[Nota: 60 días, casi todas las noches.
Espero os guste o si no me mato].
“La malicia, la
envidia y los celos puedes encontrarlos en muchos lugares y personas, pero
jamás pensé que me tocaría conocerlos tan de cerca, tan radiantes y tan
dolorosos.
No sé por cuánto
tiempo podré continuar así, no sé por cuánto tiempo podré seguir callando mis
labios con los tuyos y de nada ya estoy seguro, solo de que me ha convertido en
una muy mala persona”.
—o—
—¡Yuya-kun!
¿No te parece tierno? —Saya apuntó a una jaula que contenía un cachorro de
algunos pocos meses.
—Es
muy tierno ¿Pero no te había gustado el de pelaje oscuro? —La miré
interrogante. Saya siempre ha sido muy indecisa.
—A-Ah,
es verdad, pero no sé cuál llevar, son todos muy lindos—Ella me sonrió y yo me
derretí.
Soy
Takaki Yuya y siempre he creído que la sonrisa de mi novia es como la de un
ángel. Sus dientes aperlados conforman una simetría perfecta, contagiando
felicidad. Creo que es una de las razones por la que me gusta Chinen Saya. A su
lado, me siento capaz de protegerla, tal vez, su altura respecto a la mía,
tenga mucho que ver, pero no es que me considere alguien capacitado para cuidar
de otro. Llevamos alrededor de 3 años juntos.
Ella
vive juntos sus padres en la prefectura de Shizuoka. Tiene un hermano, pero
está en Paris desde hace 4 años, por una beca de estudios de canto y ahora
estaba quedándose un tiempo extra. No lo conozco en persona, solo me he hecho
una idea con las fotografías que cuelgan de las paredes de la casa ‘Chinen’ y
por las historias que cuenta Saya, su hermano es –según ella- muy adorable y
gracioso. No halla la hora de que nos podamos conocer.
Nos
encontrábamos en una tienda de mascotas a primeras horas de la mañana, ya que,
Saya dice que desea un cachorro y porque yo, después tenía clases. Como me
pareció divertido, decidí acompañarla. Había de todas las razas y colores,
aunque yo me incliné por los chihuahuas, ya que me recordaban a Choko. Ella iba
de aquí para allá, por toda la tienda.
Al
final de la visita, se decidió por un Akita Inu, porque le recordaba a Hachiko.
Debo decir, que me robó el corazón desde que lo tomé en mis manos y me lamió la
mejilla.
Mientras
pagábamos, tras el vendedor había un televisor que estaba dando un programa de
variedades, pero me llamó la atención que fue interrumpido por noticias de
último minuto.
—“Información de último minuto. Una tragedia
sucedió en Francia”.
—¡Saya!
—Le apunté el televisor, para que pusiera atención.
—“Múltiples ataques terroristas en distintas
zonas de la capital. Las cifras oficiales de fallecidos llegan hasta 47
personas, aunque es probable que esa cantidad aumente. Hay cientos de heridos y
rehenes en el teatro Bataclán”.
La
mano temblorosa de Saya subió hasta cubrir su boca. De sus ojos corrieron
lágrimas, ambos no lo podíamos creer. Yo tenía en cuenta que su hermano vivía
cerca de esas zonas, pero no quería ni pensar en que algo le había pasado o
Saya estaría destrozada. Tomé al cachorro y corrimos a casa, para poder
contactarnos con el menor, pero nada. Él no respondía. Por un momento la
familia pensó lo peor.
Pasaron
las horas y por fin el chico pudo contactarse. Todos en casa respiraron
aliviados, Saya continuaba llorando, pero ahora de emoción, al saber que su
hermano continuaba con vida. La señora Chinen le suplicó que volviera a Japón
por su seguridad, que aunque fuera por un tiempo, hasta que las cosas se
calmaran, pero no podía permitir dejarlo solo allá, en tierras foráneas.
—o—
Pasaron
los días y el hermano de Saya, nos avisó de que había encontrado boletos de
avión a Japón y que estaría muy pronto de vuelta, tal como lo había pedido su
madre. Ahora la casa parecía una revolución, todos corrían de un lado hacia
otro, comprando cosas, ordenando y preparando la casa para su regreso.
Saya
estaba mucho más tranquila, tanto así que comenzó a hablarme más sobre “Chinen
Yuri”. Sobre lo bueno que era, sus manías y malgenio, lo sobreprotector que a
veces se ponía y que era muy sarcástico. Más bien, lo último fue una
advertencia, por si me sentía ofendido.
A
decir verdad, no tengo demasiado interés en él. El mismo hecho que esté Francia
gracias a una beca, me hace sentir incómodo. Soy un simple estudiante de la
universidad sin grandes aspiraciones y él, es alguien ya exitoso. Creo que
somos polos totalmente opuestos. Aun así, es el hermano de mi novia y ella dice
que debo ganarme su aprobación, así que me esforzaré para cuando él vuelva.
Con
Saya, tenemos citas regularmente. Ella es actriz secundaria y son contadas las
veces que tiene un trabajo arduo, aunque se esfuerza mucho por conseguirlos. Yo
estudio ciencias en vida acuática, en la Universidad de Tokyo, estoy en mi
último año. Intento ir constantemente a dormir a la casa de ella, en donde ya
me aceptan como un hijo más, solo que, duermo en la habitación del hermano de
mi novia, para entregar confianza y respeto hacia los padres de la chica.
Tenemos una muy buena relación, creo que es innecesario quebrajarla mientras se
pueda evitar.
El
día en que el hermano de Saya llegaría, mi novia me pidió que estuviera
presente, ya que era algo importante para ella. Accedí y llegué muy temprano,
para ayudar en las preparaciones. Se supone que el chico, llegaría en la noche
y le iríamos a buscar en auto, por lo mismo, los padres de mi novia fueron al
supermercado por unos vinos.
Al
quedarnos solos, miré a Saya traviesamente y ella me correspondió. Ambos
sonreímos y sin esperar demasiado la tomé en mis brazos y comencé a besarla. No
eran muchas las veces que nos quedábamos a solas y quise aprovechar, ya que aún
había tiempo.
Lentamente
comencé a llevarla a su habitación y dejamos la puerta a medio cerrar. Mis
manos inquietas se colaron por el camino a su piel y ella reía encantada. Las
cosas se calentaron más de lo debido y comencé a subirle su polera hasta tocar
sus pechos, los masajeé suavemente. Todo iba perfecto hasta que oímos un ruido
en el comedor. Nos sorprendimos y nos alejamos al instante. Ella se arregló la
ropa y fue a ver qué es lo que pudo haber sido.
—¡Yuri!
— Oí decir a Saya. Para nuestra sorpresa, aquel hermano de ella había llegado
antes de lo previsto.
Me
arreglé los cabellos antes de salir de la habitación, revisé que todo estuviera
en su lugar. Salí a dar mi mejor impresión, a pesar de sentirme con los deseos
deshechos por su culpa.
Cuando
le vi, esperaba encontrarme con un chico de rostro inmaduro, casi en plena
pubertad. Pero olvidaba que el tiempo también pasa para todos y aquel hermano
“pequeño” de Saya, ya no era tan pequeño; Más bien, era todo un hombre.
Me
quedé viéndole unos segundos y saludé un tanto torpe.
—U-Un
gusto. Soy Takaki… Takaki Yuya— Me reverencié ligeramente y esperé que él,
hiciera algo parecido, pero su respuesta fue algo diferente.
—¡Oh!
Tú eres el novio de mi hermana ¿No?
—S-Sí.
—Creo
que tendré algo de diversión entonces—. Él sonrió, pero su sonrisa no fue sana.
¿Por qué?
Y
nada más. Él arrastró su maleta hasta su habitación y después volvieron sus
padres. Ayudé a preparar la cena, pero por alguna razón, me sentía perturbado,
observado y cada vez que intentaba ver al muchacho, él desviaba su mirada hacia
otra cosa. Me estaba observando. Lo dejé pasar, encontrándome con los ojos de
mi novia y le sonreí, al igual que ella a mí.
La
cena estuvo casi tranquila, solo que aun sentía un aura extraña. Cuando miraba
al muchacho, él le estaba sonriendo a su familia de una manera tan distinta a
como lo hizo conmigo, que me hizo tener un mal presentimiento. A pesar de todo,
era increíble el parecido que tenía con Saya.
Pensaba
irme a casa, pero mi novia me rogó quedarme a dormir. Accedí simplemente porque
no me puedo negar ante ella, no obstante, me sentía incómodo con la nueva
presencia, aunque si tenía suerte, podía colarme en la habitación de mi novia a
media noche.
Todos
se fueron a dormir, al igual que Saya. Me estaba acomodando en el sillón cuando
Yuri apareció, como un fantasma en medio de la oscuridad.
—¡V-Vaya!
¡Me asustaste! —Le dije, con mi mano en el pecho.
Él no
demostró ningún gesto y se recostó en el otro sillón, encendiendo el televisor,
cambiando varias veces los canales hasta encontrar noticias sobre Francia. Me
quedé en silencio, mirándolo de reojo, mientras veía relatos de algunos
testigos. La verdad, no sabía lo que él sentía sobre todo lo que estaba
pasando, pero tampoco me atrevía a preguntarle. Recién venía conociéndole.
—Mentí
sobre mi hora de llegada ¿Lo sabías? —Fue él quien habló primero y mi corazón
casi se detuvo.
—¿Eh?
¿A qué te refieres? —Lo miré un poco tímido.
—Quería
darles una sorpresa pero al final, tú y Saya fueron quienes me la dieron—Su
mirada era extraña, como si me estuviera acusando de algo. Su sonrisa volvía a
ser irónica y los colores se me subieron al rostro, cuando entendí a lo que se
refería.
—¿¡EH!?
¿N-Nos viste? L-Lo siento y-yo…—No sabía qué decir. Recordar que le estaba
tocando los pechos a Saya y que su hermano nos estaba viendo, solo lo empeoraba.
—Me
imagino que las reglas de esta casa no han cambiado ¿Verdad? Y eso tampoco te
debería excluir ¿Me equivoco, Takaki-san? —Su voz era tan mordaz que me hizo
temblar de miedo, ante lo que él pudiera hacer.
—¿Qué
debo hacer, para ganar tu silencio?
Él
volvió a sonreír y me mostró los cinco dedos de su mano.
—Verás.
Te daré 5 oportunidades para que te ganes mi respeto como novio de Saya. Ahora
has gastado una de tus vidas y tan solo te quedan 4 oportunidades. ¿Comprendes?
—¿Qué
es esto? ¿Un juego?
—No.
Simplemente mi manera de hacer las cosas. Si te gusta, bien y si no, pues me
encargaré de decirles a mis padres, que le estabas tocando los pechos a mi
hermana.
Mordí
mis labios. No pensé que el hermano de Saya se tomara mi relación con ella de
esta forma, pero no era algo imposible, solo que…
—¿Cuáles
son las faltas? —Me coloqué más serio, ya que me estaba sometiendo a sus reglas.
—Hey,
pero relájate, si te portas como debieses, no deberían haber problemas—. Tomó
papel y lápiz y comenzó a anotar— Las faltas acumulables son: tener sexo en
esta casa o intento de ello, ser infiel, mentirle a Saya, mirar a otras chicas,
masturbarte pensando en mi hermana, dormir con otras chicas, salir con otras
chicas, no comprarle regalo en su cumpleaños y navidad, ah, eso me incluye a mí
también. Intentar escaparte con Saya y llegar tarde con ella. Ahora si por
alguna razón se te ocurre embriagarla, drogarla, violarla o lastimarla
físicamente. Entenderás que eso no lo verás conmigo, si no que con la justicia ¿Verdad?
—¡Yo
no sería capaz de hacer una cosa de esas! —Chillé molesto. —¿Y hasta cuándo
estaré a prueba? —Este chico realmente comenzaba a darme escalofríos.
—Pues
hasta que me vaya.
—¿Y
cuándo será eso?
—Prometo
que no será mucho tiempo, unos dos o tres meses. Aunque todo depende de los
ataques. —Me acercó el papel e hizo un espacio para que yo pudiera firmar.
¿Qué
si me parecía raro todo esto? Pues sí, era completamente extraño. No podía
cometer más de 5 faltas mientras él estuviera en Japón o se encargaría
personalmente de separarnos. Creo que jamás había conocido a un hermano más
sobreprotector que él, pero si me negaba a su trato también estaba en
problemas. Además, le prometí a Saya que me llevaría bien con su hermano. No me
quedó más remedio que firmar.
Lo
miré unos segundos. ¿Él estaba con todos sus tornillos bien puestos?
—Esto
será divertido—. Sonrió y se puso de pie, para irse a dormir.
—Espera…
—¿Uhm?
—El chico se volteó y nuestros ojos se toparon de manera desafiante.
—¿Solo
me vas a descontar puntos? ¿O también ganaré si hago buenas acciones?
—Dudo
que lo logres, así que ni hablar.
Se
fue a su habitación, seguramente a dormir, pero yo no pude hacerlo en toda la
noche. Aquellas palabras me daban a entender que él cree, que no seré capaz de
mantenerme a raya con Saya y que incumpliré más de 5 reglas. Esta no es su
forma de hacer las cosas, simplemente es su plan para separarme de mi novia y
pasarlo bien durante lo cometido ¡Este chico es cruel!
—o—
Pasaron
los días y al sentirme limitado en la casa de mi novia, decidí invitarla a
salir fuera, en donde nadie pudiera vernos. La esperé bajo la sombra de un
árbol, un tanto nervioso. Aquel día me arreglé más de lo normal y ella llegó.
Pero
no sola.
A
su lado, venía a quien menos quería ver ¿Nos iba a seguir a dónde sea que
fuésemos?
—Yuya-kun,
le dije que iríamos al parque de diversiones e insistió en querer venir ya que
hace tiempo no ha ido a uno. ¡Lo siento mucho, pero me lo rogó!—Me hizo un
puchero.
Era
imposible resistirse a ese puchero, pero ni siquiera lo tomé en cuenta. Más
bien me centré en la mirada traviesa y malvada que poseía Chinen tras ella.
Aunque hubiésemos ido al lugar más aburrido del planeta, él hubiese querido ir,
simplemente para estropear nuestros planes.
Chasqueé
mi lengua para evitar decir algo. Simplemente fingí una sonrisa, haciendo como
si no me importara, aunque por dentro estaba ardiendo en rabia y aquel chico lo
sabía y lo disfrutaba.
En
el parque, me di cuenta que Chinen tenía cierta obsesión por los juegos de alto
impacto, como la casa del terror o caídas libres. Cuando vio la montaña rusa,
estaba decidido a subirla, el problema fue que Saya no quería, porque le asustaba
demasiado y comenzó a implorarme de que subiera con el más joven.
Yo
no sé, si Saya ha visto la tensión que hemos conformado con su hermano, pero
creo que si no lo nota, lo ha ignorado bastante bien.
Resignado,
caminé hasta la fila junto al muchacho. Saya se quedó fuera para tomarnos
fotografías. Estábamos en completo silencio, pero no era incómodo, ya que la
guerra había sido declarada hace unos días atrás. Pero esa paz, no duró
demasiado.
—¿Cómo
va vuestra cita? —Consultó él, con tono arrogante.
Lo
miré con odio. Dejando en claro mi respuesta. Me crucé de brazos y suspiré
largamente.
—¿Por
qué haces esto? ¿Qué acaso me detestas? Ni siquiera te has dado la oportunidad
de conocerme…
—Te
equivocas. En eso estoy. En realidad, no me interesa conocerte tu lado bueno,
más bien, me interesa saber cuánto daño puedes llegar a provocar.
—P-Pero…—Me
quedé mudo, observando sus ojos azabaches. En mi vida, le he hecho daño a
alguien o al menos, no consciente. ¿Realmente esto funcionaría?
—Piénsalo,
Takaki-san. Todos tenemos un lado malvado, solo debo sacártelo a flote y no me
rendiré hasta lograrlo. Quiero saber de lo que eres capaz— Ambos entramos al
carrito de la montaña y antes de bajar la barra de seguridad, remató. —Llámame
loco, obstinado o como quieras. Sabes que tengo razón.
Lo
último que vi de él, fue aquella sonrisa maliciosa, que me ponía toda la piel
de gallina. En mi cabeza, rondaban sus palabras como campanas. ¿Un lado malvado?
¿Yo? Mi objetivo de vida es ser una persona de bien, jamás le he hecho un daño
irreparable a alguien. Pido perdón por casi todo y… ¡Quiero a Saya! ¿Cómo
podría hacerle sufrir? Eso es estúpido.
Pero
él tiene razón. Todos tienen un lado que no los favorece y yo aún, no conozco
el mío…
—o—
Volvimos
temprano a casa de Saya, a pesar de andar acompañados de su hermano. Tenía que
ser muy metódico y llenarme de paciencia ante este juego, porque él, no dudaría
en hacerme caer, cada vez que pueda.
Cuando
llegué a mi casa, no podía quitarme las palabras de ese muchacho de la mente.
Era realmente incómodo, saber que eran ciertas. Comencé a preguntarme ¿Cuál es
mi lado malvado? Y también comencé a tener miedo de ello ¿Qué pasaba si un día
le hacía daño a Saya? ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Qué pasaría si me gano su odio?
¿Podríamos volver a vernos? Necesitaba una respuesta.
—o—
Pasaron
algunos días antes de volver a la casa de los Chinen. Toqué la puerta y me
abrió él, recibiéndome con su típica sonrisa.
—Pensé
que no te volvería a ver por estos lugares.
—No
me rendiré—. Le sonreí al igual que él y entré.
—Ya
veo…—. Él me siguió con la mirada y cerró la puerta tras de sí. —Saya no está.
—¿Volverá
pronto, no?
—No
lo sé.
—Chinen-san…—Aproveché
la instancia. — Sé que quizás no te pueda caer muy bien, y no sé qué razones
tienes para ello, pero soy el novio de Saya y si ella me quiere, no creo que
sea bueno separarla de mí. ¿Por qué debo someterme a este tipo de juegos? Si es
ella quien puede salir dañada…
—Ya
te dije que no es un juego. Es simplemente mi manera de hacer las cosas. ¿Cómo
podré estar seguro de que eres buen un novio, si yo estaré en Francia? Creo que
le estoy ahorrando un gran dolor de cabeza a mi hermana.
—¿Por
qué tiene que ser así? Te juro, no… ¡Te prometo! Que soy incapaz de hacerle
daño a Saya, al menos no consciente o intencionadamente. Pero si no puedo estar
con ella a solas, por tres meses ¿No crees que eso afectará a nuestra relación?
¿No quieres que ella sea feliz?
—No
confundas los temas. Una cosa es su felicidad y otra es mi responsabilidad como
hermano de saber que la persona que está junto a ella es decente y bien
intencionada. Por más que me digas, que eres una buena persona, menos te lo voy
a creer, Takaki.
—¡Pero
si no puedo acercarme a ella! ¿Cómo quieres que te demuestre que soy un buen
chico?
—Ese
es tu problema, no el mío.
Mi
rabia aumentó y no entendía por qué, aquel chico me hacía hervir la sangre. De
verdad y es la primera vez que quise golpear a alguien, empuñé mis manos y
mordí mi labio inferior, intentando controlarme al máximo.
—¿O
acaso no puedes controlarte?
De
verdad, me enojé. Mi mano izquierda tomó sus ropas y estaba preparado para
golpearlo, cuando la puerta se abrió; Era Saya y cuando la vi entrar, lo solté
de inmediato. Ambos giramos nuestras cabezas hacia ella y le sonreímos como si
nada hubiese pasado.
—¡Saya!
—Mencionó Chinen, acercándose a ella con una sonrisa —Takaki-san vino a verte,
pero como no estabas, nos pusimos a conversar.
—¿Ah?
¿Sí? ¿Y de qué conversaban? —Preguntó sonriente. No se había dado cuenta de
nada.
—S-Sobre
que podríamos salir a pasear al perro, un día de estos ¿No? Como está con las
vacunas recientes, no lo hemos paseado ¿V-Verdad? —Interrumpí nervioso,
intentando seguir el hilo.
—¡Oh!
¡Es verdad! ¿Qué tal si vamos este fin de semana y aprovechamos de hacer tarde
de picnic? —Propuso la chica.
—No
es mala idea, yo me apunto— Sonrió ladino el menor.
—Perfecto—.
Dijo ella.
Luego
de eso, Yuri se fue a su habitación y me quedé mirando el camino por el cual
caminó. ¿Qué me había pasado? ¿Por qué intenté golpearlo? Miré mis manos con un
poco de horror. Entonces… ¿Eran verdad sus palabras? ¿Yo era capaz de dañar a
alguien…?
—¿Yuya-san?
¿Yuya-san?
—¿E-Eh?
—¿Estás
bien? —Saya, me miró con sus grandes ojos de preocupación.
—A-Ah…
sí… Eso creo—. Sonreí un tanto nervioso y rasqué mi nuca. —Saya… ¿Podrías
responderme algo, de manera sincera?
—¿Eh?
¿El qué?
—Si
algún día llego a hacerte daño, sea intencionado o no ¿Serías capaz de
perdonarme?
—¿Eh?
¿Por qué me preguntas eso, Takaki-san?
—Solo
es curiosidad… yo, no creo ser capaz de hacerte daño, pero nadie lo sabe…
—Hey…
No te presiones a pensar esas cosas— Ella me acarició la cabeza y me besó la
frente— Seré sincera, creo que todo depende de la situación. Aunque yo también
creo que eres incapaz de dañarme, si quiera un poquito.
Le
sonreí ligero. Sus palabras a decir verdad, no me aliviaron. Porque hace un par
de minutos, yo estaba a punto de golpear a alguien sin quererlo realmente. Pero
no dije nada más, tampoco quería preocuparla demás.
—o—
Durante
esos días no volví a esa casa, hasta el fin de semana. Me centré en mis
estudios, este año era el último y debía hacerlo bien, pero aun así… no pude
quitar de mi mente a ese chico. Creo que jamás, alguien, me había hecho
preguntarme tanto sobre mí mismo, sobre quién soy y de qué soy capaz. Yuri
tenía algo especial. Yuri me hacía actuar por instinto, a diferencia de Saya.
—o—
Llegó
el domingo y fui desde temprano a la casa de los Chinen. La chica había
preparado miles de bocados, para pasar la tarde. Amarré al cachorro y recorrimos un gran tramo, hasta que nos dio
hambre. Nos sentamos en una especie de parque a orillas de un río. La tarde
estuvo tranquila, nuestras conversaciones se basaron en el trabajo que
consiguió Saya, para un papel casi principal de un drama y sobre lo que haría Yuri
con su carrera de canto, cuando volviera a Francia.
—¿Y
tú, Takaki? ¿Qué es lo que estudias? —Me consultó el menor, dejándome pasmado
ante aquel extraño interés.
—¿Eh?
¡A-Ah! Yo, estudio ciencias en vida acuática— Respondí rascando mi mejilla, con
una sonrisa nerviosa.
—Ohh,
no eres tan inútil después de todo~—Mi sonrisa desapareció, para mirarlo con
fastidio, pero él comenzó a reírse como un niño travieso, mientras me miraba.
No
entiendo muy bien lo que sucedió, pero me sentí en una burbuja, al verle
sonreír… Mi corazón se aceleró y sentí un leve calor en mis mejillas. Lo cual
me obligó a desviar mi mirada y beber jugo. Su sonrisa, era tan parecida a la
de Saya, pero la sentía tan íntima… porque por primera vez, no era sarcástica…
y me la estaba dedicando a mí, de cierta forma.
Así
pasó la tarde, entre conversaciones agradables, comentarios ácidos, torpezas
propias, sonrojos… y miradas perdidas. No entendía lo que me estaba pasado.
Quizás simplemente, le estaba agarrando cariño al hermano menor de mi novia, no
quise pensar demás.
En un
momento, Yuri tomó al pequeño Akita-Inu y comenzó a acariciarlo con mucha
cautela. Saya lo veía con una sonrisa, como si no quisiera romper aquel momento
y yo por respeto, no dije nada.
Pero
se oyó un ladrido.
Un
perro furioso corrió hacía el menor y su reacción fue de pavor. No hizo nada,
simplemente su cuerpo se petrificó mientras el can se acercaba más y más. Pensé
que se movería o que algo haría, pero nada. Así que actué por instinto.
Sin
darme cuenta, ya estaba encima de Yuri, cubriendo su cuerpo y al cachorro que
tenía en sus manos. El furioso perro, me mordió un muslo y tironeó de mí ropa.
—¡A-Ah…!—Mordí
mi labio inferior, para no gritar demasiado, aunque me dolía muchísimo. Al
abrir mis ojos, el pelinegro me miraba con pánico. Noté su labio inferior
temblar, al igual que sus manos.
—¡¿Estás
bien, Yuya?! —Saya sacó al perro de mi pierna, pero no atendí a su llamado.
Estaba
muy cerca de Yuri, tanto que podía leer fácilmente su rostro. Tenía mucho miedo.
Acaricié sus manos, para que no temblara más, pero él me evitó y simplemente me
pasó al perro. Se levantó algo torpe y dio media vuelta.
—¿C-Chinen-san?
—Pero él no respondió y se alejó cada vez más.
—Déjalo.
Se le pasará— Me dijo ella.
—¿Qué
le sucedió? ¿Por qué no hizo nada?
—Le
tiene fobia a los animales bravos—Ella sonrió leve, aun sosteniendo al pitbull.
—Por cierto ¿De quién será este animal?
¿Así
que Chinen Yuri tenía miedos y fobias? Eso era algo que no había mentado en
este tiempo. Ver al chico de la sonrisa tenebrosa como alguien vulnerable…
hacía que me causara aún más curiosidad de querer acercarme.
—o—
Saya
me dijo que volviésemos tarde a casa, ya que Yuri iba a necesitar tiempo a
solas para relajarse. Acepté y aprovechamos de pasear juntos por el parque.
Como se acercaba el invierno, le compramos una especie de abrigo al perro, que
por cierto, Saya lo nombró como “Rocket”.
Dejé
a mi novia en la puerta de su casa y nos despedimos con un beso rápido en los
labios. Ella me sonrió, angelical y recordé en ello, la sonrisa malvada de su
hermano. Eran tan iguales, pero a la vez, un mundo de diferencia.
Volví
a casa, aun pensando en lo sucedido el día de hoy.
—o—
Días
después, Saya estaba muy ocupada como para darme algo de su tiempo, así que
tuve que aguantar más días sin verla. Extrañamente, recibí una llamada de un
número desconocido.
—¿Diga?
—¿Takaki?
—¿Yuri?
—No entendía por qué, pero mi corazón se aceleró.
—Bueno,
supongo que se acabaron las formalidades hacía mí, ahora que descubriste mi
punto débil ¿No? Debería descontarte puntos por esto.
—¿Eh?
L-Lo siento ¡No! ¡Yo!
—Descuida—Su
voz se oía más relajada, junto a una risa.
—¿A
qué se debe esta llamada?
—Verás,
necesito que me ayudes en algo, pero necesito que nos veamos. ¿Tienes tiempo?
—C-Claro
¿Qué es?
—Solo
ven, aquí te explico.
Y
colgó, dejándome con el teléfono y las interrogantes en la boca. Realmente no
podía hacerme una idea de lo que él quería, ya que de verdad, no lo podía
imaginar.
Tomé
mi celular, algo de dinero y mis llaves. Salí de casa casi corriendo, sin
siquiera entender por qué iba con tanta prisa.
Cuando
llegué a la casa de los Chinen, Yuri me estaba esperando fuera ya.
—¡Hasta
que llegas! Pensé que te demorarías una eternidad—Me dijo, tomándome del brazo
y comenzando a caminar con prisa.
—¿Eh?
¿Dónde vamos?
—Necesito
que me lleves a esta dirección—. Me mostró un papel, con algo escrito. Lo cogí
entre mis dedos, mientras lo leía— Entenderás que hace 4 años que no venía a
Japón, he olvidado como llegar a ciertos lugares y eres el único ser humano,
que conozco con tiempo para ayudarme.
—¿Eh?
¿Quién te dijo que tengo tiempo?
—Pues
Saya. Le pedí ayuda y me dijo “No puedo, pero dile a Takaki-san, tiene tiempo
por las tardes”
—Grandioso…—Mi
cara de fastidio no podía ser mayor. ¿Ahora mi novia le decía que podía
llamarme cuando quisiera? ¿Qué acaso soy un reemplazo? ¿Un comodín?
—Por
cierto, el otro día llegaste tarde con Saya, eso te descuenta un punto. Ahora
solo te quedan tres—Él sonrió con ironía, mostrándome los dedos de sus manos.
—¿De
verdad, quieres que te ayude?
—¿Me
vas a amenazar? Sabes que tengo menos cosas que perder…
—No
lo haré…—Di un largo suspiro y miré la dirección nuevamente— Te llevaré, ven,
tenemos que tomar el tren.
Y así
lo hicimos. Llegamos a un edificio antiguo, pero que poseía ascensor. Subimos
hasta el último piso y sorprendentemente, todo el piso 7, era una moderna
estación de radio. Abrí mis ojos, un tanto emocionado, pero me mantuve a raya,
al ver como recibían a Chinen.
—¡Chinen-san!
¡Es un gusto tenerte aquí! Gracias por venir—Las personas se reverenciaron
frente a él, como si fuera una verdadera estrella.
—Gracias
por la invitación, es un gusto para mí.
Él
se acercó a los asistentes, saludando a cada uno y yo no sabía qué hacer, me
sentía como en un mundo totalmente aparte. ¿Por qué me había llevado hasta
allí? Me hicieron pasar y me senté sobre una silla, mirando lo que era el
estudio, desde el otro lado del ventanal. Al parecer, iban a entrevistar a
Yuri.
—¡Buenas
tardes Tokyo! Hoy tenemos a un invitado muy especial, que viene directo desde
Francia. Él es japonés, pero ha vivido los últimos 4 años en la ciudad del amor
¿Se hacen una idea de quién es? Démosle la bienvenida a la radio a ¡Chinen
Yuri!
—Gracias
por la invitación— Me crucé de brazos, observando al menor con una sonrisa
ladina involuntaria.
—Primero
que todo, sabemos que estas acá, por el atentado a Paris ¿Cómo viviste el
episodio?
—A
decir verdad, creo que tuve bastante suerte. Había estaba paseando cerca de los
restaurant en donde fueron los tiroteos, pero cuando estos se efectuaron, ya me
encontraba a unas 8 calles, de todas formas, escuché las balas…
—¿Y
qué hiciste ahí?
—Decidí
acercarme a los ruidos. Cuando vi la escena me aterré, quería ayudar y no sabía
cómo. Había mucha gente muerta…— Noté un leve quiebre en su voz— Habían niños,
mujeres… hombres y aunque quisieras ayudar a alguien, era demasiado tarde.
—Wow…
Haz visto un infierno, Chinen-san ¿No?
—Tal
vez… Luego de eso, llegaron los policías y nos apartaron del lugar. De ahí
volví a casa, intentando contactarme con mi familia, acá en Japón.
—Me
has puesto los pelos de punta. Mis condolencias a todas las familias que
sufrieron la pérdida de algún integrante. Es muy lamentable este tipo de
hechos.
El
locutor hizo una pausa de respeto, para luego continuar con temas más
superficiales. En donde me enteré todo lo que había hecho en Francia. Desde
grabar sus primeros discos, tomar clases, dar conciertos menores y sus futuros
proyectos. Yuri era un hombre con su vida resuelta, era como si no tuviera
problema alguno.
Luego
de la entrevista, el locutor le facilitó una guitarra al menor, para que
cantara una de sus canciones. Me sentí privilegiado, de poder escuchar esto en
vivo. Me crucé de brazos, esperando con grandes expectativas por las primeras
notas.
Comenzó
a tocar un ritmo marcado con la guitarra, incluso algo golpeado, tenía muy buen
compás. Cuando cantó, mi piel se erizó, hasta dejarme con los brazos caídos. No
digo que haya sido la voz más armoniosa, pero sabía cómo encantar. Sus letras,
en general, estaba en francés y pocas frases eran en japonés. Una de las partes
que podía entender, era el estribillo. En un momento, nuestros ojos se
encontraron y él cantó, sin quitarme la mirada;
/:…Y de repente, me
sentí un poco extraño
Mientras estábamos
juntos, juntos
No puedo explicar qué
pasó
Nosotros nos hicimos
infinitos
Qué pasó…:/
Eso
es lo que me preguntaba yo. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué mi cuerpo no
reaccionaba? ¿Por qué ahora su mirada me colocaba nervioso? Desvié mis pupilas
lo antes posible, intentando pasar desapercibida mi incomodidad.
Cuando
finalizó, todos aplaudieron y le dieron las gracias por la entrevista,
felicitándolo.
Nos
despedimos entre reverencias y volvimos a aquel ascensor, para ir al piso uno.
—¿Qué
te pareció? —Me dijo él.
—¿Ah?
A-Ah… cantas muy bien —Susurré, nervioso.
—¿Solo
eso? “¿Cantas muy bien?” Esperaba algo más~
—¿Eh?
—Rasqué mi nuca. De verdad, cada día entendía menos a este chico.
Primero
me declara la guerra, evita que vea a mi novia. Me hace firmar un contrato de
castidad y luego, como una mosca, nos sigue a todas nuestras citas. ¿Y ahora me
pide que lo acompañe por Tokyo? ¿Qué lo halague? Y además… ¿Qué fue esa mirada?
—Pues…
me erizaste la piel—Lo miré, siendo sincero. De todas formas, era su talento y
había que reconocerlo.
—Así
me gusta más—Él sonrió. Esa sonrisa traviesa, de un demonio. —Por acompañarme,
te invito al almuerzo ¿Qué dices?
—E-Está
bien.
Cuando
llegamos a la planta principal, tomó de mi brazo, jalándome hacia fuera. Me
dejé hacer, al parecer tenía claro dónde quería ir.
Caminamos
unas cuantas cuadras por el centro e ingresamos a un restaurant de gyozas. Él
se veía bastante entusiasmado, al hacer el pedido. Ni siquiera me preguntó si
prefería algo, solo si bebía cerveza, ya que él, prefería un té.
—¿Qué
harás ahora, que Saya encontró trabajo a tiempo completo? —Me consultó,
probando el primer bocado.
—Uhm…—Me
quedé reflexionando, realmente no lo había pensado. Cada vez que mi novia,
hallaba un trabajo, no era por más de cuatro días. Pero esta vez, era un papel
mucho más protagónico y debía pasar largas horas dentro del estudio, sin poder
volver a casa por unos cuatro meses según el contrato. —Veré qué hago, primera
vez que es tanto tiempo…—Expresé, abriendo mi cerveza.
—Entiendo…
—Él dijo eso, con un dejo de perversión. No supe si enojarme o extrañarme, así
que decidí preguntar.
—¿Estás
feliz, de que Saya y yo, no podamos vernos?
—¿De
qué rayos hablas? Si tú te quieres alejar de ella, no es culpa mía. Al fin y al
cabo, es tú relación y yo solo estoy aquí para aprobarte. Si tú no resistes, no
puedes culparme de ello ¿O sí?
Se
formó un silencio incómodo, porque era verdad. Además, él no planeó que Saya
encontrara trabajo justo ahora. En fin, no podía culparlo de esto. Suspiré.
—¿Cuál
es tu comida favorita? —Me consultó, ante el silencio.
—Pizza—Dije
automáticamente, sin si quiera mirarle a los ojos. Pero al caer en la cuenta,
que se estaba esforzando por crear un ambiente más ameno, dejé el bocado a un
lado y le destiné mi mirada.
—¿Y
la tuya?
—Gyozas—
Sonrió ampliamente, echándose a la boca, una gigante.
—Ya
veo…—Sonreí ligera, pero sinceramente, cogiendo una empanadilla más. Iba a
continuar con las preguntas, hasta que vi sus ojos posados en mí. —¿Eh? ¿Sucede
algo?
—¡N-No!
—Su reacción fue brusca, lo cual, me pareció particular. —Por cierto… ¿Eres
buen estudiante en la universidad? —Me quitó la mirada de encima.
—¡Claro
que sí! Parezco un inútil, pero de verdad amo lo que estudio. ¿Y tú?
¿Estudiaste canto?
—Sí,
acá en Japón… pero opté por una beca y terminé en Francia y estaba planeando
quedarme allá.
—Entiendo.
¿No extrañabas Japón?
—Sí y
no. Me gusta mucho la vida que llevo en Francia, pero hay cosas como las gyozas
que son difíciles de encontrar en el extranjero. —El rió relajadamente,
dejándome un poco embobado.
Todo
se estaba tornando raro. Me estaba gustando pasar tiempo con él. Se interesaba
por mí y me hacía preguntas. Me di cuenta que detrás de sus amenazas y sus
sonrisas endemoniadas, se encontraba un buen chico, el cual me estaba haciendo
actuar de manera torpe.
Al
acabar con la comida, le ofrecí llevarlo a casa, pero me insistió en querer ir
a dejarme.
—Vamos,
quiero conocer dónde vives—Me insistía, como un crío.
—¡Hey!
Esto no estaba en el contrato ¿Prometes no descontarme puntos por el desorden? —Reí.
—Lo
pensaré—El me sonrió de vuelta.
A
medida que pasábamos más tiempo juntos, él se transformaba en alguien más
ameno, más simpático, a un punto de que comenzaba a gustarme los momentos que
compartíamos. Al llegar a mi departamento, abrí la puerta y encendí las luces.
El desorden era claro y él entró, como si fuera su propia casa.
Comenzó
a revisar todo con la vista y a preguntar por cada detalle. Jamás había
conocido a alguien tan interesado en el porqué de las cosas.
—¿Hace
cuánto que vives solo?
—Desde
mi primer año de universidad, creo que hace unos 5 años.
—¿Tienes
cervezas?
—¿Eh?
—Sus preguntas muchas veces me desconcertaban, pero antes de que pudiera
responder, él estaba sacando una cerveza de mi refrigerador. —Oh, me está
llamando Saya—Sonreí como un idiota.
—No
le digas que estoy aquí~
Aunque
quise preguntar el porqué, no me alcanzó el tiempo, ya que, había contestado.
—¿Saya?
Sí, estoy bien, amor... Sí, ya comí. Gyozas. Estaban muy buenas.¿Y tú? ¿Ya
comiste? ¿Cómo te fue? Me alegro, espero que las cosas sigan así…
Continué
hablando. En un instante desvié mis ojos hacía el menor y lo hallé en una
actitud arrogante, rodando los ojos y bebiéndose la cerveza de una vez. Me acerqué a él, para quitarle la lata, pero
él se enojó y fue al refrigerador por otra. Simplemente suspiré.
—Está
bien, cuídate, princesa~ Te adoro—Sonreí y le mandé varios besos por el
teléfono, mientras veía las morisquetas de arcadas del pelinegro. Lo cual, me
causó más de una risa. —Qué molestoso eres—Le dije, apenas colgué la llamada.
—Qué
meloso eres…—Dijo con voz de fastidio, bebiendo, otra lata.
—Oye,
a este ritmo, terminarás ebrio…
—Pues,
tendré que pasar la noche aquí—Él sonrió maligno.
—No,
si yo lo impido—Le mencioné, quitándole el alcohol y bebiéndomelo.
—¿Por
qué tu refrigerador solo tiene cervezas? ¿De qué te alimentas?
—Pizza—
Respondí al instante.
—Ah,
por eso estás subido de peso.
—¡Hey!
—Jajaja,
es la verdad~
Estar
con él, comenzaba a tornarse algo muy agradable. Me atrevería a decir que ni
con Saya los momentos habían sido así. Me sentí un tanto mal, por ese
pensamiento.
—Bueno,
creo que es hora de irme ¿No?
—¿Eh?
—Consulté decepcionado, cuando dijo eso. —¿Estarás bien? ¿Quieres que te vaya a
dejar? No tengo problemas…—Él me miró travieso y se acercó, hasta rozar sus
labios con mi oído.
—No
soy un crío, Yuya—Me susurró, haciéndome sonrojar.
Y así
se fue, dejándome con una incomodidad en mi corazón y mi mente.
—o—
Estaba
durmiendo, cuando oí el timbre de la puerta. Me supuso casi toda la noche
quedarme dormido y ahora, alguien venía fastidiar a estas horas de la mañana.
Creo que mi día no iniciaba de lo mejor. Rumié en no abrir, pero el sonido fue
tan insistente, que tuve que hacer un esfuerzo. Me levanté apenas y sin
preocuparme demasiado por mi facha, abrí la puerta, encontrándome con una gran
sorpresa. Era Yuri.
—¿Q-Qué
haces aquí? —Me giré para ver la hora— A las 7 de la mañana.
—Vine
a tomar desayuno contigo—Dijo él, entrando con un par de bolsas, haciéndome a
un lado.
—¿Eh…?
Cerré
la puerta tras de mí y lo observé en silencio, aún muy confundido de lo que
estaba pasando. ¿Por qué?
—Compré
comida, no sé cocinar, así que no te preocupes por los envenenamientos.
—Es
bueno saberlo…—Reí ligeramente y me acerqué, para colocar agua a hervir, a
pesar de aun no comprendía qué es lo que hacía aquí.
—¿Cómo
dormiste anoche? —Su pregunta me pilló de sorpresa y un sonrojo me vino a mis
mejillas ¿Qué acaso sabía algo?
—Perfecto—
Mentí.
—Oh,
tus ojeras no dicen lo mismo—Me fijé, que cuando sonríe malvadamente, sus
labios tomaban una forma felina, lo cual le hacía ver más diabólico, pero
tierno…
—A-Ah…
siempre las he tenido, desde que entré a la universidad…—Intenté ignorarlo.
Pero él mantenía su sonrisa, en signo de victoria. —Por cierto ¿Por qué has
decido tomar desayuno conmigo?
—Ah…
mis padres salieron temprano y mi hermana también, iba a estar solo, así que
decidí venir acá—Me enseñó todos sus dientes, con aquella gran sonrisa.
—Ya
veo…—Rasqué mi cabeza.
—Ve a
ducharte. Detesto comer con gente sucia. —Me ordenó y mi rostro de perplejidad
no pudo haber sido peor.
—V-Vale…
Algo
confundido, fui a ducharme rápidamente, para luego vestirme para ir a la
universidad. Cuando llegué al comedor, la mesa estaba puesta y él ya estaba
comiendo.
—Lo
siento, no pude esperarte. Esto se veía demasiado bien.
—D-Descuida…
Me
senté. A decir verdad, eso de que su familia salió y él iba a estar solo, lo
olí a excusa de algo… y una interrogante comenzó a rodearme ferozmente. Sabía
que sus intenciones reales eran otras, pero tampoco me atrevía a consultar, ya
que, podría tener que ver, con el contrato.
—¿A
qué hora tienes clases? —Interrogó, bebiendo algo de té.
—Ahm…
a las ocho y treinta ¿Por qué?
—No
deberías llegar tarde. Te iré a dejar, tengo que hacer un par de cosas cerca de
tu universidad ¿Te importa?
—¿Debería?
—Alcé mi ceja y sonreí de medio lado. Recibiendo como respuesta una imitación.
Volvíamos
a reír.
Al
terminar de comer, recogimos las cosas y tomamos camino a la universidad.
Conversamos sobre temas varios, gustos de cada uno, experiencias vividas,
etcétera.
—Detesto
las cosas tan comunes…
—¡Hey!
Yo soy común…—Le rebatí, apenado.
—¿Tú
crees? —Curioseó, tornando su juguetón rostro hacia mí.
—Pues…
sí. No sobre salgo en nada…
—Entonces,
puede ser por eso que te odie tanto…—Murmuró para sí. Sin saber yo, si enojarme o no. —En fin, si
me llevas a un lugar común para nuestra próxima salida, eres hombre muerto.
—¿Eh?
—Él se despidió agitando su mano y se fue rápidamente. Dejándome en la entrada
de la universidad.
Mientras
caminaba al salón, había algo que no me encajaba ¿Próxima salida…? ¿ÉL quería
volver a salir conmigo? Necesitaba un balde de agua fría, para lograr pensar en
calma.
Estuve
casi todo el día en el laboratorio, desarrollando mi tesis. No quería fallar en
la parte más importante de mi carrera y además, quería olvidarme un poco de mis
enredos mentales. Aquel chico, comenzaba a sumergirme en sus juegos y yo no
quería ser rescatado.
Al
salir de la universidad, ya era de noche. Sentí mi celular vibrar y como era de
costumbre, pensé que era Saya.
—¿Amor?
—Hola,
amor. ¿Ya cenaste?
—¿EEEH?
¿YURI? —Miré la pantalla del celular y efectivamente, era el menor quien
llamaba. Golpeé mil veces mi frente con mi muñeca. —Lo siento, no me fijé en
quién era.
—No
te preocupes, amor~—Decía él, mientras reía burlón y yo me sonrojaba
completamente. —Oye ¿Ya comiste? Tengo hambre y nadie en casa cocinó.
—Pues…
no he comido pero…
—¡Perfecto!
Te veo en tu casa.
Miré
lentamente mi celular y solté un largo suspiro. Ahora comprendía porqué quiso
saber mi dirección.
Pasé
a un restaurant de fideos y compré dos porciones para llevar. Si las cosas
seguían así, iba a quedar en la ruina.
Cuando
llegué a mi departamento, abrí la puerta y casi todas las luces estaban
encendidas, además de la televisión.
—¿Por
qué a mí…?—Suspiré, comenzando a apagar unos cuantos interruptores demás.
—¡Al
fin llegas! Ya me estaba muriendo de hambre— Se levantó del sillón, apagando el
televisor. Hasta que me doy cuenta que se había puesto una de mis poleras.
—¡Oye,
eso es mío!
—Lo
tomé prestado, es más cómodo que una camisa. — Él, alzó su pulgar y sonrió, sin
importarle nada. —¿Qué has traído para cenar? —Se acercó a mí, oliendo las
bolsas.
—Son
fideos chinos listos para comer. Espero que te gusten.
—¿Qué
acaso no sabes cocinar nada?
—¿Barbacoa
sirve?
—¡No!
—Tú
tampoco sabes cocinar…
Ambos
reímos y comenzamos a comer. Al fin de cuentas, daba lo mismo lo que
ingiriéramos, al ser hombres que no cocinaban, todo iba a estar bien.
Apenas
terminábamos, recibí la llamada diaria de Saya.
—¿Saya?
Sí. Sí, comí fideos chinos ¿Y tú? —Contesté y Yuri comenzó a hacerme morisquetas
—¿Eh? ¿Así que tu mamá cocinó bolas de pulpo? —Alcé mi ceja, mirando fijamente
al chico que tenía frente a mí, descubriendo su mentira. —¿Y tu hermano fue a
la casa de un viejo amigo? Ya veo…—Comencé a reír ligeramente, mirando al
pelinegro, quien me evitaba a como dé lugar. —Duerme bien, pequeña.
Colgué
la llamada y entrelacé mis dedos, para comenzar con el interrogatorio.
—Qué
lástima. Me perdí las bolas de pulpo…—Me evitó, con un puchero. —Bien, creo que
es hora de irme…—Mencionó, mientras se levantaba de la silla.
—¿Dónde
crees que vas? —Le tomé de la muñeca, obligándolo a volver a su puesto. — Me
debes una explicación.
—No
hay nada que explicar, simplemente, no quiero que sepan que vine acá. —Explicaba
un tanto nervioso, con la vista gacha. Se volvió a levantar, pero interpuso mi
propio cuerpo, para que no pudiera escapar.
—¿Por
qué?
—Eso
no es de tu incumbencia.
—Hablamos
de mi departamento…
—¡Tsk!
¡Qué aburrido! Si hubiese sabido que te pondría así, no habría venido.
Realmente,
su actitud, comenzaba a causarme risa. Se estaba comportando como un crío y se hastiaba
por tonterías.
—¿¡De
qué te ríes!? —Me miró enfadado.
—Eres
como un niño—Respondí con ternura.
—¿Eh?
—Noté un leve sonrojo en sus mejillas, mientras fruncía el ceño.
—Si
no me dices que vendrás acá con mentiras, no podré cubrirte y se sabrá muy
pronto tu verdad. Aunque sinceramente, no sé porque debería callarme, si tú
constantemente me mantienes bajo amenaza.
—Porque
si tú hablas, yo hablo. ¿Es justo ahora, no?
—Justo—Sonreí
ladino, revolviendo sus cabellos.
Era
tierna, el modo en la que él me llegaba hasta el cuello y debía verme hacia
arriba. Me gustaba sentirme alto frente a él, sentía aquel deseo de querer
protegerlo…
—Por cierto… Dije que me quedaría a
dormir en la casa de mi amigo…
—¿Algo
más? —Pregunté irónico.
—No,
nada más—Contestó entre risas.
Nos
quedamos conversando un poco más, mientras veíamos televisión, hasta que el
sueño nos venció y decidimos ir a dormir.
—No
tengo futón, pero tengo una cama para dos ¿Está bien?
—No
pensaba dormir en otra parte, de todas formas.
—Creo
que lo presentía…—Reí, mientras nos íbamos a mi pieza.
—¿Mañana
tienes todo el día clases?
—¿Vas
a venir a robar comida y cama nuevamente?
—¿No
puedo?
—Aunque
te diga que no, lo harás igual ¿No? —Nos recostamos y traté de cubrirnos bien.
—Creo
que comienzas a conocerme, Takaki.
A
medida que nos callábamos para dormir, más nervioso me sentía. Mi corazón golpeaba
con fuerzas y mi cuerpo tenía extraños impulsos de pretender abrazarlo y por
ende, me volteé, para no dejarme vencer por la tentación y así fue, como logré
dormir un poco.
A la
mañana consecutiva, una respiración se sentía muy próxima a mí. Cuando abrí mis
ojos, me sorprendí al notar que el chico estaba a no menos de 5 centímetros de
mí, con sus ojos cerrados. Mi corazón se urgió y me alejé lo más rápido
posible. Cuando fui consciente de mi reacción, coloqué mi palma encima de mi
pecho.
Me
quedé observándolo. Dibujé su rostro con mis dedos y sonreí un tanto embobado.
Se veía tan apaciguado que deseabas que se quedara así por siempre.
Preparé
el desayuno, intenté esperarlo, pero se me hacía tarde para la universidad, por
lo que simplemente me fui, dejándolo dormir.
Mi
día fue muy parecido al anterior, nada sobresaliente. Pero algo me preocupaba
muy adentro. ¿Por qué sentía emoción al querer llegar a casa? Eso no estaba
bien y comenzaba a preocuparme, sin querer reconocerlo.
Antes
de llegar a casa, pasé a comprar cena para dos. Con una sonrisa, llegué a mi
departamento. Cuando abrí la puerta, mayor fue mi sorpresa al no verlo. Las
luces estaban apagadas, al igual que la televisión. Pensé que podría estar en
alguna habitación, escondiéndose. Pero nada de eso.
Algo
decepcionado, cené solo. No quería entender
por qué me sentía así, así que me concentré en ver televisión o hacer cualquier
cosa. Cuando iba a acostarme, sonó el timbre de mi puerta. No niego que mi
corazón se aceleró al pensar que podría ser él.
Prácticamente
corrí a abrir, pero algo se descolocó en mí, cuando vi a Saya en la entrada,
con una gran sonrisa.
—¡Hola,
Takaki-kun! —Me saludó ella, muy feliz.
—S-Saya…—Balbuceé.
—¿Eh?
¿Estoy molestando? ¿Ibas a dormir?
—N-No,
no, pasa…
Intenté
fingir felicidad de verla, pero no podía engañarme a mí mismo; No era a ella a
quien esperaba.
Me
acompañó a dormir, pero nada fue como el día de ayer. Mi corazón ya no se
aceleraba y fue muy fácil dormir. Ni siquiera tuve ganas de hacerlo con ella. Me
sentía culpable, por estar comparándola, pero no podía mentirme.
Cuando
mi novia se fue, suspiré largamente. Había sido una gran actuación de mi parte
y fue cansino. Yo no quería que su presencia me molestara y no sé por qué lo
hizo… Tenía miedo. ¿Qué rayos me estaba pasando? ¡Saya es mi novia!
Intenté
hacer un mapa mental de mi situación actual, para comprender que sucedía
conmigo, pero la conclusión no fue muy esperanzadora.
—No
puede ser…
—o—
Llegué
a casa frustrado. Sin ganas de nada, ni siquiera había comprado comida para la
cena. Tomé una cerveza y comencé a beber. Me estaba sumergiendo en un problema
y debía hallarle solución pronto o alguien podría salir dañado. Cuando iba por
una segunda lata, oí el timbre sonar.
Me
extrañé, ya que, no esperaba a nadie. Nuevamente me sorprendí.
—¿Quién
pidió pizza para la cena? —Era él, con una caja de pizza, tamaño familiar en
sus manos y su sonrisa característica.
—¿Eeeh?
¿Qué haces acá? —Miré a todas partes, por si los vecinos estuvieran espiando.
—¿Por
qué tan perseguido? Solo vengo a robar cama y comida—Habló, mientras ingresaba
sin cautela a mi propiedad. —Pero traje la cena, así que solo será cama.
Me
quedé un momento sosteniendo la puerta. Desde mi interior, una risa comenzó a
surgir, hasta culminar en una carcajada. ¿Perseguido? ¿Por qué me sentía
perseguido? ¿Qué acaso que me visite Chinen, está prohibido? ¿Me importa lo que
digan los vecinos? ¿Realmente me importa?
—¿De
qué te ríes?
—No
es nada, ignórame…—Cerré la puerta. En realidad, no me importaban los vecinos,
solo comenzaba a sentirme culpable, porque dentro de mí, sabía que mis
sentimientos estaban cambiando, pero no iba a permitir que alguien lo supiera.
No de esta forma.
Robé
un pedazo de pizza, abríamos unas cervezas y vimos televisión, mientras una
conversación salía de vez en cuando.
—Pensé
que ayer vendrías—. Mencioné.
—¿Eres
idiota? Ayer te visitó Saya ¿O querías que la acompañara y durmiéramos los tres
en tu cama? —Contestó, con una risilla final.
—Oh…
es verdad—Me sentí muy idiota y golpeé mi frente con los nudillos, varias
veces.
—¿Acaso…
querías que viniera? —Se acomodó en el sillón, mirándome fijamente.
—¿Eh?
¡N-No! Es decir… ¡A-Ahh! —Me enredé. —Realmente pensé que no vería a Saya estos
días, así que realmente no la esperaba.
—¿Me
estabas esperando a mí? —Sonrió ladino, travieso, malvado, como si esta fuese
una jugarreta más de sus comentarios sarcásticos.
—Sí
¡Digo! ¡NO! ¡Qué cosas dices! HAHAHA—Intenté reír.
—¿Sabías
que eres malo mintiendo? —Suspiró.
—¿Eh?
Mordisqueé
mi labio inferior. Su mirada estaba tan fija en mí. Me sentía acusado, pillado,
sorprendido y no sabía cómo borrar este incómodo momento. Revolví mi cerveza
nervioso y la bebí por completo.
—¿Estás
perdiendo el interés en mi hermana, Takaki?
—¿¡EH!?
¡Claro que no! —Me atoré y escupí algo de alcohol, limpiándome de enseguida—
¡Yo la adoro! ¿Qué cosas dices? —Me alteré, porque sabía que sus palabras
tenían una pizca de razón. Me levanté del sillón, enfurecido y confundido, pero
él me imitó, limitándome el paso con el peso de su cuerpo.
—¿Estás
seguro de ello?
—¡Claro
que sí, maldita sea, Yuri! —Refunfuñé.
Iba a
pasar por sobre él, apartándolo, pero sus manos me detuvieron. Las posó sobre
mi pecho, justo sobre mi corazón, evaluando mis palpitaciones que en cada uno
de sus acercamientos. Una vez que nuestros rostros estuvieron demasiado cerca,
me sentí incapacitado de alejarlo.
—¿Q-Qué
haces? —Susurré casi sobre sus labios, al tenerlo tan cerca.
—Tu
cuerpo…—Musitó él, provocándome claramente, al momento que rozó sus labios con
los míos—Tu cuerpo no está tan seguro…
Me
quedé viendo sus ojos, que emanaban deseo, mi cuerpo comenzó a calentarse ante
tales incitaciones… Deseaba besarlo, tomarlo entre mis brazos, tocarlo… ¿Qué
rayos me estaba pasando? ¿Hacerlo o no? He ahí el dilema…
—Averigüémoslo
entonces…—Desafié.
Cedí.
Cedí ante él. Lo tomé entre mis brazos, cumpliendo aquel anhelo que poseía. Lo
retuve con fuerzas… su cuerpo se sentía demasiado bien junto al mío. Abrí mi
boca para besar sus labios, siendo correspondido. Nuestras respiraciones de
inmediato se agitaron y con algo de violencia comenzamos a quitarnos las
prendas. Ahora no me quedaban dudas, ambos apetecíamos esto.
Lo
recosté sin mucha delicadeza en el sillón, acariciando su pecho que ya había
descubierto, mientras mis labios besaban su cuello, dejando marcas y mordidas.
No sé realmente qué me pasaba, jamás había sido así de salvaje.
Lo
que le agravaba más mi estado; eran sus gemidos. Me abrazó, enredando sus dedos
por mi cabello y sus labios jadeaban sobre mi oído. Mi miembro se puso
completamente duro y mis manos de inmediato desabrocharon su cinturón,
ingresando mi mano por su intimidad. Estaba tan duro como yo, eso me hizo sonreír.
Quité
sus pantalones y yo también desnudé mi miembro. Sus ojos poseían una mirada
diabólica, sucia y demandante. No habían momentos muertos, simplemente
queríamos sentirnos y ya. Abrí sus piernas y acomodé mis caderas para ingresar
en su entrada. Fui lento, pero sin prepararlo. Él gemía sin importarle nada,
enterrando sus dedos y uñas por mi espalda, resistiendo el dolor.
Jamás
lo había hecho con un hombre, pero tenía nociones de lo que debía hacer, sin
embargo, su estrechez me sorprendió, a pesar de ello, seguí, porque presentía
que si me detenía, aquel chico, no me lo iba a perdonar.
Tener
mi miembro allí dentro, mientras abrazaba su cuerpo, fue una sensación única. Surtiendo
lo prohibido con el placer y el deseo. No gozaba de palabras para describirlo.
Continué con las embestidas, mientras mi mano generaba placer en su falo.
—¡A-AH!
¡AH! ¡Yuya, E-Esp-!—No alcanzó a terminar la frase, cuando su semen ya estaba
esparcido entre nuestros cuerpos. No tardé mucho en venirme dentro de él,
deleitándome con otro de sus suspiros.
—¿E-Estás
bien? —Consulté, recibiendo un asentimiento con su rostro. Él no podía hablar,
eso me causó gracia.
Nos
quedamos un poco más en esa posición, hasta que Yuri recuperó la respiración.
Me salí de su interior y caí rendido a su lado, mirando el techo, sintiendo
como toda la culpa caía sobre mí.
—Oye…—Me
dijo.
—¿Mhh?
—Cubrí mi vista con mi antebrazo.
—No
pienses demasiado—Fue todo lo que dijo, mientras se levantaba del sillón, para
vestirse.
—¿Te
vas?
—Debería…
—Deberías…—Acordamos.
Bajé mi antebrazo y le miré a los ojos. Era claro que ninguno de los dos quería
eso, pero era lo correcto, después de haber caído tan bajo.
—Nos
vemos… Takaki-san.
—Nos
vemos… Chinen-san…
¡Descarado!
Luego de tratarme tan cercanamente, ahora tomas tus cosas y te vas, como si
fuéramos dos perfectos desconocidos ¿No? Suspiré largamente, mientras lágrimas
caían de mis ojos. Tenía sentimientos encontrados y no sabía cómo decirle la
verdad ahora a mi novia. No sabía qué hacer, ¿Por qué lo hice? ¿Por qué?
A la
mañana contigua, desperté con una especie de resaca. Mis ojos estaban hinchados
y mi cuerpo cubierto por mis propias ropas. Al recordar todo, me invadió una
jaqueca. Me levanté después de unas cinco horas estando en misma posición,
pensando profundamente en lo que debía hacer, hasta que el hambre me venció. Me
duché y vestí. Salí al balcón de mi habitación, a fumarme un cigarrillo, cuando
oí el timbre. Apagué la colilla y fui a abrir. Era Saya.
—¡Takaki-kun!
¡Te he extrañado! —Saltó sobre mí, abrazándome como nunca antes. —¿Eh? Hueles a
cigarro… ¿Has tenido algún problema?
No le
perdí la vista a sus ojos. ¿Cómo sabía que estaba en problemas? ¿Qué acaso tan
obvio soy?
—¿Te
estás preguntando que cómo lo sé? —Ella rió ligero, robándome un beso de los
labios. —Te conozco, tonto. Fumas cada vez que tienes un problema o no te
sientes bien. Aunque, no te habías dado cuenta ¿Cierto?
Quedé
sorprendido. ¿Por qué debía ser tan linda justo en este momento? Justo ahora,
que me sentía tan culpable. Aunque estuve toda la tarde pensando en la manera
de decirle lo que había sucedido, ahora me sentía absolutamente cobarde para
ello. ¿Era mejor no decir nada? ¿Hacer como que nada pasó? Alejarme de Yuri…
¡Saya es mi novia y es una excelente chica! ¡No podía hacerle esto! Tuve la
necesidad de pedirle perdón por mi comportamiento.
La besé
delicadamente, cerrando la puerta tras de nosotros. Pero en ese momento, ella
metió sus manos bajo mi polera y comenzó a tocar mi pecho. No podía negarme,
sentía que de esta forma, podía pedirle perdón.
Lo
hicimos como nunca antes. Ambos quedamos totalmente rendidos sobre mi cama.
Aunque muchas veces, por mi mente, pasó el rostro de Yuri, me centré en mi
chica y nada más que ella. Ella no se merecía tal daño y en mis manos estaba la
responsabilidad de hacerla feliz o no.
—Takaki-kun…—Susurró
ella, antes de dormirnos.
—¿Mhh?
—Mi
hermano me dijo que no estabas bien, que me necesitabas ver ¿Es eso verdad?
Mi
corazón se aceleró al oír aquello y mis ojos se abrieron de sopetón. ¿Por qué
le dijo eso después de lo que pasó? ¡Lo que menos quería era enfrentar a Saya
tan pronto! No estaba preparado para decirle la verdad.
—A-Ah…
Sí, lo es. Quería verte, en realidad, necesita verte—. Susurré. No podía
permitir que mis sentimientos por ella se evaporaran así de fácil. Debía
recordarme porqué me gustaba tanto.
—¿De
verdad? Ahhh, que tierno eres~ ¿Pero estás bien?
—…—Miré
sus ojos, llenos de felicidad. Su rostro angelical… No podía dañarla, yo… no
podía decirlo. —Ahora estoy bien, gracias a ti—Le sonreí, apretando el abrazo
que manteníamos y así nos dormimos.
—o—
Estaba
decidido a evadir a Yuri a toda costa. De hecho, pasé varias noches en la
facultad o en la casa de amigos. No contestaba sus llamadas, aunque no fueron
más de dos. Temía verlo, porque mi mente solo podía pensar en él y en lo que
había pasado. Estaba huyendo.
La
noche del viernes, decidí salir con unos compañeros de fiesta. De esa manera,
evitaba pasar la noche en casa, pero cuando volvía a ella para cambiarme, lo
hallé fuera de mi departamento.
No
sabía qué debía decirle. ¿Ignorarlo? Imposible. Estaba ahí, sentado afuera de
mi puerta.
—¿Qué
haces aquí? —Intenté ser indiferente.
—Yo… vine
para decirte algo.
—Voy
de salida, así que no tengo demasiado tiempo. Lo siento—Pasé por sobre él y
saqué las llaves para abrir el departamento.
—Takaki…
me gustas.
Mi
corazón se detuvo. ¿Acaso escuché claramente? Mis manos comenzaron a temblar y
no podía meter la maldita llave en la puta cerradura, hasta que cayó al suelo.
Con ello, me di cuenta que estaba alterado. No podía ignorar sus palabras, mi
cuerpo me traicionaba, otra vez.
—¿Por
qué…?—Exhalé, intentando tranquilizarme. —¿Por qué me lo dices? ¿Qué pretendes
conseguir con esto? —Me volteé para enfrentarlo. —¿¡Qué tan lejos quieres
llegar con tu maldito juego!? ¿¡Entiendes que dañarás a Saya!? Si quieres
destruirme, hazlo ¡Pero no toques a tu hermana! Ella no tiene la culpa de nada…
—¡Te
estoy hablando en serio, maldita sea! ¿Crees que soy capaz de dañar a Saya
intencionadamente? —Él me miró a los ojos. Él no estaba mintiendo— Pero no te preocupes
demasiado, me iré pronto de esta estúpida ciudad y de tu estúpida vida.
—¡Genial!
¡Hazlo pronto entonces! —A pesar, de que su confesión me caló hasta el fondo. A
pesar, de que su revelación, me excitaba y emocionaba. No podía permitirme
aceptar aquellos sentimientos, sería muy irresponsable de mi parte. Jugar a dos
bandos, ese no era yo. Debía alejarlo de mi vida, a como dé lugar.
—¡Bien!
—Me gritó, dándose media vuelta para irse.
—¡Bien!
—Contesté a la distancia.
Esa
noche, mi mente no pudo quitárselo de la cabeza.
—o—
Recibí
una llamada de Saya, pidiéndome que fuera a dormir a su casa, que sus padres no
estarían. Acepté, aunque no eran sus padres quienes me preocupaban ahora.
Cuando
llegué, Yuri estaba encerrado en su habitación. Al parecer no tenía intenciones
de salir y eso me relajó bastante. Con Saya cenamos y vimos televisión. Jugamos
con rocket y a media noche, decidimos comer manzanas.
—¡Yuri!
—Gritó mi novia, haciéndome poner alerta. Después de un silencio, la puerta se
abrió.
—¿Qué
quieres?
—No
haz comido nada, así que ven y ayúdame a pelar manzanas.
—No
tengo hambre…
—¡Ven,
dije!
A
veces Saya, parecía una mamá que asustaba. Chinen se sentó malhumorado en uno
de los sillones y evitó mirarme. Tomó un cuchillo y comenzó a pelar la fruta de
malas pulgas, hasta que una mala fuerza, implicó un corte en pulgar.
—¡Tsk!
—¿¡Estás
bien!? —Salté de mi puesto, tomando su dedo para humedecerlo en mi boca.
—S-Sí…—Sus
ojos me miraban perplejos. Caí en la cuenta que otra vez, mi cuerpo actuaba por
instinto y mordí mi labio inferior, nervioso por mis acciones.
—L-Lo
siento—Dejé su mano, mientras desviaba la mirada. Fui a buscar un parche al
baño.
—Tan
torpe que seas, Yuri…—Dijo Saya con una risita. No percató nada extraño… o eso
nos hizo creer.
Aquella
noche fue intranquila.
—o—
Pasaron
algunos días y mis emociones comenzaron a afectarme en la universidad. No podía
concentrarme, las cosas se me caían y olvidaba todo con frecuencia. Estaba cada
vez más adicto al cigarro y mi mente no podía pensar con claridad. Me intentaba
convencer que las cosas estaban bien, que no había vuelto a tocar a Yuri y
ahora solo me dedicaba a no fallarle a mi novia, otra vez. Pero era imposible
mentirse a sí mismo, por tanto tiempo. Lo extrañaba y deseaba verlo.
Hasta
que recibí una llamada de Saya.
—¿Takaki-kun?
—¿Sí?
—¿Puedo
pedirte un favor?
—Claro,
dime. Lo que desees.
—Verás.
A Yuri lo invitaron a una estación de televisión a presentarse y me invitó para
que lo fuera a ver, pero no podré por trabajo. Quería saber si tú podrías
hacerme ese favor… no quiero que esté solo en un momento como este, es la
primera vez que saldrá en televisión japonesa.
—A-Ah…—¿Qué
era correcto en ese momento?
—¡E-Es
solo esperarlo a la salida y animarlo!
—Tranquila,
Saya. Haré que sea un buen día para él. —Le dije, a pesar de que mi cuerpo
estaba llevando a cabo una revolución de nervios.
—¡Muchas
gracias, Yuya-kun! ¡Eres el mejor novio!
—¿Qué
día, hora y dónde debo estar?
—El
jueves a las 7, en TV Asahi, por favor.
—Ahí
estaré. ¡No te sobre esfuerces!
—¡Entendido!
—Contestó, con voz melodiosa.
Cuando
colgué, solté un largo suspiro. ¿Por qué me emocionaba la idea de poder verlo?
Eso estaba prohibido de hace mucho tiempo para mí.
—o—
Llegó
el día. Me arreglé un poco más que otras veces. Pasé a comprar un ramo de
flores y fui a la estación de televisión. Saya me había dado un pase que le
facilitó su hermano, para poder entrar sin problemas. Cuando ingresé, me
sorprendí de la inmensidad del lugar. Me llevaron hasta tras bambalinas en
donde había pantallas, que transmitían el programa. Me quedé esperando la
presentación del menor, hasta que por fin salió al aire, con su guitarra. Otra
vez cantaba en francés y no podía comprender nada, pero me hizo feliz poder
verlo, aunque fuese por una pantalla.
Cuando
acabó su presentación, estaba nervioso esperándolo con el ramo en las manos. No
sabía qué decirle, qué conversar. La puerta se abrió y mi boca gritó.
—
¡Felicitaciones!
—¿Q-Qué
haces aquí? P-Pensé que vendría mi hermana… Tú…—Estaba atónito.
—No
podía venir y me pidió que lo hiciera en su lugar—Le acerqué el ramo. —Espero
no ser una molestia.
—Que
considerada. No debías hacer esto. Si no podía venir, no era necesario que te
lo pidiera—Mencionó, tomando las flores sin cuidado.
—Podía
negarme, así que no la culpes. Vine porque quería verte, Yuri. —Se sonrojó. Lo
pude notar. Eso me hizo sonreír. —Ven, salgamos de aquí. Te invito a comer
gyozas.
—Yo…—Tomé
su mano, llevándomelo. Era como recordar nuestra primera salida a solas, pero
con los papeles intercambiados.
Al
estar en el restaurant, la tensión era notoria. Intenté hacer un esfuerzo por
sobrellevarlo, pero Yuri no era del tipo de personas que se quedaba mirando una
situación incómoda. Él actuaba.
—¿Estás
bien con verme? ¿Qué acaso ya me habías echado fuera de tu vida y de Japón?
¿Por qué el cambio de opinión?
—Yo…
Yo no quise decir eso, no de esa forma. Verás… al principio no entendía tu
comportamiento. Todo eso del contrato. Tu odio hacia a mí y mi relación con tu
hermana… Pero a medida que nos fuimos conociendo, me agradaste. Tal vez las
cosas se confundieron y nos dejamos llevar, pero no puedo permitir que eso
vuelva a suceder. Yo estoy en una relación con tu hermana y no quiero dañarla.
—¿Se
confundieron? ¿Nos dejamos llevar? ¡JÁ! ¡Takaki, por dios! ¿Qué acaso sabes
algo sobre amor? No te hubieras dejado llevar si no hubieras sentido algo por
mí. ¡No me extrañarías, ni tendrías ganas de verme! Y más importante aún, no
hubieras saltado sobre mí, cuando me corté el dedo. Tu cuerpo te traiciona ¡Y
se nota a kilómetros de distancia!
Quedé
boquiabierto. No pensé ser tan obvio en lo que deseaba ocultar. Pero creo que
era verdad lo que dijo Chinen una vez, sobre que soy malo mintiendo.
—¿Y
qué pasa si es verdad? ¿Qué pasa si te digo que también me gustas? ¿Qué es lo
que debo hacer? ¿Dejar a Saya y decirle que me acosté contigo? ¡Son años de
relación para que llegues tú y…!—Apreté mis labios y mis puños, para no hablar
demás. Este chico lograba sacar mi lado hiriente, malvado y salvaje; Los cuales
no sabía que tenía.
—¿Y?
¡Dilo!
—Nada,
olvídalo…—Suspiré, bebiendo mi cerveza de una sola vez.
—Para
que llegue yo y arruine tu maldita vida. ¿No?
—Para que llegues tú y me hagas dudar de mí. De
todo lo que soy… de todo lo que he construido. ¿Quién eres tú para hacerme algo
como esto?
—Solo
piensa que todo pasa por algo. Había un lado oculto en ti, que ni siquiera
sabías que tenías ¿Me equivoco? ¿Podrás lidiar con tus instintos cuando estés
casado con mi hermana? ¿Cuándo vivan juntos? Takaki, fuiste infiel. Eso te deja
con un punto menos de vida. ¿Podrás ser fiel para el resto de tu existencia? Te
dejo con esa interrogante.
Mi
mente colapsó.
—¿¡Qué
acaso, todo esto, ha sido parte de tu juego!? ¿Tuviste sexo conmigo solo para
saber si yo era fiel? ¿Si es que yo podía resistirme? — La ira me invadió, me
sentía realmente estúpido y miserable. Ni siquiera pude identificar la verdad
de un juego. Esto apestaba.
—Al
comienzo era un juego, luego se me salió de las manos.
—¿Q-Qué?
¿Cómo que se te salió de las manos? —Busqué sus ojos con desesperación, estaba
a punto de caer a un abismo. Él se levantó de su asiento y sacó dinero de su
bolsillo, para dejar encima de la mesa.
—Hablemos
en otro lugar, me siento observado.
Se
adelantó y yo estaba impaciente por escuchar lo que tenía que decir. Mi boca
estaba aguantando un rezo de insultos. Salí fuera y caminamos un poco, sin
aguantar más, tomé su brazo y lo volteé.
—¿A
qué te refieres con qué se te salió de las manos? —Él evitaba mirarme y daba
largos suspiros.
—No
pensaba tener sentimientos por ti, Takaki. Yo… —Bajó el rostro. —Me atrajiste
desde el momento en que te vi y mientras más te conocía, más ganas tenía de
corromperte, pero al final, al único que corrompí, fue a mí mismo.
Mis
labios estaban preparados para insultarlo, pero como si fuera aire, todo
desapareció. Todo. La sujeción que tenía sobre su brazo desapareció y quedé
pasmado.
—¿Q-Qué?
—Había pasado por tantas emociones en este día, que ya no sabía cómo sentirme.
—¡Eso!
Me atraías. Me comenzaste a interesar, te comencé a conocer y… te odiaba,
porque no entendía cómo alguien tan común como tú, me hizo sentirme así. —Me
sonrojé por eso último, ahora entendía a qué se refería con eso. —Takaki, eres
una buena persona y creo que si el novio de mi hermana, hubiese sido cualquier
otro sujeto, no habrían terminado las cosas así. Te vi como alguien igual a
todos, pero terminaste siendo alguien completamente especial para mí
¡Maldición!
Él no
estaba mintiendo, podía jurarlo por mi madre. Sus ojos tenían un brillo
especial, de arrepentimiento.
—No
quería que las cosas terminarán de esta forma… y me dije mil veces que no lo
haría, pero mi cuerpo también me traicionó y tú correspondiste. Quería
quebrantar tu límite de bondad, quería conocer tu lado malo. Quería
corromperte, lo reconozco y lo siento. Te veías tan… bueno, tan perfecto que
eso me molestaba. Quería ser yo quien conociera tu lado b.
—Eres
egoísta ¿Lo sabías? —Sonreí ladino, sarcástico y un poco malvado. Saber todo
ello, me hacía sentir ¿bien? No era el único perjudicado en todo esto. Ambos
nos quebrantamos. —Entonces… ¿Tus sentimientos son el mal resultado de tu plan?
—No
lo digas así, detesto que las cosas no funcionen como yo las planifico. —Bufó,
frunciendo los labios.
—Es
lindo…—Reí.
—¿Qué
cosa?
—Saber
que no soy el único al que se les frustraron los planes… ¡Ahh! —Me alejé para
respirar y tranquilizarme. —Estoy algo mareado con tantas emociones en un solo
un día. ¿No quieres ir a beber a mi departamento? Es lo único que tengo. —Ofrecí,
realmente cansado mentalmente, comenzando a caminar.
—Yuya…—Me
llamó el menor.
—¿Uhm?
—Me volteé.
Cuando
lo hice, lo vi venir hacia mí, pararse en las puntas de sus pies y me besó
tiernamente. Me pilló por sorpresa, mi corazón se aceleró y comprendí porque no
podía culparlo. Me gustaba tanto su forma de ser, que aunque quisiera evitarlo,
iba a terminar buscándolo. Porque uno no evita las cosas que le gustan ¿O sí? Y
aunque lo haga, siempre caemos.
Lo
tomé entre mis brazos, robándole un beso mucho más profundo pero suave. Mi
estómago estaba hecho añicos con tantos hormigueos, sus labios eran cálidos y
besaban realmente bien. Él correspondía con la misma intensidad. Luego de unos
segundos, nos alejamos lentamente.
—Suena
bien…—Contestó él.
Esa
noche tuvimos algo más que solo sexo. Nuestros cuerpos ardían con cada cosa que
hacíamos o experimentábamos. Él gemía sin importarle nada y yo lo penetraba
como si fuese a acabar el mundo. Terminamos exhaustos, porque una vez que
cometes pecado, abres la puerta para la repetición de este. Lo difícil, es
cerrar aquella entrada.
Cuando
amaneció, en vez de ver a Chinen, solo hallé una hoja de papel sobre el lado en
el que él dormía. La tomé con extrañeza y comencé a leer:
Takaki:
“La malicia, la
envidia y los celos puedes encontrarlos en muchos lugares y personas, pero
jamás pensé que me tocaría conocerlos tan de cerca, tan radiantes y tan
dolorosos.
No sé por cuánto
tiempo podré continuar así, no sé por cuánto tiempo podré seguir callando mis
labios con los tuyos y de nada ya estoy seguro, solo de que me ha convertido en
una muy mala persona
Sé que con esto estoy
dañando a Saya. Sé que con esto, destruí a una pareja.
Vuelvo a Francia. No
quiero que me busques. Quiero que te olvides de todo y hagas feliz a mi
hermana, como dijiste, no soy nadie para destruir lo que con tanto esfuerzo
construiste.
Soy egoísta, pero
solo por esta vez, dejaré de pensar solo en mí.
No te preocupes
demasiado, de alguna u otra forma, esto tenía que pasar.
Fui feliz de haberte
conocido”.
Yuri.
¿Y se
fue…?
Quedar
con una sensación de vacío después de haberte sentido su antónimo, es algo
horrible. ¿Debía quedarme de brazos cruzados? ¿Debía hacer lo que me pedía? Yo…
no sabía. Cubrí mi rostro con mis palmas y me quedé ahí, enrollado en mi propio
cuerpo. En serio lo comenzaba a odiar, todo esto. Apestaba.
Pasaron
los días, él verídicamente se había ido. Intenté mantener mi relación con Saya,
pero era complejo. Porque cuando ella sonreía, veía en ella, el reflejo de su
hermano, así mismo cuando sostenía su mano e incluso, cuando la besaba. Todo en
mi mente era Yuri, aunque quisiera borrarlo de mi cabeza, de mi corazón, por
más que traté, mi cuerpo lo seguía recordando. Seguía odiándome por esto.
—D-Debemos
terminar…
—¿Eh?
¿Q-Qué dices? —Sus ojos se aterrorizaron.
—No
sé cómo decirte esto, Saya… Lo he pensado muchísimo, pero no hay otros caminos,
de igual forma te dañará. Así que intentaré ser sincero. —Suspiré. —M-Me gusta
otra persona.
—¿Eh?
—Ella desvió su mirada y sus labios comenzaron a temblar. —¿No hay vuelta
atrás?
—Intenté
continuar, pero hasta el día de hoy, se me hace difícil seguir de modo sincero
a tu lado… No quiero hacerte más daño. No te merezco, Saya-san.
—¿Es
mi hermano, verdad? —Soltó ella. Su voz era una mezcla de decepción y sollozo.
—¿Eh?
—Y yo, yo quedé boquiabierto. —¿T-Tan obvio fui? —Bajé mis ojos, nervioso. No
podía creer que incluso Saya, lo sabía.
—Lo
eras… —Sonrió amargo.
—¿Por
qué no hiciste nada si lo sabías? ¿Por qué no me golpeaste? ¿Por qué no me
regañaste? Estabas en tu derecho…
—Porque
también te vi intentándolo… Creí que tenías tus razones para no decirme nada y
esperé, esperé hasta este día.
—P-pero…
—Fuiste
un buen novio, Takaki-kun y yo también di lo mejor de mí. Pero no puedo
interponerme en los sentimientos de nadie. Yo te sigo amando y mucho, pero ya
sé que tú no a mí y no quiero retenerte a mi lado, porque no serás feliz. —Me
impresionaba su forma de ser. ¿Por qué estaba siendo tan comprensible conmigo?
¿Tan fuerte?
—¿N-No
me odias?
—¿Cómo
podría hacerlo, Takaki-kun? Cuando amas a alguien, por más daño que te haga… no
puedes odiarlo.
—V-Vaya…—Suspiré
y la miré. Cuando ves a alguien, sabiendo que es la última vez, todo parece más
especial y más frágil. Todo en ella era perfecto y la abracé, en modo de
agradecimiento. —Eres la mujer más increíble que he conocido…
—Tonto…
no hagas esto o no podré dejarte ir…—Besé su frente y me alejé.
—Estaba
dispuesto a recibir indiferencia de tu parte, algún reclamo o regaño. Algún
impedimento. Ahora me quedo con una sensación intranquila. Siento que no fui
castigado por mi error.
—Los
sentimientos no pueden castigarse. Entiende que son cosas que no controlas, no
van en tu cabeza, si no que en tu corazón.
—Gracias,
Saya…
Sabía
que estaba perdiendo a una gran mujer, creo que la mejor del mundo. Saya fue
comprensiva y buena. Pero sé que su corazón, estaba destruido y devastado
cuando me fui. Porque ella era así, se abstraía del mundo para sufrir sola,
porque odiaba dañar a otros, odiaba cortar las alas de las personas. Jamás me
iba a quitar el sentimiento de culpabilidad, eso estaba claro, pero quería
intentar si quiera una vez, cometer una locura. Si salía dañado de esto, iba a
simplemente relacionarlo con el karma y lo aceptaría.
—o—
Los
días se hicieron pesados muchas veces. Y de vez en cuando, me hubiese gustado tener
un apoyo a mi lado. No era fácil, pensar que tal vez, solo era yo quien seguía
con estos tontos sentimientos. ¿Por qué debería Yuri recordarme? De todas
formas, nunca más supe algo sobre él.
Cuando
egresé, todos me felicitaron por mi buen rendimiento, inclusive, cuando Saya se
enteró, me envió un mensaje. Eso me puso contento. Pero algo me faltaba…
No
sabía qué hacer con mi vida. Yuri siempre hizo que mis sentimientos se cruzaran
y no tuvieran sentido. Mi cuerpo actuaba por instinto y eso es lo que me
atraía. Ahora no había motivación alguna. Días iguales y sin sentido.
Hasta
que me cansé. Me cansé de dar vueltas en lo mismo. Vendí gran parte de mis
cosas, incluso mi departamento y compré pasajes para Francia. Estaba apostando
todo por él, si las cosas salían mal, iba a pensar que era el karma.
Cuando
llegué a Francia, no entendía nada; Opté por comprar un diccionario básico de supervivencia.
Conocí la torre y quedé embobado por la cultura. Todo era tan distinto a Japón…
tan increíble. Me hospedé en una hostal pequeña, con internet y televisión.
No
tenía ni la más mínima idea por dónde comenzar a buscar al menor. Pero recordé
algo; En la estación de radio, mencionó que vivía a unas cuadras del atentado
que sucedió en los restaurantes… Tenía una pequeña pista.
Así
que pasaba cada tarde, recorriendo el centro de Francia, con la esperanza de
toparme con él. Miraba a todas partes, caminaba en todas las direcciones.
Cuando llegaba a casa, buscaba información de él en internet, pero nada…
comenzaba a frustrarme. Además, debía apresurarme en hallarlo, antes de que el
dinero se me acabara.
Un
día, estaba cambiando de canal y por sorpresa, lo encontré. Estaba presentando
un nuevo disco llamado “Instintos”, estaba en japonés, por eso pude entender. Con
todos los días que he pasado en Francia, el idioma es lo que más me ha costado
aprender. Trataba de poner atención y de comprender lo que decían, pero solo
fueron palabras por separado. Miraba el rostro de Yuri, seguía exactamente
igual… Sonreí como un idiota mirando la televisión. No podía evitarlo.
—¡Maldita sea, habla en japonés! ¡Di
algo que pueda entender! ¡Una pista! ¡Por favor! —Le grité a la pantalla.
Y
como si el destino hubiese escuchado mis rezos, leí de sus labios la palabra “Gyozas”.
Tomé mi celular y se me ocurrió buscar restaurantes de gyozas en París. Dí con
varios, pero había uno que estaba bastante céntrico y lo atendía un japonés,
según lo que decía el sitio.
—¡Bingo!
Mi
corazón estaba a punto de tener un paro cardíaco de la ansiedad. Me recosté en
la cama, con una sonrisa en mi rostro.
Al
siguiente día, decidí ir a la hora de almuerzo al local, pero el letrero decía
que abrían después de las seis y media. Tuve que esperar cerca de un café en
una estación de bencina. De pronto, se acercó una chica japonesa a mi lado y se
reverenció ante mí.
—Disculpa…
¿Eres japonés?
—Sí—Contesté,
con una sonrisa. Era agradable hallar a alguien con quien hablar, sin sufrir.
—¡Genial!
¿Puedo sentarme a tu lado? Hace mucho que no hablo con nadie de manera fluida.
—¡Haha!
Te entiendo completamente. Claro, siéntate. —Le sonreí cordial.
Conversamos
durante toda la tarde, me dijo que venía por un intercambio cultural de parte
de su universidad. Viajó sola e iba a estar un mes en la ciudad del amor. Le
conté mi historia, que buscaba a una persona y que estaba haciendo hora. La
charla estuvo tan buena, que ni cuenta me di en la hora. Cuando miré el reloj,
ya era las ocho treinta y me asombré.
—¡Lo
siento mucho! Debo irme, se me ha hecho tarde.
—¡Qué
tengas suerte con tu búsqueda!
—¡Y
tú con los estudios!
Prácticamente
corrí al bar y divisé por el ventanal si es que la silueta del muchacho estaba
allí. Abrí mis ojos en grande, cuando de verdad lo ví. Era él. De verdad era
él, pero toda mi emoción, fue desmoronada en un segundo, cuando a su lado, vi a
una mujer que le coqueteaba.
—¿Una
cita…?
Me
convencí a mí mismo que esta era una de las posibilidades. Que era probable que
este viaje no terminara bien… que todo mi esfuerzo podría valer chatarra. Pero
era doloroso, ver la escena, incluso hasta patético verme ahí afuera. Pude
haberme quedado hablando con la chica de la cafetería mejor…
Suspiré pesado. No sabía que decisión tomar.
Mordía mi labio y más fuerte lo hacía, cuando sus manos se tomaban.
—¿Por
qué no me quedé en Japón…?—Susurré.
—Señor,
está abierto por si desea pasar—Me dijo un chef. Al parecer, llamé su atención
al quedarme tanto tiempo fuera del ventanal.
—¡A-Ah!
N-No, solo veía su local—Contesté torpe.
Yuri
giró al oír mi voz y nuestras miradas se encontraron. Rápidamente desvié mi
rostro y caminé fuera de allí a paso rápido.
—¡Takaki!
—Oí su voz como un golpe. Mi cuerpo se detuvo a pesar de que quería huir. Sus pasos
llegaron hasta mí y me volteó. —¿¡Qué rayos haces aquí!? —Cerré mis ojos con
fuerza, sentía como si fuera regañado.
—Y-Yo…
Yo vine por ti…—Sus ojos estaban como platos, observando ambas de mis pupilas.
Su sujeción comenzaba a doler, su mano estaba temblando.
—¿Q-Qué
dices? ¡Te dije que no vinieras! ¡Te dije que hicieras feliz a mi hermana! ¿Por
qué no hiciste lo que te dije?
—Instintos…—Le
respondí y su boca se cerró. —Sabes que siempre fue así. No puedes demandarme
hacer algo que mi cuerpo no quiere. —Desvié mi mirada al bar—. Aunque creo que
llegué un poco tarde.
Del
restaurante, salió la mujer que estaba con Chinen. Se acercó a nosotros y
preguntó quién era yo. Fue cuando comenzaron una pequeña conversación en
francés que no pude seguir, eso me enfadaba más. Intenté ignorarlos, rodando
mis ojos, impaciente. De verdad, su presencia me hastiaba, pero no podía
decírselo. Hasta que por fin, la mujer se fue.
—Ella
es… una chica con la que estoy saliendo.
—Lo
noté…—Le respondí sarcástico. Mi cabeza comenzó a abrumarse, como si una nube
negra la invadiera.
—Deberías
volver a Japón…—Susurró, bajando la vista.
—No
sabes lo que he pasado para llegar acá. Si piensas que me iré tan fácilmente,
que me maten entonces. —Exhalé. Realmente estaba fastidiado. —¿La amas? ¿La
quieres? ¿Te gusta esa chica? ¿Ya me olvidaste, Yuri? —Interrogué. Nuestros ojos
pedían a gritos llorar, pero estábamos aguantándolo.
—Yo…
¡No lo sé! Solo quería intentar comenzar una nueva historia… yo necesitaba
olvidarte, Takaki.
—Yo
también lo necesité y nunca sucedió. He perdido todo por ser testarudo con mis
sentimientos…—Reí. —Me convencí, que si esto no resultaba, simplemente sería
karma. Pero no quiero quedarme con eso… Además ¿No crees que fue un poco
cobarde, hacerlo conmigo y dejarme una carta y huir?
—Lo
fue… pero no tenía más opciones. ¡Era mi hermana de quien hablábamos! ¿Cómo
querías que me quedara ahí, sabiendo que iba a volver a pasar una y otra vez?
—Pero
no te importaron mis sentimientos por ti… sabías que estaban cambiando y
simplemente los pisoteaste, como si no tuvieran derecho a vivir.
—¡No
lo tenían! Ni tampoco los míos. —Su mirada fue fría. —Nunca debimos habernos
conocido y yo nunca debí haberme dejado llevar, así hubiésemos evitado muchos
daños.
—Mi
corazón no entiende razones. Si él decide que solo te querrá a ti, así será, no
puedo evitarlo. —Me acerqué a él, tomando su mejilla para acariciarla.
—Jamás
debí haber comenzado aquel juego…—Se calmó. Se volvió dócil y yo me aproveché
de ello.
—Demasiado
tarde, Yuri…—Susurré sobre sus labios.
Cerré
mis ojos y él también, regalándole un beso lleno de emociones. Aquellas que guardé
por todos estos meses. Acariciaba sus pómulos y mordía ligeramente su labio
inferior, escuchando pequeños gemidos por su parte. Creo que fue uno de los
momentos más felices de mi vida. Sus brazos me rodearon con fuerzas y el besó
se profundizó aún más, hasta un punto candente.
—Maldición,
Takaki… Vayamos a mi departamento—Me tomó del brazo y comenzó a correr con una
sonrisa en el rostro.
Esa
noche lo desnudé con pasión, tomé sus caderas y le hice el amor en todos los
rincones de su apartamento. Me apoderé de sus labios, incluso de sus palabras. Así
como él de las mías.
“Puedes correr, puedes comenzar de nuevo, puedes
encontrar otros peces en el mar, puedes fingir que tenía que suceder, pero no
puedes estar lejos de mí”. — Animals – Maroon 5