún muy confundido de lo que estaba pasando. ¿Por qué?

            —Compré comida, no sé cocinar, así que no te preocupes por los envenenamientos.
            —Es bueno saberlo…—Reí ligeramente y me acerqué, para colocar agua a hervir, a pesar de aun no comprendía qué es lo que hacía aquí.
            —¿Cómo dormiste anoche? —Su pregunta me pilló de sorpresa y un sonrojo me vino a mis mejillas ¿Qué acaso sabía algo?
            —Perfecto— Mentí.
            —Oh, tus ojeras no dicen lo mismo—Me fijé, que cuando sonríe malvadamente, sus labios tomaban una forma felina, lo cual le hacía ver más diabólico, pero tierno…
            —A-Ah… siempre las he tenido, desde que entré a la universidad…—Intenté ignorarlo. Pero él mantenía su sonrisa, en signo de victoria. —Por cierto ¿Por qué has decido tomar desayuno conmigo?
            —Ah… mis padres salieron temprano y mi hermana también, iba a estar solo, así que decidí venir acá—Me enseñó todos sus dientes, con aquella gran sonrisa.
            —Ya veo…—Rasqué mi cabeza.
            —Ve a ducharte. Detesto comer con gente sucia. —Me ordenó y mi rostro de perplejidad no pudo haber sido peor.
            —V-Vale…

            Algo confundido, fui a ducharme rápidamente, para luego vestirme para ir a la universidad. Cuando llegué al comedor, la mesa estaba puesta y él ya estaba comiendo.

            —Lo siento, no pude esperarte. Esto se veía demasiado bien.
            —D-Descuida…

Me senté. A decir verdad, eso de que su familia salió y él iba a estar solo, lo olí a excusa de algo… y una interrogante comenzó a rodearme ferozmente. Sabía que sus intenciones reales eran otras, pero tampoco me atrevía a consultar, ya que, podría tener que ver, con el contrato.

—¿A qué hora tienes clases? —Interrogó, bebiendo algo de té.
—Ahm… a las ocho y treinta ¿Por qué?
—No deberías llegar tarde. Te iré a dejar, tengo que hacer un par de cosas cerca de tu universidad ¿Te importa?
—¿Debería? —Alcé mi ceja y sonreí de medio lado. Recibiendo como respuesta una imitación.

Volvíamos a reír.
Al terminar de comer, recogimos las cosas y tomamos camino a la universidad. Conversamos sobre temas varios, gustos de cada uno, experiencias vividas, etcétera.

—Detesto las cosas tan comunes…
—¡Hey! Yo soy común…—Le rebatí, apenado.
—¿Tú crees? —Curioseó, tornando su juguetón rostro hacia mí.
—Pues… sí. No sobre salgo en nada…
—Entonces, puede ser por eso que te odie tanto…—Murmuró para sí.  Sin saber yo, si enojarme o no. —En fin, si me llevas a un lugar común para nuestra próxima salida, eres hombre muerto.
—¿Eh? —Él se despidió agitando su mano y se fue rápidamente. Dejándome en la entrada de la universidad.

Mientras caminaba al salón, había algo que no me encajaba ¿Próxima salida…? ¿ÉL quería volver a salir conmigo? Necesitaba un balde de agua fría, para lograr pensar en calma.
Estuve casi todo el día en el laboratorio, desarrollando mi tesis. No quería fallar en la parte más importante de mi carrera y además, quería olvidarme un poco de mis enredos mentales. Aquel chico, comenzaba a sumergirme en sus juegos y yo no quería ser rescatado.

Al salir de la universidad, ya era de noche. Sentí mi celular vibrar y como era de costumbre, pensé que era Saya.

—¿Amor?
—Hola, amor. ¿Ya cenaste?
—¿EEEH? ¿YURI? —Miré la pantalla del celular y efectivamente, era el menor quien llamaba. Golpeé mil veces mi frente con mi muñeca. —Lo siento, no me fijé en quién era.
—No te preocupes, amor~—Decía él, mientras reía burlón y yo me sonrojaba completamente. —Oye ¿Ya comiste? Tengo hambre y nadie en casa cocinó.
—Pues… no he comido pero…
            —¡Perfecto! Te veo en tu casa.

            Miré lentamente mi celular y solté un largo suspiro. Ahora comprendía porqué quiso saber mi dirección.

            Pasé a un restaurant de fideos y compré dos porciones para llevar. Si las cosas seguían así, iba a quedar en la ruina.
            Cuando llegué a mi departamento, abrí la puerta y casi todas las luces estaban encendidas, además de la televisión.

            —¿Por qué a mí…?—Suspiré, comenzando a apagar unos cuantos interruptores demás.
            —¡Al fin llegas! Ya me estaba muriendo de hambre— Se levantó del sillón, apagando el televisor. Hasta que me doy cuenta que se había puesto una de mis poleras.
            —¡Oye, eso es mío!
            —Lo tomé prestado, es más cómodo que una camisa. — Él, alzó su pulgar y sonrió, sin importarle nada. —¿Qué has traído para cenar? —Se acercó a mí, oliendo las bolsas.
            —Son fideos chinos listos para comer. Espero que te gusten.
            —¿Qué acaso no sabes cocinar nada?
            —¿Barbacoa sirve?
            —¡No!
            —Tú tampoco sabes cocinar…

            Ambos reímos y comenzamos a comer. Al fin de cuentas, daba lo mismo lo que ingiriéramos, al ser hombres que no cocinaban, todo iba a estar bien.
            Apenas terminábamos, recibí la llamada diaria de Saya.

            —¿Saya? Sí. Sí, comí fideos chinos ¿Y tú? —Contesté y Yuri comenzó a hacerme morisquetas —¿Eh? ¿Así que tu mamá cocinó bolas de pulpo? —Alcé mi ceja, mirando fijamente al chico que tenía frente a mí, descubriendo su mentira. —¿Y tu hermano fue a la casa de un viejo amigo? Ya veo…—Comencé a reír ligeramente, mirando al pelinegro, quien me evitaba a como dé lugar. —Duerme bien, pequeña.

            Colgué la llamada y entrelacé mis dedos, para comenzar con el interrogatorio.

            —Qué lástima. Me perdí las bolas de pulpo…—Me evitó, con un puchero. —Bien, creo que es hora de irme…—Mencionó, mientras se levantaba de la silla.
            —¿Dónde crees que vas? —Le tomé de la muñeca, obligándolo a volver a su puesto. — Me debes una explicación.
            —No hay nada que explicar, simplemente, no quiero que sepan que vine acá. —Explicaba un tanto nervioso, con la vista gacha. Se volvió a levantar, pero interpuso mi propio cuerpo, para que no pudiera escapar.
            —¿Por qué?
            —Eso no es de tu incumbencia.
            —Hablamos de mi departamento…
            —¡Tsk! ¡Qué aburrido! Si hubiese sabido que te pondría así, no habría venido.
           
            Realmente, su actitud, comenzaba a causarme risa. Se estaba comportando como un crío y se hastiaba por tonterías.

            —¿¡De qué te ríes!? —Me miró enfadado.
            —Eres como un niño—Respondí con ternura.
            —¿Eh? —Noté un leve sonrojo en sus mejillas, mientras fruncía el ceño.
            —Si no me dices que vendrás acá con mentiras, no podré cubrirte y se sabrá muy pronto tu verdad. Aunque sinceramente, no sé porque debería callarme, si tú constantemente me mantienes bajo amenaza.
            —Porque si tú hablas, yo hablo. ¿Es justo ahora, no?
            —Justo—Sonreí ladino, revolviendo sus cabellos.

            Era tierna, el modo en la que él me llegaba hasta el cuello y debía verme hacia arriba. Me gustaba sentirme alto frente a él, sentía aquel deseo de querer protegerlo…

            —Por cierto… Dije que me quedaría a dormir en la casa de mi amigo…
            —¿Algo más? —Pregunté irónico.
            —No, nada más—Contestó entre risas.

            Nos quedamos conversando un poco más, mientras veíamos televisión, hasta que el sueño nos venció y decidimos ir a dormir.
           
            —No tengo futón, pero tengo una cama para dos ¿Está bien?
            —No pensaba dormir en otra parte, de todas formas.
            —Creo que lo presentía…—Reí, mientras nos íbamos a mi pieza.
            —¿Mañana tienes todo el día clases?
            —¿Vas a venir a robar comida y cama nuevamente?
            —¿No puedo?
            —Aunque te diga que no, lo harás igual ¿No? —Nos recostamos y traté de cubrirnos bien.
            —Creo que comienzas a conocerme, Takaki.

            A medida que nos callábamos para dormir, más nervioso me sentía. Mi corazón golpeaba con fuerzas y mi cuerpo tenía extraños impulsos de pretender abrazarlo y por ende, me volteé, para no dejarme vencer por la tentación y así fue, como logré dormir un poco. 

            A la mañana consecutiva, una respiración se sentía muy próxima a mí. Cuando abrí mis ojos, me sorprendí al notar que el chico estaba a no menos de 5 centímetros de mí, con sus ojos cerrados. Mi corazón se urgió y me alejé lo más rápido posible. Cuando fui consciente de mi reacción, coloqué mi palma encima de mi pecho.
            Me quedé observándolo. Dibujé su rostro con mis dedos y sonreí un tanto embobado. Se veía tan apaciguado que deseabas que se quedara así por siempre.
           
            Preparé el desayuno, intenté esperarlo, pero se me hacía tarde para la universidad, por lo que simplemente me fui, dejándolo dormir.

            Mi día fue muy parecido al anterior, nada sobresaliente. Pero algo me preocupaba muy adentro. ¿Por qué sentía emoción al querer llegar a casa? Eso no estaba bien y comenzaba a preocuparme, sin querer reconocerlo.
            Antes de llegar a casa, pasé a comprar cena para dos. Con una sonrisa, llegué a mi departamento. Cuando abrí la puerta, mayor fue mi sorpresa al no verlo. Las luces estaban apagadas, al igual que la televisión. Pensé que podría estar en alguna habitación, escondiéndose. Pero nada de eso.
            Algo decepcionado, cené solo.  No quería entender por qué me sentía así, así que me concentré en ver televisión o hacer cualquier cosa. Cuando iba a acostarme, sonó el timbre de mi puerta. No niego que mi corazón se aceleró al pensar que podría ser él.
            Prácticamente corrí a abrir, pero algo se descolocó en mí, cuando vi a Saya en la entrada, con una gran sonrisa.

            —¡Hola, Takaki-kun! —Me saludó ella, muy feliz.
            —S-Saya…—Balbuceé.
            —¿Eh? ¿Estoy molestando? ¿Ibas a dormir?
            —N-No, no, pasa…

            Intenté fingir felicidad de verla, pero no podía engañarme a mí mismo; No era a ella a quien esperaba.
            Me acompañó a dormir, pero nada fue como el día de ayer. Mi corazón ya no se aceleraba y fue muy fácil dormir. Ni siquiera tuve ganas de hacerlo con ella. Me sentía culpable, por estar comparándola, pero no podía mentirme.
           
            Cuando mi novia se fue, suspiré largamente. Había sido una gran actuación de mi parte y fue cansino. Yo no quería que su presencia me molestara y no sé por qué lo hizo… Tenía miedo. ¿Qué rayos me estaba pasando? ¡Saya es mi novia!
           
            Intenté hacer un mapa mental de mi situación actual, para comprender que sucedía conmigo, pero la conclusión no fue muy esperanzadora.

            —No puede ser…

—o—

            Llegué a casa frustrado. Sin ganas de nada, ni siquiera había comprado comida para la cena. Tomé una cerveza y comencé a beber. Me estaba sumergiendo en un problema y debía hallarle solución pronto o alguien podría salir dañado. Cuando iba por una segunda lata, oí el timbre sonar.
            Me extrañé, ya que, no esperaba a nadie. Nuevamente me sorprendí.
           
            —¿Quién pidió pizza para la cena? —Era él, con una caja de pizza, tamaño familiar en sus manos y su sonrisa característica.
            —¿Eeeh? ¿Qué haces acá? —Miré a todas partes, por si los vecinos estuvieran espiando.
            —¿Por qué tan perseguido? Solo vengo a robar cama y comida—Habló, mientras ingresaba sin cautela a mi propiedad. —Pero traje la cena, así que solo será cama.
           
            Me quedé un momento sosteniendo la puerta. Desde mi interior, una risa comenzó a surgir, hasta culminar en una carcajada. ¿Perseguido? ¿Por qué me sentía perseguido? ¿Qué acaso que me visite Chinen, está prohibido? ¿Me importa lo que digan los vecinos? ¿Realmente me importa?
           
            —¿De qué te ríes?
            —No es nada, ignórame…—Cerré la puerta. En realidad, no me importaban los vecinos, solo comenzaba a sentirme culpable, porque dentro de mí, sabía que mis sentimientos estaban cambiando, pero no iba a permitir que alguien lo supiera. No de esta forma.

            Robé un pedazo de pizza, abríamos unas cervezas y vimos televisión, mientras una conversación salía de vez en cuando.

            —Pensé que ayer vendrías—. Mencioné.
            —¿Eres idiota? Ayer te visitó Saya ¿O querías que la acompañara y durmiéramos los tres en tu cama? —Contestó, con una risilla final.
            —Oh… es verdad—Me sentí muy idiota y golpeé mi frente con los nudillos, varias veces.
            —¿Acaso… querías que viniera? —Se acomodó en el sillón, mirándome fijamente.
            —¿Eh? ¡N-No! Es decir… ¡A-Ahh! —Me enredé. —Realmente pensé que no vería a Saya estos días, así que realmente no la esperaba.
            —¿Me estabas esperando a mí? —Sonrió ladino, travieso, malvado, como si esta fuese una jugarreta más de sus comentarios sarcásticos.
            —Sí ¡Digo! ¡NO! ¡Qué cosas dices! HAHAHA—Intenté reír.
            —¿Sabías que eres malo mintiendo? —Suspiró.
            —¿Eh?

            Mordisqueé mi labio inferior. Su mirada estaba tan fija en mí. Me sentía acusado, pillado, sorprendido y no sabía cómo borrar este incómodo momento. Revolví mi cerveza nervioso y la bebí por completo.

            —¿Estás perdiendo el interés en mi hermana, Takaki?
            —¿¡EH!? ¡Claro que no! —Me atoré y escupí algo de alcohol, limpiándome de enseguida— ¡Yo la adoro! ¿Qué cosas dices? —Me alteré, porque sabía que sus palabras tenían una pizca de razón. Me levanté del sillón, enfurecido y confundido, pero él me imitó, limitándome el paso con el peso de su cuerpo.
            —¿Estás seguro de ello?
            —¡Claro que sí, maldita sea, Yuri! —Refunfuñé.

            Iba a pasar por sobre él, apartándolo, pero sus manos me detuvieron. Las posó sobre mi pecho, justo sobre mi corazón, evaluando mis palpitaciones que en cada uno de sus acercamientos. Una vez que nuestros rostros estuvieron demasiado cerca, me sentí incapacitado de alejarlo.

            —¿Q-Qué haces? —Susurré casi sobre sus labios, al tenerlo tan cerca.
            —Tu cuerpo…—Musitó él, provocándome claramente, al momento que rozó sus labios con los míos—Tu cuerpo no está tan seguro…

            Me quedé viendo sus ojos, que emanaban deseo, mi cuerpo comenzó a calentarse ante tales incitaciones… Deseaba besarlo, tomarlo entre mis brazos, tocarlo… ¿Qué rayos me estaba pasando? ¿Hacerlo o no? He ahí el dilema…

            —Averigüémoslo entonces…—Desafié.

            Cedí. Cedí ante él. Lo tomé entre mis brazos, cumpliendo aquel anhelo que poseía. Lo retuve con fuerzas… su cuerpo se sentía demasiado bien junto al mío. Abrí mi boca para besar sus labios, siendo correspondido. Nuestras respiraciones de inmediato se agitaron y con algo de violencia comenzamos a quitarnos las prendas. Ahora no me quedaban dudas, ambos apetecíamos esto.
            Lo recosté sin mucha delicadeza en el sillón, acariciando su pecho que ya había descubierto, mientras mis labios besaban su cuello, dejando marcas y mordidas. No sé realmente qué me pasaba, jamás había sido así de salvaje.
            Lo que le agravaba más mi estado; eran sus gemidos. Me abrazó, enredando sus dedos por mi cabello y sus labios jadeaban sobre mi oído. Mi miembro se puso completamente duro y mis manos de inmediato desabrocharon su cinturón, ingresando mi mano por su intimidad. Estaba tan duro como yo, eso me hizo sonreír.
            Quité sus pantalones y yo también desnudé mi miembro. Sus ojos poseían una mirada diabólica, sucia y demandante. No habían momentos muertos, simplemente queríamos sentirnos y ya. Abrí sus piernas y acomodé mis caderas para ingresar en su entrada. Fui lento, pero sin prepararlo. Él gemía sin importarle nada, enterrando sus dedos y uñas por mi espalda, resistiendo el dolor.
Jamás lo había hecho con un hombre, pero tenía nociones de lo que debía hacer, sin embargo, su estrechez me sorprendió, a pesar de ello, seguí, porque presentía que si me detenía, aquel chico, no me lo iba a perdonar.
            Tener mi miembro allí dentro, mientras abrazaba su cuerpo, fue una sensación única. Surtiendo lo prohibido con el placer y el deseo. No gozaba de palabras para describirlo. Continué con las embestidas, mientras mi mano generaba placer en su falo.

            —¡A-AH! ¡AH! ¡Yuya, E-Esp-!—No alcanzó a terminar la frase, cuando su semen ya estaba esparcido entre nuestros cuerpos. No tardé mucho en venirme dentro de él, deleitándome con otro de sus suspiros.
            —¿E-Estás bien? —Consulté, recibiendo un asentimiento con su rostro. Él no podía hablar, eso me causó gracia.

            Nos quedamos un poco más en esa posición, hasta que Yuri recuperó la respiración. Me salí de su interior y caí rendido a su lado, mirando el techo, sintiendo como toda la culpa caía sobre mí.

            —Oye…—Me dijo.
            —¿Mhh? —Cubrí mi vista con mi antebrazo.
            —No pienses demasiado—Fue todo lo que dijo, mientras se levantaba del sillón, para vestirse.
            —¿Te vas?
            —Debería…
            —Deberías…—Acordamos. Bajé mi antebrazo y le miré a los ojos. Era claro que ninguno de los dos quería eso, pero era lo correcto, después de haber caído tan bajo.
            —Nos vemos… Takaki-san.
            —Nos vemos… Chinen-san…

            ¡Descarado! Luego de tratarme tan cercanamente, ahora tomas tus cosas y te vas, como si fuéramos dos perfectos desconocidos ¿No? Suspiré largamente, mientras lágrimas caían de mis ojos. Tenía sentimientos encontrados y no sabía cómo decirle la verdad ahora a mi novia. No sabía qué hacer, ¿Por qué lo hice? ¿Por qué?

            A la mañana contigua, desperté con una especie de resaca. Mis ojos estaban hinchados y mi cuerpo cubierto por mis propias ropas. Al recordar todo, me invadió una jaqueca. Me levanté después de unas cinco horas estando en misma posición, pensando profundamente en lo que debía hacer, hasta que el hambre me venció. Me duché y vestí. Salí al balcón de mi habitación, a fumarme un cigarrillo, cuando oí el timbre. Apagué la colilla y fui a abrir. Era Saya.

            —¡Takaki-kun! ¡Te he extrañado! —Saltó sobre mí, abrazándome como nunca antes. —¿Eh? Hueles a cigarro… ¿Has tenido algún problema?

            No le perdí la vista a sus ojos. ¿Cómo sabía que estaba en problemas? ¿Qué acaso tan obvio soy?

            —¿Te estás preguntando que cómo lo sé? —Ella rió ligero, robándome un beso de los labios. —Te conozco, tonto. Fumas cada vez que tienes un problema o no te sientes bien. Aunque, no te habías dado cuenta ¿Cierto?

            Quedé sorprendido. ¿Por qué debía ser tan linda justo en este momento? Justo ahora, que me sentía tan culpable. Aunque estuve toda la tarde pensando en la manera de decirle lo que había sucedido, ahora me sentía absolutamente cobarde para ello. ¿Era mejor no decir nada? ¿Hacer como que nada pasó? Alejarme de Yuri… ¡Saya es mi novia y es una excelente chica! ¡No podía hacerle esto! Tuve la necesidad de pedirle perdón por mi comportamiento.
            La besé delicadamente, cerrando la puerta tras de nosotros. Pero en ese momento, ella metió sus manos bajo mi polera y comenzó a tocar mi pecho. No podía negarme, sentía que de esta forma, podía pedirle perdón.

            Lo hicimos como nunca antes. Ambos quedamos totalmente rendidos sobre mi cama. Aunque muchas veces, por mi mente, pasó el rostro de Yuri, me centré en mi chica y nada más que ella. Ella no se merecía tal daño y en mis manos estaba la responsabilidad de hacerla feliz o no.

            —Takaki-kun…—Susurró ella, antes de dormirnos.
            —¿Mhh?
            —Mi hermano me dijo que no estabas bien, que me necesitabas ver ¿Es eso verdad?

            Mi corazón se aceleró al oír aquello y mis ojos se abrieron de sopetón. ¿Por qué le dijo eso después de lo que pasó? ¡Lo que menos quería era enfrentar a Saya tan pronto! No estaba preparado para decirle la verdad.

            —A-Ah… Sí, lo es. Quería verte, en realidad, necesita verte—. Susurré. No podía permitir que mis sentimientos por ella se evaporaran así de fácil. Debía recordarme porqué me gustaba tanto.
            —¿De verdad? Ahhh, que tierno eres~ ¿Pero estás bien?
            —…—Miré sus ojos, llenos de felicidad. Su rostro angelical… No podía dañarla, yo… no podía decirlo. —Ahora estoy bien, gracias a ti—Le sonreí, apretando el abrazo que manteníamos y así nos dormimos.

—o—

            Estaba decidido a evadir a Yuri a toda costa. De hecho, pasé varias noches en la facultad o en la casa de amigos. No contestaba sus llamadas, aunque no fueron más de dos. Temía verlo, porque mi mente solo podía pensar en él y en lo que había pasado. Estaba huyendo.
            La noche del viernes, decidí salir con unos compañeros de fiesta. De esa manera, evitaba pasar la noche en casa, pero cuando volvía a ella para cambiarme, lo hallé fuera de mi departamento.
            No sabía qué debía decirle. ¿Ignorarlo? Imposible. Estaba ahí, sentado afuera de mi puerta.

            —¿Qué haces aquí? —Intenté ser indiferente.
            —Yo… vine para decirte algo.
            —Voy de salida, así que no tengo demasiado tiempo. Lo siento—Pasé por sobre él y saqué las llaves para abrir el departamento.
            —Takaki… me gustas.

            Mi corazón se detuvo. ¿Acaso escuché claramente? Mis manos comenzaron a temblar y no podía meter la maldita llave en la puta cerradura, hasta que cayó al suelo. Con ello, me di cuenta que estaba alterado. No podía ignorar sus palabras, mi cuerpo me traicionaba, otra vez.

            —¿Por qué…?—Exhalé, intentando tranquilizarme. —¿Por qué me lo dices? ¿Qué pretendes conseguir con esto? —Me volteé para enfrentarlo. —¿¡Qué tan lejos quieres llegar con tu maldito juego!? ¿¡Entiendes que dañarás a Saya!? Si quieres destruirme, hazlo ¡Pero no toques a tu hermana! Ella no tiene la culpa de nada…
            —¡Te estoy hablando en serio, maldita sea! ¿Crees que soy capaz de dañar a Saya intencionadamente? —Él me miró a los ojos. Él no estaba mintiendo— Pero no te preocupes demasiado, me iré pronto de esta estúpida ciudad y de tu estúpida vida.
            —¡Genial! ¡Hazlo pronto entonces! —A pesar, de que su confesión me caló hasta el fondo. A pesar, de que su revelación, me excitaba y emocionaba. No podía permitirme aceptar aquellos sentimientos, sería muy irresponsable de mi parte. Jugar a dos bandos, ese no era yo. Debía alejarlo de mi vida, a como dé lugar.
            —¡Bien! —Me gritó, dándose media vuelta para irse.
            —¡Bien! —Contesté a la distancia.

            Esa noche, mi mente no pudo quitárselo de la cabeza.

—o—

            Recibí una llamada de Saya, pidiéndome que fuera a dormir a su casa, que sus padres no estarían. Acepté, aunque no eran sus padres quienes me preocupaban ahora.
            Cuando llegué, Yuri estaba encerrado en su habitación. Al parecer no tenía intenciones de salir y eso me relajó bastante. Con Saya cenamos y vimos televisión. Jugamos con rocket y a media noche, decidimos comer manzanas.

            —¡Yuri! —Gritó mi novia, haciéndome poner alerta. Después de un silencio, la puerta se abrió.
            —¿Qué quieres?
            —No haz comido nada, así que ven y ayúdame a pelar manzanas.
            —No tengo hambre… 
            —¡Ven, dije!

            A veces Saya, parecía una mamá que asustaba. Chinen se sentó malhumorado en uno de los sillones y evitó mirarme. Tomó un cuchillo y comenzó a pelar la fruta de malas pulgas, hasta que una mala fuerza, implicó un corte en pulgar.

            —¡Tsk!
            —¿¡Estás bien!? —Salté de mi puesto, tomando su dedo para humedecerlo en mi boca.
            —S-Sí…—Sus ojos me miraban perplejos. Caí en la cuenta que otra vez, mi cuerpo actuaba por instinto y mordí mi labio inferior, nervioso por mis acciones.
            —L-Lo siento—Dejé su mano, mientras desviaba la mirada. Fui a buscar un parche al baño.
            —Tan torpe que seas, Yuri…—Dijo Saya con una risita. No percató nada extraño… o eso nos hizo creer.

            Aquella noche fue intranquila.

—o—

            Pasaron algunos días y mis emociones comenzaron a afectarme en la universidad. No podía concentrarme, las cosas se me caían y olvidaba todo con frecuencia. Estaba cada vez más adicto al cigarro y mi mente no podía pensar con claridad. Me intentaba convencer que las cosas estaban bien, que no había vuelto a tocar a Yuri y ahora solo me dedicaba a no fallarle a mi novia, otra vez. Pero era imposible mentirse a sí mismo, por tanto tiempo. Lo extrañaba y deseaba verlo.
           
            Hasta que recibí una llamada de Saya.

            —¿Takaki-kun?
            —¿Sí?
            —¿Puedo pedirte un favor?
            —Claro, dime. Lo que desees.
            —Verás. A Yuri lo invitaron a una estación de televisión a presentarse y me invitó para que lo fuera a ver, pero no podré por trabajo. Quería saber si tú podrías hacerme ese favor… no quiero que esté solo en un momento como este, es la primera vez que saldrá en televisión japonesa.
            —A-Ah…—¿Qué era correcto en ese momento?
            —¡E-Es solo esperarlo a la salida y animarlo!
            —Tranquila, Saya. Haré que sea un buen día para él. —Le dije, a pesar de que mi cuerpo estaba llevando a cabo una revolución de nervios.
            —¡Muchas gracias, Yuya-kun! ¡Eres el mejor novio!
            —¿Qué día, hora y dónde debo estar?
            —El jueves a las 7, en TV Asahi, por favor.
            —Ahí estaré. ¡No te sobre esfuerces!
            —¡Entendido! —Contestó, con voz melodiosa.

            Cuando colgué, solté un largo suspiro. ¿Por qué me emocionaba la idea de poder verlo? Eso estaba prohibido de hace mucho tiempo para mí.

—o—

            Llegó el día. Me arreglé un poco más que otras veces. Pasé a comprar un ramo de flores y fui a la estación de televisión. Saya me había dado un pase que le facilitó su hermano, para poder entrar sin problemas. Cuando ingresé, me sorprendí de la inmensidad del lugar. Me llevaron hasta tras bambalinas en donde había pantallas, que transmitían el programa. Me quedé esperando la presentación del menor, hasta que por fin salió al aire, con su guitarra. Otra vez cantaba en francés y no podía comprender nada, pero me hizo feliz poder verlo, aunque fuese por una pantalla.

            Cuando acabó su presentación, estaba nervioso esperándolo con el ramo en las manos. No sabía qué decirle, qué conversar. La puerta se abrió y mi boca gritó.

— ¡Felicitaciones!
—¿Q-Qué haces aquí? P-Pensé que vendría mi hermana… Tú…—Estaba atónito.
—No podía venir y me pidió que lo hiciera en su lugar—Le acerqué el ramo. —Espero no ser una molestia.
—Que considerada. No debías hacer esto. Si no podía venir, no era necesario que te lo pidiera—Mencionó, tomando las flores sin cuidado.
—Podía negarme, así que no la culpes. Vine porque quería verte, Yuri. —Se sonrojó. Lo pude notar. Eso me hizo sonreír. —Ven, salgamos de aquí. Te invito a comer gyozas.
—Yo…—Tomé su mano, llevándomelo. Era como recordar nuestra primera salida a solas, pero con los papeles intercambiados.

Al estar en el restaurant, la tensión era notoria. Intenté hacer un esfuerzo por sobrellevarlo, pero Yuri no era del tipo de personas que se quedaba mirando una situación incómoda. Él actuaba.
           
            —¿Estás bien con verme? ¿Qué acaso ya me habías echado fuera de tu vida y de Japón? ¿Por qué el cambio de opinión?
            —Yo… Yo no quise decir eso, no de esa forma. Verás… al principio no entendía tu comportamiento. Todo eso del contrato. Tu odio hacia a mí y mi relación con tu hermana… Pero a medida que nos fuimos conociendo, me agradaste. Tal vez las cosas se confundieron y nos dejamos llevar, pero no puedo permitir que eso vuelva a suceder. Yo estoy en una relación con tu hermana y no quiero dañarla.
            —¿Se confundieron? ¿Nos dejamos llevar? ¡JÁ! ¡Takaki, por dios! ¿Qué acaso sabes algo sobre amor? No te hubieras dejado llevar si no hubieras sentido algo por mí. ¡No me extrañarías, ni tendrías ganas de verme! Y más importante aún, no hubieras saltado sobre mí, cuando me corté el dedo. Tu cuerpo te traiciona ¡Y se nota a kilómetros de distancia!

            Quedé boquiabierto. No pensé ser tan obvio en lo que deseaba ocultar. Pero creo que era verdad lo que dijo Chinen una vez, sobre que soy malo mintiendo.

            —¿Y qué pasa si es verdad? ¿Qué pasa si te digo que también me gustas? ¿Qué es lo que debo hacer? ¿Dejar a Saya y decirle que me acosté contigo? ¡Son años de relación para que llegues tú y…!—Apreté mis labios y mis puños, para no hablar demás. Este chico lograba sacar mi lado hiriente, malvado y salvaje; Los cuales no sabía que tenía.
            —¿Y? ¡Dilo!
            —Nada, olvídalo…—Suspiré, bebiendo mi cerveza de una sola vez.
            —Para que llegue yo y arruine tu maldita vida. ¿No?
            —Para  que llegues tú y me hagas dudar de mí. De todo lo que soy… de todo lo que he construido. ¿Quién eres tú para hacerme algo como esto?
            —Solo piensa que todo pasa por algo. Había un lado oculto en ti, que ni siquiera sabías que tenías ¿Me equivoco? ¿Podrás lidiar con tus instintos cuando estés casado con mi hermana? ¿Cuándo vivan juntos? Takaki, fuiste infiel. Eso te deja con un punto menos de vida. ¿Podrás ser fiel para el resto de tu existencia? Te dejo con esa interrogante.

            Mi mente colapsó.

—¿¡Qué acaso, todo esto, ha sido parte de tu juego!? ¿Tuviste sexo conmigo solo para saber si yo era fiel? ¿Si es que yo podía resistirme? — La ira me invadió, me sentía realmente estúpido y miserable. Ni siquiera pude identificar la verdad de un juego. Esto apestaba.
—Al comienzo era un juego, luego se me salió de las manos.
—¿Q-Qué? ¿Cómo que se te salió de las manos? —Busqué sus ojos con desesperación, estaba a punto de caer a un abismo. Él se levantó de su asiento y sacó dinero de su bolsillo, para dejar encima de la mesa.
—Hablemos en otro lugar, me siento observado.

            Se adelantó y yo estaba impaciente por escuchar lo que tenía que decir. Mi boca estaba aguantando un rezo de insultos. Salí fuera y caminamos un poco, sin aguantar más, tomé su brazo y lo volteé.

            —¿A qué te refieres con qué se te salió de las manos? —Él evitaba mirarme y daba largos suspiros.
            —No pensaba tener sentimientos por ti, Takaki. Yo… —Bajó el rostro. —Me atrajiste desde el momento en que te vi y mientras más te conocía, más ganas tenía de corromperte, pero al final, al único que corrompí, fue a mí mismo.

            Mis labios estaban preparados para insultarlo, pero como si fuera aire, todo desapareció. Todo. La sujeción que tenía sobre su brazo desapareció y quedé pasmado.

            —¿Q-Qué? —Había pasado por tantas emociones en este día, que ya no sabía cómo sentirme.
            —¡Eso! Me atraías. Me comenzaste a interesar, te comencé a conocer y… te odiaba, porque no entendía cómo alguien tan común como tú, me hizo sentirme así. —Me sonrojé por eso último, ahora entendía a qué se refería con eso. —Takaki, eres una buena persona y creo que si el novio de mi hermana, hubiese sido cualquier otro sujeto, no habrían terminado las cosas así. Te vi como alguien igual a todos, pero terminaste siendo alguien completamente especial para mí ¡Maldición!

            Él no estaba mintiendo, podía jurarlo por mi madre. Sus ojos tenían un brillo especial, de arrepentimiento.

            —No quería que las cosas terminarán de esta forma… y me dije mil veces que no lo haría, pero mi cuerpo también me traicionó y tú correspondiste. Quería quebrantar tu límite de bondad, quería conocer tu lado malo. Quería corromperte, lo reconozco y lo siento. Te veías tan… bueno, tan perfecto que eso me molestaba. Quería ser yo quien conociera tu lado b.
—Eres egoísta ¿Lo sabías? —Sonreí ladino, sarcástico y un poco malvado. Saber todo ello, me hacía sentir ¿bien? No era el único perjudicado en todo esto. Ambos nos quebrantamos. —Entonces… ¿Tus sentimientos son el mal resultado de tu plan?
—No lo digas así, detesto que las cosas no funcionen como yo las planifico. —Bufó, frunciendo los labios.
—Es lindo…—Reí.
—¿Qué cosa?
—Saber que no soy el único al que se les frustraron los planes… ¡Ahh! —Me alejé para respirar y tranquilizarme. —Estoy algo mareado con tantas emociones en un solo un día. ¿No quieres ir a beber a mi departamento? Es lo único que tengo. —Ofrecí, realmente cansado mentalmente, comenzando a caminar.
—Yuya…—Me llamó el menor.
—¿Uhm? —Me volteé.

Cuando lo hice, lo vi venir hacia mí, pararse en las puntas de sus pies y me besó tiernamente. Me pilló por sorpresa, mi corazón se aceleró y comprendí porque no podía culparlo. Me gustaba tanto su forma de ser, que aunque quisiera evitarlo, iba a terminar buscándolo. Porque uno no evita las cosas que le gustan ¿O sí? Y aunque lo haga, siempre caemos.
Lo tomé entre mis brazos, robándole un beso mucho más profundo pero suave. Mi estómago estaba hecho añicos con tantos hormigueos, sus labios eran cálidos y besaban realmente bien. Él correspondía con la misma intensidad. Luego de unos segundos, nos alejamos lentamente.

—Suena bien…—Contestó él.

Esa noche tuvimos algo más que solo sexo. Nuestros cuerpos ardían con cada cosa que hacíamos o experimentábamos. Él gemía sin importarle nada y yo lo penetraba como si fuese a acabar el mundo. Terminamos exhaustos, porque una vez que cometes pecado, abres la puerta para la repetición de este. Lo difícil, es cerrar aquella entrada.

Cuando amaneció, en vez de ver a Chinen, solo hallé una hoja de papel sobre el lado en el que él dormía. La tomé con extrañeza y comencé a leer:

Takaki:

“La malicia, la envidia y los celos puedes encontrarlos en muchos lugares y personas, pero jamás pensé que me tocaría conocerlos tan de cerca, tan radiantes y tan dolorosos.
No sé por cuánto tiempo podré continuar así, no sé por cuánto tiempo podré seguir callando mis labios con los tuyos y de nada ya estoy seguro, solo de que me ha convertido en una muy mala persona

Sé que con esto estoy dañando a Saya. Sé que con esto, destruí a una pareja.
Vuelvo a Francia. No quiero que me busques. Quiero que te olvides de todo y hagas feliz a mi hermana, como dijiste, no soy nadie para destruir lo que con tanto esfuerzo construiste.

Soy egoísta, pero solo por esta vez, dejaré de pensar solo en mí.
No te preocupes demasiado, de alguna u otra forma, esto tenía que pasar.
Fui feliz de haberte conocido”.
Yuri.

            ¿Y se fue…?

            Quedar con una sensación de vacío después de haberte sentido su antónimo, es algo horrible. ¿Debía quedarme de brazos cruzados? ¿Debía hacer lo que me pedía? Yo… no sabía. Cubrí mi rostro con mis palmas y me quedé ahí, enrollado en mi propio cuerpo. En serio lo comenzaba a odiar, todo esto. Apestaba.

            Pasaron los días, él verídicamente se había ido. Intenté mantener mi relación con Saya, pero era complejo. Porque cuando ella sonreía, veía en ella, el reflejo de su hermano, así mismo cuando sostenía su mano e incluso, cuando la besaba. Todo en mi mente era Yuri, aunque quisiera borrarlo de mi cabeza, de mi corazón, por más que traté, mi cuerpo lo seguía recordando. Seguía odiándome por esto.

            —D-Debemos terminar…
            —¿Eh? ¿Q-Qué dices? —Sus ojos se aterrorizaron.
            —No sé cómo decirte esto, Saya… Lo he pensado muchísimo, pero no hay otros caminos, de igual forma te dañará. Así que intentaré ser sincero. —Suspiré. —M-Me gusta otra persona.
            —¿Eh? —Ella desvió su mirada y sus labios comenzaron a temblar. —¿No hay vuelta atrás?
            —Intenté continuar, pero hasta el día de hoy, se me hace difícil seguir de modo sincero a tu lado… No quiero hacerte más daño. No te merezco, Saya-san.
            —¿Es mi hermano, verdad? —Soltó ella. Su voz era una mezcla de decepción y sollozo.
            —¿Eh? —Y yo, yo quedé boquiabierto. —¿T-Tan obvio fui? —Bajé mis ojos, nervioso. No podía creer que incluso Saya, lo sabía.
            —Lo eras… —Sonrió amargo.
            —¿Por qué no hiciste nada si lo sabías? ¿Por qué no me golpeaste? ¿Por qué no me regañaste? Estabas en tu derecho…
            —Porque también te vi intentándolo… Creí que tenías tus razones para no decirme nada y esperé, esperé hasta este día.
            —P-pero…
            —Fuiste un buen novio, Takaki-kun y yo también di lo mejor de mí. Pero no puedo interponerme en los sentimientos de nadie. Yo te sigo amando y mucho, pero ya sé que tú no a mí y no quiero retenerte a mi lado, porque no serás feliz. —Me impresionaba su forma de ser. ¿Por qué estaba siendo tan comprensible conmigo? ¿Tan fuerte?
            —¿N-No me odias?
            —¿Cómo podría hacerlo, Takaki-kun? Cuando amas a alguien, por más daño que te haga… no puedes odiarlo.
            —V-Vaya…—Suspiré y la miré. Cuando ves a alguien, sabiendo que es la última vez, todo parece más especial y más frágil. Todo en ella era perfecto y la abracé, en modo de agradecimiento. —Eres la mujer más increíble que he conocido…
            —Tonto… no hagas esto o no podré dejarte ir…—Besé su frente y me alejé.
            —Estaba dispuesto a recibir indiferencia de tu parte, algún reclamo o regaño. Algún impedimento. Ahora me quedo con una sensación intranquila. Siento que no fui castigado por mi error.
            —Los sentimientos no pueden castigarse. Entiende que son cosas que no controlas, no van en tu cabeza, si no que en tu corazón.
            —Gracias, Saya…

            Sabía que estaba perdiendo a una gran mujer, creo que la mejor del mundo. Saya fue comprensiva y buena. Pero sé que su corazón, estaba destruido y devastado cuando me fui. Porque ella era así, se abstraía del mundo para sufrir sola, porque odiaba dañar a otros, odiaba cortar las alas de las personas. Jamás me iba a quitar el sentimiento de culpabilidad, eso estaba claro, pero quería intentar si quiera una vez, cometer una locura. Si salía dañado de esto, iba a simplemente relacionarlo con el karma y lo aceptaría.

—o—

            Los días se hicieron pesados muchas veces. Y de vez en cuando, me hubiese gustado tener un apoyo a mi lado. No era fácil, pensar que tal vez, solo era yo quien seguía con estos tontos sentimientos. ¿Por qué debería Yuri recordarme? De todas formas, nunca más supe algo sobre él.  
            Cuando egresé, todos me felicitaron por mi buen rendimiento, inclusive, cuando Saya se enteró, me envió un mensaje. Eso me puso contento. Pero algo me faltaba…
            No sabía qué hacer con mi vida. Yuri siempre hizo que mis sentimientos se cruzaran y no tuvieran sentido. Mi cuerpo actuaba por instinto y eso es lo que me atraía. Ahora no había motivación alguna. Días iguales y sin sentido.

            Hasta que me cansé. Me cansé de dar vueltas en lo mismo. Vendí gran parte de mis cosas, incluso mi departamento y compré pasajes para Francia. Estaba apostando todo por él, si las cosas salían mal, iba a pensar que era el karma.

            Cuando llegué a Francia, no entendía nada; Opté por comprar un diccionario básico de supervivencia. Conocí la torre y quedé embobado por la cultura. Todo era tan distinto a Japón… tan increíble. Me hospedé en una hostal pequeña, con internet y televisión.
            No tenía ni la más mínima idea por dónde comenzar a buscar al menor. Pero recordé algo; En la estación de radio, mencionó que vivía a unas cuadras del atentado que sucedió en los restaurantes… Tenía una pequeña pista.
            Así que pasaba cada tarde, recorriendo el centro de Francia, con la esperanza de toparme con él. Miraba a todas partes, caminaba en todas las direcciones. Cuando llegaba a casa, buscaba información de él en internet, pero nada… comenzaba a frustrarme. Además, debía apresurarme en hallarlo, antes de que el dinero se me acabara.

            Un día, estaba cambiando de canal y por sorpresa, lo encontré. Estaba presentando un nuevo disco llamado “Instintos”, estaba en japonés, por eso pude entender. Con todos los días que he pasado en Francia, el idioma es lo que más me ha costado aprender. Trataba de poner atención y de comprender lo que decían, pero solo fueron palabras por separado. Miraba el rostro de Yuri, seguía exactamente igual… Sonreí como un idiota mirando la televisión. No podía evitarlo.
           
            —¡Maldita sea, habla en japonés! ¡Di algo que pueda entender! ¡Una pista! ¡Por favor! —Le grité a la pantalla.

            Y como si el destino hubiese escuchado mis rezos, leí de sus labios la palabra “Gyozas”. Tomé mi celular y se me ocurrió buscar restaurantes de gyozas en París. Dí con varios, pero había uno que estaba bastante céntrico y lo atendía un japonés, según lo que decía el sitio.

            —¡Bingo!
           
            Mi corazón estaba a punto de tener un paro cardíaco de la ansiedad. Me recosté en la cama, con una sonrisa en mi rostro.
Al siguiente día, decidí ir a la hora de almuerzo al local, pero el letrero decía que abrían después de las seis y media. Tuve que esperar cerca de un café en una estación de bencina. De pronto, se acercó una chica japonesa a mi lado y se reverenció ante mí.

—Disculpa… ¿Eres japonés?
—Sí—Contesté, con una sonrisa. Era agradable hallar a alguien con quien hablar, sin sufrir.
—¡Genial! ¿Puedo sentarme a tu lado? Hace mucho que no hablo con nadie de manera fluida.
—¡Haha! Te entiendo completamente. Claro, siéntate. —Le sonreí cordial.

Conversamos durante toda la tarde, me dijo que venía por un intercambio cultural de parte de su universidad. Viajó sola e iba a estar un mes en la ciudad del amor. Le conté mi historia, que buscaba a una persona y que estaba haciendo hora. La charla estuvo tan buena, que ni cuenta me di en la hora. Cuando miré el reloj, ya era las ocho treinta y me asombré.

—¡Lo siento mucho! Debo irme, se me ha hecho tarde.
—¡Qué tengas suerte con tu búsqueda!
—¡Y tú con los estudios!

Prácticamente corrí al bar y divisé por el ventanal si es que la silueta del muchacho estaba allí. Abrí mis ojos en grande, cuando de verdad lo ví. Era él. De verdad era él, pero toda mi emoción, fue desmoronada en un segundo, cuando a su lado, vi a una mujer que le coqueteaba.

—¿Una cita…?

Me convencí a mí mismo que esta era una de las posibilidades. Que era probable que este viaje no terminara bien… que todo mi esfuerzo podría valer chatarra. Pero era doloroso, ver la escena, incluso hasta patético verme ahí afuera. Pude haberme quedado hablando con la chica de la cafetería mejor…
 Suspiré pesado. No sabía que decisión tomar. Mordía mi labio y más fuerte lo hacía, cuando sus manos se tomaban.

—¿Por qué no me quedé en Japón…?—Susurré.
—Señor, está abierto por si desea pasar—Me dijo un chef. Al parecer, llamé su atención al quedarme tanto tiempo fuera del ventanal.
—¡A-Ah! N-No, solo veía su local—Contesté torpe.

Yuri giró al oír mi voz y nuestras miradas se encontraron. Rápidamente desvié mi rostro y caminé fuera de allí a paso rápido.

—¡Takaki! —Oí su voz como un golpe. Mi cuerpo se detuvo a pesar de que quería huir. Sus pasos llegaron hasta mí y me volteó. —¿¡Qué rayos haces aquí!? —Cerré mis ojos con fuerza, sentía como si fuera regañado.
—Y-Yo… Yo vine por ti…—Sus ojos estaban como platos, observando ambas de mis pupilas. Su sujeción comenzaba a doler, su mano estaba temblando.
—¿Q-Qué dices? ¡Te dije que no vinieras! ¡Te dije que hicieras feliz a mi hermana! ¿Por qué no hiciste lo que te dije?
—Instintos…—Le respondí y su boca se cerró. —Sabes que siempre fue así. No puedes demandarme hacer algo que mi cuerpo no quiere. —Desvié mi mirada al bar—. Aunque creo que llegué un poco tarde.

Del restaurante, salió la mujer que estaba con Chinen. Se acercó a nosotros y preguntó quién era yo. Fue cuando comenzaron una pequeña conversación en francés que no pude seguir, eso me enfadaba más. Intenté ignorarlos, rodando mis ojos, impaciente. De verdad, su presencia me hastiaba, pero no podía decírselo. Hasta que por fin, la mujer se fue.

—Ella es… una chica con la que estoy saliendo.
—Lo noté…—Le respondí sarcástico. Mi cabeza comenzó a abrumarse, como si una nube negra la invadiera.
—Deberías volver a Japón…—Susurró, bajando la vista.
—No sabes lo que he pasado para llegar acá. Si piensas que me iré tan fácilmente, que me maten entonces. —Exhalé. Realmente estaba fastidiado. —¿La amas? ¿La quieres? ¿Te gusta esa chica? ¿Ya me olvidaste, Yuri? —Interrogué. Nuestros ojos pedían a gritos llorar, pero estábamos aguantándolo.
—Yo… ¡No lo sé! Solo quería intentar comenzar una nueva historia… yo necesitaba olvidarte, Takaki.
—Yo también lo necesité y nunca sucedió. He perdido todo por ser testarudo con mis sentimientos…—Reí. —Me convencí, que si esto no resultaba, simplemente sería karma. Pero no quiero quedarme con eso… Además ¿No crees que fue un poco cobarde, hacerlo conmigo y dejarme una carta y huir?
—Lo fue… pero no tenía más opciones. ¡Era mi hermana de quien hablábamos! ¿Cómo querías que me quedara ahí, sabiendo que iba a volver a pasar una y otra vez?
—Pero no te importaron mis sentimientos por ti… sabías que estaban cambiando y simplemente los pisoteaste, como si no tuvieran derecho a vivir.
—¡No lo tenían! Ni tampoco los míos. —Su mirada fue fría. —Nunca debimos habernos conocido y yo nunca debí haberme dejado llevar, así hubiésemos evitado muchos daños.
—Mi corazón no entiende razones. Si él decide que solo te querrá a ti, así será, no puedo evitarlo. —Me acerqué a él, tomando su mejilla para acariciarla.
—Jamás debí haber comenzado aquel juego…—Se calmó. Se volvió dócil y yo me aproveché de ello.
—Demasiado tarde, Yuri…—Susurré sobre sus labios.

Cerré mis ojos y él también, regalándole un beso lleno de emociones. Aquellas que guardé por todos estos meses. Acariciaba sus pómulos y mordía ligeramente su labio inferior, escuchando pequeños gemidos por su parte. Creo que fue uno de los momentos más felices de mi vida. Sus brazos me rodearon con fuerzas y el besó se profundizó aún más, hasta un punto candente.

—Maldición, Takaki… Vayamos a mi departamento—Me tomó del brazo y comenzó a correr con una sonrisa en el rostro.

Esa noche lo desnudé con pasión, tomé sus caderas y le hice el amor en todos los rincones de su apartamento. Me apoderé de sus labios, incluso de sus palabras. Así como él de las mías.


“Puedes correr, puedes comenzar de nuevo, puedes encontrar otros peces en el mar, puedes fingir que tenía que suceder, pero no puedes estar lejos de mí”. Animals – Maroon 5

9 comentarios:

  1. Lo lei lo volvi a leer y reeleer me ha encnatdo mucho el finc de veras me ha encantado estuvo genial desde el inicio hasta el final gracias por compartirlo

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    1. ;________; Tu comentario me hace muy feliz, me esforcé muchísimo y me alegra saber que a alguien le gustó ♥

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  2. wow en serio mil gracias por escribir extintos takachii, de los que ya no hay con tanta trama, tanto feeling y salseo... xD
    solo al ver tu entrada me hizo dar brinquitos, espero mas de tus historias
    pd: no te quiero presionar pero porfis continua un trago con sabor a londres aunque sea chiquitito *o*

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    1. Ayyy, gracias a ti por leerlos u3u Siempre me comentas y casi nunca respondo :c soy lo peor haha. Ouuu, intentaré retomar esa historia, bastante botada que la tengo xD
      De nuevo, gracias por leer y comentar, me haces muy feliz ♥

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  3. . . . ay que buen TakaChii llegaron justamente en mi etapa de crisis jaja, me encantó un montón ay es hermoso ~ :'3

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    1. Muchas gracias♥ Me costó montones terminarlo, pero lo hice ;_; así que me haces muy feliz!

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  4. Sin palabras, creo que es sin duda alguna el mejor fic de toda mi corta vida.
    Me gustaría creer en lo que dice el fic pero tsk puff se que no es así xD pero sin duda me deja con un buen sabor de boca ;3 gran fic

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    1. Que hermoso que te haya gustado tanto ♥ Me haces muy feliz uvu

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  5. Hi. I really enjoyed your blog. Really I loved it. It was great from the beginning to the end thanks for sharing I am sure it’s a huge amount of work. I have been inspired by it.
    Hawk Host.

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